En Veracruz seguimos viviendo lo impensable. Aunque de facto ayer terminó el largo y oscuro capítulo de la fidelidad, con sus escasas luces y sus infinitas sombras, la disputa de los dos grupos hegemónicos –Fidel Herrera Beltrán y Miguel Ángel Yunes Linares-, parece no tener fin. El posicionamiento político de sus vástagos así lo confirma.
Así, mientras el propio gobernador sustituto Flavino Ríos tomaba protesta a Clementina Guerrero como nueva Secretaria de Finanzas –la única salida política que encontraron para poner fin a la irrupción de Palacio de Gobierno y Casa Veracruz-, en el Congreso se hacía pública una supuesta carta enviada por el ex gobernador Javier Duarte para solicitar su reincorporación al cargo. Los textos de Kafka podrían resultar cuentos infantiles frente a lo que sucede en Veracruz.
¿Alguien en su sano juicio imaginó hace exactamente un año, en el marco del V informe de gobierno, que el siguiente 15 de noviembre estaría marcado por un gobernador prófugo de la justicia, un gobernador interino adelantando de manera forzada la transición política y administrativa; y un estado en llamas a causa del viejo cáncer que significa para los veracruzano la rencilla Fidel-Yunes? Nadie.
La llegada de Clementina Guerrero a Sefiplan y la expedita retirada de los presidentes municipales, puso de manifiesto que a nadie le interesa cuidar las formas y la civilidad. La crisis política de las últimas dos semanas sólo fue una demostración de poder que rindió frutos al gobierno entrante, pero que en poco abona a la solución de fondo de los problemas. Los alcaldes se fueron pero las deudas se quedaron, así como todo quedó como en un principio.
Al mismo tiempo, los equipos de transición han empezado a presentarse en las diversas oficinas de gabinete para iniciar la entrega-recepción. Desgraciadamente, el fétido olor de la corrupción inunda prácticamente todas las áreas del gobierno. En breve, los veracruzanos conoceremos no sólo el tamaño del desfalco, sino un capítulo más de una agria disputa política que nos ha sumido en la pobreza.
Mucho se ha escrito sobre el conflicto entre Fidel y Miguel Ángel. Fueron amigos que compartieron el origen y el proyecto. Si la razón fue el celo político, la traición, el dinero o la veleidosa disputa por un amor, eso a los veracruzanos nos tiene sin cuidado. Lo que nos tiene al borde de la locura es el resultado de esa añeja disputa.
En estos años, cada decisión política y cada proceso electoral, parecía no tener otro propósito que asestar un golpe certero a su adversario. Pareciera que la vida política de estos dos personajes gira entorno de su enemigo; los triunfos políticos de Fidel parecían haber mermado la capacidad de respuesta de Miguel Ángel, sin embargo, fue el propio Fidel quien le abrió la puerta a su resurgimiento. La designación de Javier Duarte fue el principio del fin.
Hoy está por iniciar un nuevo gobierno, y en consecuencia, un nuevo episodio de esta disputa. No se ve la forma en que Fidel Herrera vaya a capitular del viejo anhelo de hacer a uno de sus hijos Gobernador de Veracruz. Este propósito también lo tiene Miguel Ángel. La sospechosa carta enviada ayer al Congreso habla de que habrá toda clase de artilugios para hacer fracasar uno y otro propósito, con los veracruzanos como tristes y damnificados espectadores.
No pueden someter a varias generaciones de ciudadanos -y a sus instituciones- a una maldición dirigida a su enemigo personal; menos aún, heredarla a través de su propia descendencia. Esto lo negarán unos y otros, pero los hechos ahí están. Los actos hablan por sí solos. Es tiempo de que la maldición de Kramer vs. Kramer cese para que Veracruz recupere la paz y el orden.
La del estribo…
El Senado de la República hizo oficial que entregará la Medalla Belisario Domínguez 2016 post mortem al veracruzano Gonzalo Rivas Cámara, ingeniero en sistemas y empleado de una gasolinera en Chilpancingo, quien evitó que explotara esa estación de servicio durante una manifestación de normalistas de Ayotzinapa. Habrá protestas, lo que demuestra que la subcultura del país prefiere a los mártires, no a los héroes.