Prefacio.
Lo de Amadeo era ya insostenible. No sólo era la solidez del recurso jurídico interpuesto en su contra, sino el creciente rechazo del priismo veracruzano a su gestión. Como bien lo apuntó el periodista Arturo Reyes Isidoro, el pasado 6 de enero, en su visita a Veracruz, el dirigente nacional del PRI Enrique Ochoa recibió la exigencia de un importante grupo de priistas para que retirara del cargo a Flores Espinosa. La frase lapidaria fue aquella de que “si lo dejas ahí, no esperes ganar más de 20 alcaldías”. El encuentro se hizo en privado y el propio Enrique Ochoa le pidió a Amadeo que saliera del salón. Prefirió renunciar, antes que ser retirado del cargo.
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¿Alguien anotó las placas?
Quizá consternados por ver cómo nuestro gobernador hacía frente a la turba que saqueaba la plaza comercial Las Brisas en el puerto de Veracruz, pocos pusieron atención a los detalles.
El propio Miguel Ángel Yunes Linares lo narró así a Ciro Gómez Leyva: “Tomé la decisión de ir y hacerle frente a la situación personalmente; volé de Xalapa a Veracruz en un helicóptero, al pasar por un centro comercial que se llama Las Brisas, había miles de personas, muchas de ellas mujeres, a un lado las mujeres, por otro lado, un grupo de vándalos vandalizando (sic) el centro comercial. Le pedí al piloto que bajara en el estacionamiento…”.
¿Alguien se tomó la molestia de observar el helicóptero en el que viajaba el gobernador?
No era una de las aeronaves del gobierno estatal, quizá por aquella instrucción del propio gobernador de utilizarlas sólo para “actividades sustantivas, para seguridad pública, salud o protección civil”.
Él mismo ha viajado a la capital del país en vuelos comerciales, pues asegura que resulta mucho más barato: «El procedimiento que seguían los gobernadores, incluyendo el último, para viajar a la Ciudad de México era tomar un jet del gobierno del estado, viajar a Toluca, previamente mandar el helicóptero del gobierno a Toluca, después moverse de Toluca a la Ciudad de México en helicóptero, regresar a Toluca en helicóptero y mandar los dos aparatos a Xalapa, esto costaba aproximadamente 300 mil pesos cada vuelo del gobernador».
El helicóptero en el que viajó Yunes Linares de Xalapa a Veracruz fue un Bell 407. Los que alcanzaron a verlo apuntaron que se trata de una nave cuya matrícula contiene las letras RUZ, por lo que aseguran que debe pertenecer a la empresa Taxi Aéreo Villa Rica, propiedad de Francisco Ruiz Anitúa.
El tema pudiera ser insignificante. En más de una ocasión Miguel Ángel Yunes Linares ha confirmado, en los hechos, que es poseedor de una fortuna considerable, producto –quiero suponer- de casi medio siglo dedicado al servicio público, y de las atinadas inversiones del operador financiero de su familia, el joven Omar Yunes Márquez.
En su inusitada intervención ante el grupo de vándalos que saqueaba el centro comercial Las Brisas, Yunes Linares admitió que ofreció tarjetas de 500 pesos a “mujeres humildes”, a cambio de que no se sumaran a la rapiña. Aclaró, sin embargo, que esos recursos (que entregó puntualmente un día después) salieron de su bolsillo.
Es de suponer, entonces, que también la contratación del helicóptero salió de sus boyantes arcas. Sería una locura suponer que en momentos tan críticos en materia financiera el gobernador esté gastando el escaso dinero de los veracruzanos en rentar naves aéreas cuando se tienen las propias.
Lo cierto es que, en honor a la transparencia que ofreció desde el primero de diciembre, Yunes Linares debería ser muy puntual y claro en el manejo de esos recursos que asegura son suyos, pero de los que no muestra comprobación alguna.
Nunca informó (quizá con el argumento de que no era aún servidor público y no estaba obligado al escrutinio) cómo sufragó los gastos posteriores a la elección y previos a su asunción como mandatario estatal.
Fueron muchos viajes en avión y helicóptero, por todo el estado de Veracruz, pero además a diversos puntos del país e incluso al extranjero, como él mismo lo ha narrado.
En Coatzacoalcos, por ejemplo, lo vieron llegar en un avión ejecutivo King Air, modelo BE-90 con matrícula N2-68-BC, propiedad del empresario Rodrigo Campos Reyeros, dueño de Pinturas Comex.
Ese tipo de aeronaves parece ser de su predilección.
En el 2010 utilizó un King Air B, matrícula XA-RDJ. Lo puso a disposición de la que en aquel entonces era coordinadora de los diputados federales del PAN, Josefina Vázquez Mota, quien hizo la ruta Toluca-Xalapa-Toluca, para sostener una reunión con Yunes Linares, que en ese entonces era candidato a la gubernatura. La aeronave pertenecía a Aerolíneas Ejecutivas, del empresario Francisco Colorado Cessa, hoy encerrado en una cárcel en Estados Unidos, acusado de lavar el dinero del cártel de Los Zetas.
Todo esto puede ser apenas una cadena de coincidencias. Miguel Ángel Yunes Linares puede hacer con su dinero –y el de su familia- lo que se le antoje, siempre y cuando sea legal.
El caso es que hay ociosos que apuntan estos gastos y los suman a las denuncias penales presentadas en su contra por enriquecimiento ilícito (“guerra de lodo” les llaman sus defensores de oficio) y terminan concluyendo que nunca se explicó cómo fue que se logró tal bonanza económica.
Quizá su vinculación con poderosos empresarios como la familia Ruiz Ortiz, Rodrigo Campos y los Chedraui (cuyos supermercados fueron los beneficiarios de los 2 millones de pesos en vales) explicaría la capacidad de su familia para multiplicar su patrimonio.
Si es así, nada le costaría admitirlo.
Digo, ahora que está tan en boga el tema de la transparencia.
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Epílogo.
Ya se fue… ¿y ahora quién? *** Son muchos los nombres que han sido mencionados para ocupar la dirigencia estatal del PRI, pero todos portan etiquetas que los ubican del lado de alguno de los grupos políticos. La consiga es: Nadie que huela a Javier Duarte, pero tampoco a Fidel Herrera. Nadie que cargue los dados a favor de Héctor Yunes, pero tampoco a favor de Pepe, ni de Érick, ni de Carvallo. Vaya nadie que lleve a su propio candidato para el 2018. *** Con esos filtros, las opciones se reducen de forma dramática. Américo Zúñiga ya declinó ese honor, pero aunque estuviera anotado, es evidente su cercanía y coincidencia con Pepe Yunes. Ricardo Ahued ni siquiera es priista, aunque aparezca en los registros. La verdad es que nunca hizo carrera en el partido y si ha sido candidato del tricolor fue por invitación de los gobernadores. *** Considere dos opciones, ambas muy fuertes: El actual delegado del ISSSTE, Renato Alarcón, y la actual dirigente del Sector Popular, Erika Ayala, que aunque ya estuvo al frente del partido, no tiene el mismo impedimento de Amadeo, pues ella llegó por designación, no por elección. Ambos han caminado en favor de su partido, ambos presumen de tener buena relación con todos los grupos y sus trayectorias son intachables. *** Algunos le llaman “unidad”, otros “consenso”, lo cierto es que esa es la clave en la elección del próximo dirigente priista. La tarea está a cargo de la nueva delegada nacional de ese partido, Lorena Martínez.