El primero que se lamentó por haberle tocado “bailar con la más fea” fue Javier Duarte, quien de gobernador con licencia ahora pasó al vergonzoso estatus de prófugo de la justicia.
Y es que hace dos años, en julio de 2014, ante un nutrido grupo de empresarios del norte, centro y sur de la entidad que concurrieron al World Trade Center de Boca del Río para participar en las actividades de la Semana del Emprendedor, esa vez denominada “Transformando Veracruz”, Duarte de Ochoa sorprendió a los asistentes cuando les pidió que le permitieran sincerarse unos minutos: “Me tocó gobernar en una de la situaciones más complejas y difíciles, me ha tocado bailar con la más fea”, se lamentó.
En esa ocasión, el gobernante priista pretextó que “no estábamos preparados para este complejo escenario que se tenía”, el cual atribuyó a los “grandes desastres naturales por huracanes, el flagelo de la inseguridad como en el resto del país”, pero también a las “trabas burocráticas que privilegiaban más la corrupción que la apertura de negocios, las facilidades a los empresarios para la incentivación del empleo”. Igualmente aludió “a la grave desaceleración económica que se tenía, por lo que las instituciones tampoco estaban preparadas para hacer frente a esta situación, desde el ámbito competitivo”.
A los empresarios les dijo: “Los responsables de generar los empleos son ustedes, antes eran los gobiernos. Se debe cambiar ese paradigma, ser el facilitador de la inversión, no puede ser generador de más plazas que estrangulen los gobiernos. Ahí tienen los gobiernos municipales, muchos se han convertido en ‘tienditas de raya’, sólo pagando a sus empleados”.
En efecto, a Duarte le tocó “bailar con la más fea”, pero su problema es que también resultó ser un desastroso bailador. Ahora se ha descubierto que fue muy bueno para crear empresas “fantasma” y para los negocios inmobiliarios que compartió con familiares y amigos, pero dejó mucho que desear como administrador público.
Tan es así que el hoyo financiero que le dejó el ex gobernador Fidel Herrera Beltrán, en vez de achicarlo lo convirtió en un cráter. Y es que según cifras oficiales de la SEFIPLAN, en diciembre de 2010 Duarte recibió la administración pública estatal con un déficit financiero por un monto de 13 mil 335.8 millones de pesos (MDP), el cual se mantuvo hasta el ejercicio fiscal 2015. En 2016, con la implementación de nuevas políticas públicas, aunque se disminuyó por un monto superior a 3 mil 540 MDP, quedó en 8 mil 266.8 MDP, por lo que el déficit acumulado del ejercicio 2010 al 2015 ascendió a 70 mil 949.3 MDP.
En cuanto al pasivo circulante, al cierre del ejercicio 2010 su monto ascendía a 18 mil 125 MDP, en tanto que la deuda pública a largo plazo era de 10 mil MDP, para ser un total de pasivo de 28 mil 125 MDP heredado.
A partir del ejercicio 2011, pese a que la deuda pública a largo plazo comenzó a incrementarse en un 78.2%, no se implementaron medidas correctivas para contener el incremento del pasivo a corto plazo, el cual ascendió a los 20 mil MDP.
Para el ejercicio 2012, la deuda pública a largo plazo pasó de 17 mil 820 MDP a 37 mil 532.6 MDP, es decir, se incrementó en 19 mil 712.6 MDP. Desde entonces la garantía de fuente de pago se constituyó con participaciones federales, por lo que a partir de ese periodo disminuyó la capacidad de solvencia del Estado y consecuentemente se hizo necesario buscar fuentes de financiamiento alternas, tales como recursos federales, préstamos quirografarios, entre otros, para poder cubrir gastos básicos como sueldos y salarios, pago de participaciones federales a municipios, subsidios a otros Poderes y Organismos Autónomos.
Lo anterior incrementó la presión del gasto corriente, particularmente en gastos e intereses de la deuda pasando de 581.5 MDP al cierre de 2010 a 3 mil 328.1 MDP al cierre de 2015, no obstante que la deuda se incrementó únicamente en 3 mil MDP de 2012 a 2016.
Otro factor que influyó en la situación financiera del Estado fue el gasto en servicios personales, el cual pasó de 16 mil 203.9 MDP al cierre de 2010 a 17 mil 327.5 MDP en 2011, y de ahí creció a 18 mil 473.2 en 2012; a 20 mil 261.7 MDP en 2013; a 23 mil 839.8 MDP en 2014; a 24 mil 912.2 MDP en 2015, y para 2016 se espera cerrar en 26 mil 138 MDP, esto exclusivamente con cargo a recursos de libre disposición, que son ingresos propios compuestos por los recaudados por el estado y las participaciones federales.
Sin embargo, a partir del ejercicio 2011, que es el declive de la capacidad de pago de la administración duartista, el gobierno del estado se sujetó a unos COVENATS, lo que obstruyó que esta información se hiciera pública. Por ejemplo, el pasivo circulante no puede ser superior a 800 millones de UDIS, y el gasto corriente no puede rebasar el 80% del total de los ingresos ordinarios, entre otros. Esta situación obligó a que no se revelara la totalidad del pasivo circulante, como de los saldos reales en las cuentas de bancos, que siempre se mantenía en un saldo superior a los 3 mil 400 MDP, situación que complicó la correcta revelación de la situación financiera.
Por eso es que este lunes, en entrevista con la periodista Adela Micha, el gobernador interino Flavino Ríos también se sinceró y le dijo a la conductora de la Primera Emisión de Imagen Informativa que “de haber sabido que la situación era tan grave, no aceptaba el cargo”.
¿Y entonces por qué no renuncia? Y es que el propio Ríos Alvarado, quien desde la noche del domingo tuvo que irse a despachar a su domicilio particular, mencionó que el déficit financiero de la presente administración proviene desde 2009 y que con el tiempo se ha ido incrementando. Ello, dijo, se les ha explicado en repetidas ocasiones a los alcaldes del PAN y PRD que tienen tomado el Palacio de Gobierno y ahora la Casa Veracruz: que los recursos federales se utilizaron para pagar diversas cosas y que el gobierno del estado no cuenta con la solvencia para finiquitar el adeudo, quejándose de la actitud intolerante e intransigente de los ediles que justamente reclaman los fondos retenidos a sus municipios.