Algo debió haber aprendido este miércoles el gobernador electo Miguel Ángel Yunes Linares. Al menos debió entender que con el gobierno de Enrique Peña Nieto los acuerdos avanzan, siempre, por la vía del diálogo, no por el de las amenazas.
Este miércoles Yunes Linares sostuvo una reunión privada (la primera) con Enrique Peña Nieto y al salir habló con los reporteros de la fuente, a quienes les dijo que encontró «muy buena disposición» del Presidente y aseguró que van a trabajar «muy coordinados» a partir del primero de diciembre, que es cuando él asume el cargo.
Les aclaró que el tema de Javier Duarte no se tocó en la plática.
Seguramente tampoco hablaron de aquella amenaza lanzada por el propio Yunes Linares: «Quieren impedir que tome posesión como gobernador del estado de Veracruz. Tratarán de evitar que asuma el cargo, porque el régimen sabe que he llegado a la médula de la corrupción, no quieren que llegue a gobernador porque saben que tengo información que cimbrará a México».
Tampoco se deben haber detenido a comentar las declaraciones del senador Fernando Yunes Márquez (hijo de Yunes Linares) quien señaló apenas el mes pasado que gobierno federal estaba minimizando la problemática de inseguridad en Veracruz.
“Es algo que no comprendemos, en un principio era por la negativa del gobierno del Estado, que ellos reportaban cifras falsas, decir que las cosas están bien. Hoy la situación de Veracruz es conocida a nivel nacional como una de las más graves en el país”.
O lo que apenas hace unos días declaró el alcalde de Boca del Río, Miguel Ángel Yunes Márquez (otro hijo de Yunes Linares), en el sentido de que el gobierno federal había «hecho caso omiso» ante la crisis que enfrenta Veracruz.
De lo que sí hablaron fue de la forma en la que el gobierno de Enrique Peña Nieto puede ayudarle a Veracruz, y a pesar de la «muy buena disposición» del Presidente, a las peticiones del gobernador electo se limitó a remitirlo con los titulares de área.
¿Problemas financieros? Vaya y platíquelos con Meade.
¿Problemas de seguridad o de gobernabilidad? Seguramente Osorio estará dispuesto a escucharlo.
En principio, José Antonio Meade ya le mandó un mensaje al futuro gobernador de Veracruz:
“La relación con los estados está acotada a instrumentos financieros y cada estado tendrá que hacer frente a su situación financiera de acuerdo con la ley, por lo que no habrá rescate para Veracruz, Quintana Roo ni Chihuahua”.
El titular de Hacienda explicó que sólo tiene dos instrumentos para apoyar a los estados: la entrega de participaciones que salen de la recaudación y pueden ser usadas libremente, y las aportaciones, que son recursos con fines específicos.
Admitió, sí, que habrá de reunirse con el equipo de Yunes Linares para «revisar los instrumentos con los que se puede acompañar al estado».
Llama la atención que -según las propias palabras del gobernador electo de Veracruz- durante el encuentro con el Presidente subrayó que «la crisis financiera en la entidad va más allá del endeudamiento y la falta de entrega de participaciones federales a los municipios, pues también está pendiente el pago de prestaciones a maestros, organizaciones y trabajadores de los Poderes Judicial y Legislativo».
Es extraño porque, precisamente, los coordinadores del protocolo de entrega-recepción designados por el propio Yunes Linares dijeron tener instrucciones de no iniciar los trabajos mientras no se hayan saldado todos esos adeudos.
¿Por qué, entonces, llevar a la charla con Peña Nieto el tema de pasivos que él ya mandó decir que no aceptará?
Habrá que confiar en que el gobierno federal encontrará la forma de ayudar a Veracruz.
A final de cuentas, lo más difícil, el cierre del año, ya lo había resuelto Flavino Ríos, cuando acordó con la Federación la entrega de 11 mil millones de pesos, que se estará dando en los próximos días.
Ya los alcaldes estarán registrando depósitos de la administración estatal a partir de este jueves y poco a poco la situación tenderá a normalizarse.
Bien reza el dicho: «Más vale un mal acuerdo que un buen pleito».