En el argot de la política jarocha, se sigue diciendo que el actual Congreso local está integrado por una generación que simboliza el cambio. Pero no porque el PRI haya perdido la mayoría o porque las prácticas internas y la dependencia con el Ejecutivo en turno hayan cambiado, sino porque se trata de un cambio, de la morralla, donde nadie alcanza a ser un billete de respetable denominación.
La mayoría de ellos ni siquiera concluyeron sus estudios universitarios; se colaron en una coyuntura muy particular de la historia de Veracruz, que les permitió convertirse de la noche a la mañana en funcionarios y representantes populares con una gran influencia, a pesar de ser una pléyade de jóvenes arrogantes e improvisados.
Y ahora resulta que la suerte del estado –por el tema de la aprobación que requiere la reestructura de la deuda pública- está en las manos de estos nóveles diputados que hasta hace algunos meses no eran más que ayudantes de escritorio de sus verdaderos jefes políticos.
Basta revisar sus perfiles en la página del Congreso. Para no ponerse en evidencia, de plano decidieron omitir la trayectoria de los ilustres legisladores y evitar la pena que se conozca su nula experiencia legislativa, su cuestionable experiencia política y de administración pública, y en muchos casos, de estudios profesionales incompletos o en instituciones de dudoso prestigio.
El caso más notorio es precisamente quien hoy encabeza el Congreso, el diputado panista Sergio Hernández Hernández, coordinador de la fracción legislativa del Partido Acción Nacional (PAN) y presidente de la Junta de Coordinación Política. Hasta hace no mucho, era un eficiente auxiliar del dirigente estatal blanquiazul José Mancha Alarcón.
El “pastor” camaral cuenta apenas con una instrucción de sexto semestre de la Licenciatura en Derecho, como lo ha dicho él mismo, porque su ficha legislativa tampoco da cuenta de ello. Incapaz de ganar una elección en las urnas, llegó por la vía plurinominal gracias a los acuerdos cupulares con la dirigencia panista. De ahí su desempeño errático e ignorante, sometido a los intereses del gobierno estatal, su dirigencia de partido y sus correligionarios.
Su mayor mérito, en voz de su jefe y mentor, es que “tiene todas las cualidades para ser el coordinador de los diputados, principalmente porque conoce a todos ellos, los ha tratado, amén de que tiene experiencia legislativa, quizá no como diputado, pero sí como trabajador dentro del grupo legislativo del PAN en varias legislaturas”. Es buena gente, pues.
Pero si el argumento de Pepe Mancha fue generosamente absurdo, la confesión hecha por el propio legislador raya en la irresponsable candidez de quien nada tiene que ofrecer, poniendo en evidencia la pobreza política que prevalece el estado, y explica la inoperante actuación del Congreso local en este proceso de transición.
Sergio Hernández reconoció, previo a su caprichoso ungimiento, ser aún un estudiante de la carrera de Derecho, y ahora resulta que está dedicado a elaborar leyes. “Tengo muchos diplomados dentro del curso, me he capacitado en Acción Nacional y estoy seguro de estar preparado para el encargo que me han encargado (sic), estudié en la UV y me quedé en el sexto semestre de la Licenciatura en Derecho”. Lamentable.
Y esta situación la empieza a padecer el propio Gobernador Yunes, quien a falta de una figura de peso en el Congreso, ha tenido que intervenir directamente para destrabar los asuntos que son de su interés. La última pifia legislativa tuvo consecuencias para su grupo legislativo, al ceder al PRD y al PRI las presidencias de las Comisiones de Hacienda del Estado y la Instructora. La inexperiencia le está pasando factura.
El caso de Sergio Hernández no es el único, eso es cierto. Ejemplos así hay en todos los partidos políticos ahí representados. Sin embargo, la investidura del cargo y la responsabilidad que implica, lo hace más vulnerable a él y al propio Congreso. Serán varios meses en los que seremos testigos del circo del absurdo.
La crisis política que Veracruz se debe en realidad, más que al excesivo protagonismo del mandatario estatal, a la ausencia de operadores con experiencia, confiables, que jueguen el papel de interlocutores válidos no sólo con otras fuerzas políticas, sino con grupos, organizaciones y funcionarios de otros niveles de gobierno. A todos los ven muy chiquitos, y en casos como el de Sergio Hernández, verdaderamente lo son.
El gobernador Yunes está tirando por la borda la credibilidad y eficacia de su gobierno, reduciendo sensiblemente su capacidad de acción política, a causa de la cuestionable decisión de entronizar a una nueva generación de panistas que han resultados tan ignorantes e inexpertos como los niños de la fidelidad.
Las del estribo…
- Sefiplan anunció que entregará la información sobre los créditos solicitados entre 1998 y 2016. Pero resulta que en el Congreso local aún no se integra la Comisión de la Verdad que anunciaron con bombo y platillo. Una “mancha” más al tigre.
- Que Ana Cristina Ledezma, Secretaria Ejecutiva del CESP, asista a al programa de tv por internet “Desde el cascarón”, es de una ironía exquisita.