A la temprana edad de 77 años falleció hace alguna horas en París uno de los pensadores más lúcidos de la segunda mitad del siglo XX y lo que va de este.
Leo en El País un texto de Alex Vicente que describe mucho mejor que yo lo podría hacer a este parisino nacido en Bulgaria en 1939.
“Filósofo, lingüista, semiólogo y teórico de la literatura, Todorov habrá sido uno de los observadores más lúcidos del desorden de las sociedades contemporáneas. Humanista de aliento crítico, dedicó su obra a estudiar la alteridad, la barbarie, los límites de la libertad individual y el espíritu de insumisión ante circunstancias adversas.”
Tzvetan Todorov, puedo decirlo, fue mi amigo en mi etapa de estudioso de la semiótica tan grande como él, Renato Prada Oropeza, quién igualmente murió años antes de cuando debía hacerlo.
Por eso afirmo que los semiólogos mueren pronto, porque siempre nos dejan con muchas cosas importantes y pendientes que pudieron decirnos, explicarnos, enseñarnos, descubrirnos.
Cómo estudiante, me carteaba con él hasta el Instituto de Altos Humanísticos de París, en donde yo debí haber completado la maestría y hasta un doctorado. Sí, pero no fue así porque Froylán Flores Cancela tuvo la ocurrencia genial de fundar el semanario Punto y Aparte, donde me quedé ocho años y me hice el periodista que siempre he sido, para mal y para bien.
Tzvetan estuvo en Xalapa en 1977 y nos dio un curso inolvidable sobre retórica, asistido por Renato Prada, que fue todo un acontecimiento académico que permanece en la historia de la Facultad de Humanidades de la UV.
Años después lo pude visitar en París, en su cubículo del Centro de Altos Estudios, donde pude asistir al templo del saber en que trabajó toda su vida.
De Todorov nos quedan sus libros y sus ideas brillantes, su gran aportación al pensamiento humano.
Les dejo una parte mínima de su herencia intelectual en estas frases suyas:
- «Comprender al enemigo quiere decir también descubrir en qué nos parecemos a él».
- «La inmensa mayoría de los crímenes colectivos fueron cometidos siempre en nombre del bien… Las causas nobles no disculpan los actos innobles».
- «La guerra es más poderosa que las razones por las que se va a la guerra. Hoy casi todas las guerras que lidera Occidente se presentan como si fueran humanitarias».
- «No deja de ser cierto que un terrorismo revolucionario precedió y convivió al principio con el terrorismo de estado, y que no se puede comprender el uno sin el otro».
- «Creo que el rol de los intelectuales no es seguir la corriente, sino perseguir la libertad, preguntarse por ella, y transmitir los resultados de su pesquisa. Y no tener miedo».
- «Cuando los acontecimientos vividos por el individuo o por el grupo son de naturaleza excepcional o trágica, el derecho (a la memoria) se convierte en un deber: el de acordarse, el de testimoniar».
- «La humanidad no puede vivir sin ideales. Si no tuviera más ideales, habría habido una mutación de la especie. Hay momentos de ceguera e inconsciencia, pero uno se puede despertar de esos momentos».
- «A veces los escritores, y también los críticos y los profesores, olvidan que la gran vocación de la literatura es hacer sentido de nuestra vida, y la encierran en un ejercicio estéril, puramente formal».
- «La historia nos ayuda a salir de la ilusión maniquea en la que a menudo nos encierra la memoria: la división de la humanidad en dos compartimentos estancos, buenos y malos, víctimas y verdugos, inocentes y culpables».
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