En los álgidos días del gasolinazo y los saqueos, no sé qué es más difícil: intentar entender lo que realmente pasó o tratar de explicarnos qué es lo que podría suceder en el futuro a partir de estos eventos. A estas alturas, resulta ocioso tratar de escudriñar la teoría de la conspiración o la hipótesis del miedo que tantos “likes” han arrancado en las redes sociales.
Por supuesto que no dudo que alguien le haya metido intencionalmente más ruido al chicharrón. Que más de uno se haya llevado a su parcela política algo más que una pantalla plana. Pero evidentemente, el perfil de los saqueadores veracruzanos no es el mismo que los regios o los chilangos. Cada quien trae su propio interés.
Las coincidencias en el caso de Veracruz harían sospechar al más crédulo. Resulta que los principales desmanes, a pesar de la conurbación, sólo fueron en Veracruz y no en Boca del Río. Que la visita del Gobernador fue precisamente a un centro comercial casi en calma, donde de la mano de su camarógrafo de cabecera –que también hace las veces de Fiscal-, pudo montar una escena que le dio reflector nacional, pero que poco resolvió en los hechos.
Anunciar que se darían apoyos económicos del peculio personal del mandatario estatal no es más que una estafa populista. El gobierno no tiene dinero pero resulta que del erario público salieron millones de pesos en vales de despensa para hacer desistir a “madres de familia” de su intención de sumarse a la turba.
Pero no especulemos. Vayamos a hechos concretos. La tarde del viernes, de regreso de Veracruz, me tocó presenciar una fila infinita de personas a las afueras del Chedraui las Brisas; sin duda era mayor a un par de kilómetros; miles de redimidos saqueadores habían decidido dar la cara y aceptar el apoyo que el gobierno les ofreció. Curioso.
Los vales que se entregaron, como se hizo público en medios y redes, llevaban la firma de la Secretaría de Desarrollo Social del estado. ¿A cambio de qué? Lo sabremos en junio próximo. Sin duda, serán los votos de la rapiña.
Al calor de los saqueos, hoy el gobierno cuenta con un nuevo, amplio y propio padrón de beneficiarios en el puerto de Veracruz, justamente donde el otro hijo del mandatario ha anunciado que quiere ser presidente municipal. Hoy saben quiénes son y dónde están los votantes. ¿O debemos creer que no se hizo un registro pormenorizado de quienes recibieron cada vale?
En cambio, los saqueos en Boca del Río sólo mancharía la imagen impoluta del heredero familiar y político. Además, ¿para qué beneficiar a quienes ya forman parte de la nomenclatura municipal, cuya aceitada maquinaria electoral ya se encuentra lista para entrar en operación?
Si hay quien dice que no debemos ser rehenes de las teorías conspiradoras, también es cierto que en política nada es casualidad. El Gobernador y sus vástagos ya se metieron al territorio municipal que aspiran gobernar, como paso necesario para allanar el camino a la gubernatura en el 2018.
La presencia física en los mejores eventos de desgracia social, la invención de conflictos para resolverlos en un santiamén, el dinero público entregado discrecionalmente, el paseo por los portales en fin de año, salir a bolearse al parque… ahhh como nos hace recordar a Fidel.
Tal vez por ello, el conde de Barcelona decidió mandarnos de regalo de reyes a José Murat, el mítico ex gobernador oaxaqueño, que logró encumbrar a su vástago a pesar del desastre político y económico que dejó en aquélla entidad. Fidel también tiene un hijo para competir por la gubernatura.
Ya nos saquearon. ¿Nos volverán a saquear?
La del estribo…
En el pago de prerrogativas, el OPLE decidió tratar a unos partidos como hijos y a otros como entenados. ¿Es esa la consigna de palacio para el proceso electoral?