Si algo ha cambiado en México en las últimas tres décadas ha sido la familia. Este cambio ha sido principalmente por una crisis económica recurrente y la espiral de violencia y criminalidad a que ha dado lugar, y no solo por una pérdida de valores –habría que señalar cuáles son y quién los determina- o el reconocimiento a los derechos humanos de ciertos sectores de la población, como lo ha querido impulsar la iglesia y algunos grupos conservadores.
En un país distinto, en nuestra ciudad diferente, las preguntas son recurrentes. ¿La institución familiar de antes era mejor que la de ahora? De entre los modelos actuales de una familia, ¿hay una peor que otra? ¿Sigue siendo la familia el núcleo social más sólido? Contra lo que se pueda pensar, la familia en México se ha transformado pero no necesariamente se ha debilitado.
El concepto de la familia se encuentra en plena evolución. En muchos países, incluido el nuestro, el modelo tradicional de familia está constituido por un hombre y una mujer unidos en matrimonio y con hijos. Este modelo, donde el hombre, por lo general, trabaja fuera de la casa y gana dinero, mientras la mujer se encarga del ámbito doméstico, está cambiando aceleradamente.
En los últimos años, fenómenos como la migración, el empleo, la educación y la violencia, han transformado el diseño y comportamiento de la familia mexicana. A pesar de estos cambios, las familias no se han convertido en disfuncionales o anárquicas, sino que la convivencia en hogares familiares continúa siendo la forma de vida predominante de la población del país.
Actualmente, la familia es una pareja dentro o fuera de matrimonio con doble ingreso; es una familia reconstruida, con hijos de distintos matrimonios; es una madre o un padre soltero; es una familia constituida por dos hombres o dos mujeres, sólo por mencionar algunos ejemplos. Pero se espera que para el año 2050, uno de cada tres hogares estará compuesto por una sola persona –como ya sucede en muchos países de Europa-. Será una sociedad distinta.
Mientras eso sucede, el 97% de la población habita en grupos donde la mayoría de los miembros tienen alguna relación de parentesco con el jefe del hogar, mientras sólo 3% permanece sola o reside en la misma vivienda con otras personas sin mediar una relación de parentesco, según se establece en la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (ENADID).
Es evidente que las cosas sí han cambiado. Más que ante una crisis de la familia nuclear o tradicional, estamos ante un debilitamiento de la estructura patriarcal, explicó hace algunos años Arie Hoeckman, representante del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), quien asegura que el patriarcado sobre el cual se fundamenta el concepto ideal de familia, está en declive como consecuencia de la transformación de la base económica que lo sostiene. Hoy las mujeres aportan casi tanto como los hombres al sostenimiento de la familia.
El primer cambio muy importante es de estructura. Aunque el número de familias ha crecido exponencialmente, la cantidad de sus integrantes tienden a disminuir; actualmente las familias primarias (padres e hijos) tienen el menor de personas en la historia de esta institución. Paradójicamente, hoy que las familias tienen menos integrantes requieren de mayores ingresos para satisfacer sus necesidades.
En el análisis de la crisis de la institución familiar, son muchos los lugares comunes que intentan explicarla. Uno de los más comunes es que los padres, para suplir su ausencia, han dejado que los hijos asuman el rol que les corresponde a ellos (tema central de la película Abel).
Investigadores de la Universidad Iberoamericana coinciden en que la familia actual padece crisis de roles y no de valores: ni los padres ni los hijos asumen adecuadamente el papel que les corresponde. Y a esa situación, se suman los prejuicios moralistas que tienen que ver por cómo está concebida la figura de la familia y problemas como los efectos del fenómeno de la migración.
Hoy la familia se encuentra en un franco proceso de transformación. Mientras que para los conservaduristas se trata de una crisis de identidad y de valores, que ha dado lugar a la descomposición social y la violencia, para los grupos más liberales se trata de una evolución natural donde se reconocen los valores y la importancia de cada miembro de la familia, especialmente de la mujer.
No cabe duda que el festinado Día de la Familia responde más a una lógica comercial alejada de un análisis valorativo sobre lo que hoy representa la familia en México. La desintegración familiar sigue siendo un riesgo pero no una norma en la sociedad mexicana; aunque el número de familias consideradas como disfuncionales o anárquicas va en aumento, también es cierto que los mexicanos mantenemos una percepción sólida de la familia.
Ayer, muchos no participamos de la Caravana por la Familia –convocada por grupos religiosos y de padres de familia-, ni salimos en bufalada a comer a restaurantes, pero tenemos una familia que queremos y cuidamos.
Las del estribo…
- También hay famiglias que se construyen a partir de relaciones económicas, políticas y de parentesco, y tienen el propósito de concentrar poder y dinero, de manera lícita o ilícita. En Veracruz sólo conocemos a las famiglias que lo hacen de la segunda forma: las que se fueron y las que se quieren perpetuar.
- Si al gobernador no le gusta que le pregunten de seguridad y justicia, entonces, ¿para qué se mete de vocero de la Fiscalía?