Empiezan a correr las apuestas sobre la integración de las comisiones en el nuevo Congreso. En apariencia, el PRI lleva las de perder en el reparto legislativo debido a su minoritaria representación, sin embargo, será el grupo parlamentario que decida muchas de las votaciones en el diferendo vaticinado entre Morena y el PAN.
Dada la presencia de Morena, serán muy pocas las votaciones que alcancen unanimidad o mayorías considerables; es una práctica común del partido lopezobradorista reventar los acuerdos cuando estos se llevan a votación en el pleno. Basta observar el comportamiento que tienen en el Congreso federal. Esto va a dificultar el día de campo que esperaba tener la alianza PAN/PRD, al margen de que mantener el matrimonio podría salir muy costoso a uno de los consortes.
Por lo pronto, si se respeta el número de comisiones y estas se asignan de acuerdo al número de diputados que integran cada grupo legislativo, tendríamos que al PAN corresponderían 12, a Morena 9, al PRI 7, al PRD 4, al Verde 2 y tanto AVE como Panal sólo alcanzarían a presidir una comisión. Será en la Junta de Coordinación Política (Jucopo) –aún no se integra pero ya está trabajando de facto- donde se determine la suerte de los grupos parlamentarios.
Sin embargo, el pastel es grande. Hoy el Congreso del Estado se ha convertido en una enorme burocracia en el que caben decenas de funcionarios que gozarán de privilegios similares a los de cada diputado. Por eso, las negociaciones se extenderán hasta las áreas administrativas, muchas de ellas estratégicas por el trato con el gobierno estatal y el ajuste con los gobiernos municipales.
Toda vez que en la Presidencia de la Jucopo se perfila a favor del partido con mayoría (PAN), es altamente probable que la Presidencia de la Mesa Directiva recaiga en una mujer representante de Morena. Ahí el PRI tendrá un rol protagónico desde los espacios operativos.
Aquí el punto radica precisamente en los perfiles. La mayoría de quienes serán diputados a partir del 5 de noviembre tienen muy poca experiencia parlamentaria. Su trabajo como presidentes e integrantes de las comisiones legislativas podría convertir al Congreso en un elefante blanco y obeso, con una productividad poco alentadora. Las comisiones de mayor peso recaerán, lógicamente, en los más experimentados, que no son muchos.
En julio pasado, Ramiro Suárez, investigador del Instituto Mexicano de la Competitividad (IMCO), en entrevista con Xeu Noticias, presentó un estudio realizado sobre productividad y costo de los congresos locales de la República Mexicana donde señala que el de Veracruz es el cuarto más caro, sólo atrás de la Asamblea Legislativa, el Estado de México y Jalisco. Es un Congreso más caro incluso que Nuevo León, por ejemplo.
En el documento se analizaron a los 32 congresos locales de México donde señala que el de Veracruz es uno de los más caros y que no está cumpliendo con sus obligaciones de transparencia. Ese será otro tema que será revisado con lupa por los nuevos grupos de mayoría que vienen por todas las canicas.
Por lo pronto, pocos dudan que las primeras decisiones que urgen al gobernador electo, se realicen sin mucho trámite. La remoción del Fiscal del Estado y el titular del Órgano de Fiscalización se dan por descontadas, incluso con el voto a favor de Morena.
De ahí vendrá algo mucho más complejo: el presupuesto del estado para el año 2017. Hay que recordar que como sucede a nivel federal, el dinero estatal viene comprometido en su mayoría, por lo que el margen de maniobra se reduce considerablemente, y más cuando la deuda está anclada a varias generaciones.
Y sí, como dicen, será un Congreso inédito… sui géneris, dirán algunos más.
La del estribo…
Antes de que inicie el proceso electoral, el OPLE estaría por dar un golpe de timón. Los directores generales podrían estar haciendo maletas para abrir espacio a perfiles afines a los consejeros electorales y al nuevo gobierno. ¿Y la integración de los consejos distritales y municipales? Esa, esa es otra historia.