Si como se rumora, alguien de los servicios de inteligencia le ha estado dando “pitazos” a Javier Duarte para evitar que lo atrapen, el último mensaje del filtrador tuvo que haber sido lacónico y apremiante: “¡Pélate!”
Y es que ahora sí la Interpol emitió la ficha roja contra el prófugo que a partir de este martes es buscado en 188 países. Y si tomamos como base que hay en el mundo 194 naciones, se puede decir que Duarte no tiene escapatoria.
Los únicos lugares donde estaría temporalmente a salvo de los sabuesos policíacos son cinco islitas perdidas en la inmensidad del Océano Pacífico: Kiribati, Niue, Palaos, Tuvalu y Vanuatu. Y sólo un país en tierra firme que es Corea del Norte.
Ni pa dónde jalar.
La última vez que se le vio en público como gobernador fue cuando pidió permiso al Congreso para ausentarse del cargo y llegó a la que aún era su oficina sin la menor muestra de alteración. Se veía sereno y despreocupado porque le habían prometido protección.
Tras saludar a los pocos que ahí se encontraban dijo un mensaje que quedó para la historia:
“Veracruzanas y veracruzanos, esta mañana he solicitado… licencia para separarme del cargo de Gobernador Constitucional a 48 días de concluir el encargo para el que fui electo…
“… Lo hago por el enorme amor que le tengo a Veracruz (¡Ole!) y por el sentido de responsabilidad que ha regido siempre mi vida pública y privada (¡Ole!) … Hoy las circunstancias, derivadas de imputaciones falsas y con fines electorales presentadas hace unos meses, hacen necesario que por congruencia y honorabilidad (¡Ole!), deba dedicar tiempo y atención a limpiar ante la Opinión Pública y aclarar ante las instituciones de procuración de justicia, mi nombre y el de mi familia (¡Ole!).
“Limpiar mi nombre y mi honor (¡Olee!), implica también probar, de manera fehaciente, clara y contundente que quienes instrumentaron una estrategia descalificatoria, plagada de mentiras, tienen cuentas con la justicia que habrán de pagar. De eso no tengo la menor duda… Continuaremos caminando juntos por la única dirección por donde sabemos caminar los veracruzanos; siempre hacia adelante” (¡Oleee!).
Todavía estuvo día y medio en suelo xalapeño jugando golf hasta que le llegó el primer pitazo; la PGR andaba tras él. Entonces se fue.
La protección le duró menos de 48 horas.
Dicen que ya en fuga intentó hablar con el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, que ya no le tomó la llamada.
Por un tiempo se creyó que lo buscaba la Interpol pero causó extrañeza que a tres meses de su escape esta policía, que cuenta con infraestructura de última generación para atrapar fugitivos, no lo localizara
Lo que pasa es que la Agencia no lo andaba buscando hasta este martes en que se anunció oficialmente. Por mucho que la PGR diga que se emitió la ficha roja desde el 14 de noviembre.
Con la ficha roja activada la pesadilla de Duarte se maximiza. El cerco que lo llevará ante un juez se cierra cada vez más, y si no tiene un plan B para escapar de sus perseguidores será cuestión de días o semanas para que lo atrapen.
No se necesita ser investigador policiaco para saber que desde el martes no durmió en el lugar donde lo hizo la noche anterior.
Si en efecto le han estado dando pitazos, el último debió ser lacónico, perentorio, apremiante: “¡Pélate!”.
Y seguramente Javier Duarte tomó lo primero que encontró, y salió con rumbo desconocido a continuar con su desgastante pero infructuosa carrera por escapar de lo irremediable: la cárcel.