Un gobernador prófugo de la justicia, otro interino que no tiene siquiera un espacio público para trabajar y uno más electo que ha soltado los demonios que él mismo busca exorcizar una vez que tome posesión, son los actores principales de la tragicomedia veracruzana. Pero no son los únicos.
Bajo el argumento de la falta de pago de las participaciones federales, alcaldes veracruzanos han decidido convertirse en guías turísticos de reporteros en Casa Veracruz y Palacio de Gobierno, dejando al garete sus municipios; otros más decidieron manifestarse en la Secretaría de Gobernación de la ciudad de México para exigir lo mismo.
Cuando está por cumplirse el periodo que establece la ley, el Organismo Público Local Electoral (OPLE) no tiene recursos siquiera para realizar su sesión de instalación, lo que augura un complicado proceso electoral; en un descuido, las boletas electorales de 2017 podrían ser en fotocopias.
Pobladores de Tatahuicapan no sólo tomaron las instalaciones de Yuribia sino que rompieron la tubería que abastece de agua a tres municipios del sur de Veracruz. Siendo aguas nacionales, resulta que la presa es la moneda de cambio de grupos que han sido beneficiados de sobremanera y que hoy aprovechan el caos que abriga al estado.
Y lo que todos sabemos. Un Veracruz en bancarrota que no tiene dinero suficiente para pagar a sus maestros, doctores, burócratas; menos aún para equipar adecuadamente hospitales y escuelas o dar mantenimiento a las carreteras por las que transitamos. Una deuda infame que arrastraremos por varias generaciones, aún cuando el villano favorito pase buena parte del tiempo en la cárcel.
Después de un día de respiro, este martes se esperan nuevas movilizaciones, tomas de carreteras y oficinas oficiales, y el cierre de las principales arterias de la ciudad, para cobrar a quien no les debe. Así pues, ni los gobiernos gobiernan, ni la gente trabaja, muchos niños no van a la escuela y transitar es una verdadera ruleta rusa. ¿Nos puede pasar algo peor? Desgraciadamente sí.
El futuro de Veracruz hoy depende de cálculos políticos. A pocos les interesa rescatar al estado del desastre social y financiero; más bien están pensando en cómo administrar el caos, de manera tal que les permita erigirse como los demócratas y héroes de la patria chica. Aún cuando está mermado, el botín aún es grande. Las elecciones municipales lo habrán de confirmar.
En todo caso, los actores políticos preponderantes de hoy, posiblemente no lo sean mañana. La gente expresa cada vez más su hartazgo de la política y de los políticos, pero en su cegada ambición, pocos se han dado cuenta.
Pero aún en el peor escenario, siempre habrá espacio para la política. Ayer por la tarde, el Secretario de Gobernación Miguel Ángel Osorio Chong, recibió al gobernador electo Miguel Ángel Yunes Linares. Según el comunicado oficial emitido por Segob, la reunión duró más de dos horas y tuvo el objetivo de “definir una agenda conjunta que permita atender diversos asuntos relacionados con la seguridad y la gobernabilidad de dicha entidad, bajo un marco de coordinación”.
Ambos se conocen, son viejos amigos. Ambos tienen proyectos políticos de futuro, que lo mismo se pueden enfrentar que coincidir. Pero ahorita están actuando en bandos distintos –esperemos que no contrarios-, que les obliga a la urbanidad política. Lo que pasa en Veracruz puede ser una señal de alarma a tiempo para que el país no colapse.
Casi de manera simultánea, el Subsecretario de Gobierno de la misma Segob, René Juárez Cisneros, recibió a 60 alcaldes del estado de Veracruz encabezados por Américo Zúñiga, quienes le plantearon principalmente la problemática que enfrentan por la falta de recursos presupuestales
Es evidente que la presión ejercida desde Veracruz a través de los presidentes municipales y otros actores políticos, llamó la atención del gobierno federal. El estado de Veracruz no está en este momento para diálogos amistosos sino para acuerdos políticos concretos.
La del estribo…
Según el columnista Ricardo Alemán, los jugosos ingresos de Ricardo Anaya, dirigente nacional del PAN, provienen del novedoso esquema de “moches” que implantó como coordinador parlamentario y que ha mantenido en la presidencia panista. Su visita a Xalapa sirve para avivar el circo de dos pistas y distraer de su propio escándalo mediático. Y la banda pide: ¡que se moche!