56 días, del final  y el inicio de un nuevo gobierno. O antes, si renunciar es inevitable.

Sigue el espectáculo distractor de las suspensiones partidistas, tan caro como  innecesario. Ante la solución simple y sencilla, de  aplicar de inmediato la ley, para evitar más pérdidas y sacrificios de los veracruzanos.
Otra Legislatura Estatal  en 30 días. Exigirá  verdaderas transparencia y rendición de cuentas, fiscalización puntual y evaluación social efectiva. O seguirá en más de lo mismo y peor.

¿Habrá verdadero informe de gobierno? ¿Se sabrá del destino de miles de millones de pesos desaparecidos? ¿Diputados mandaderos o representantes responsables? ¿Habrá limpieza efectiva o encubridora simulación?

No hay de otra que participar, para aprovechar la oportunidad y convertir en realidad el cambio verdadero.
Hay que insistir y repetir. Imprescindible identificar aciertos, logros y avances, por pocos que sean; y también, los buenos servidores públicos,  que los hay.

Además, indispensable  señalar a los malos y peores; así como cuantificar daños, pérdidas y retrocesos.

Ni olvido encubridor, ni perdón cómplice. Corregir, remediar  y prevenir son prioridades.
Urge impedir que se recurra y abuse de distracción, manipulación y entretenimiento, para no atender ni resolver los urgentes problemas de Veracruz.

Sigue  la estampida de renuncias, huidas, traiciones, ingratitudes y deserciones. Más escándalos y revelaciones.

Sigue el costoso e inútil espectáculo de  fiscalización simulada.

Más  desempleo, informalidad, pobreza, hambre, sed e inseguridad; así como, deuda pública en aumento, recortes y limitaciones al reducido presupuesto.

Continúa el debilitamiento y destrucción de instituciones y dependencias oficiales.

PRI, en caída libre, sin credibilidad ni confianza, con menos y menos simpatizantes y militancia.

PAN y MORENA con presencia e influencia crecientes.

Mientras el gobierno de la alternancia, anuncia que “cambiará totalmente el modelo de gobierno”.

“A 59 días de rendir protesta como gobernador de Veracruz, Miguel Ángel Yunes Linares afirmó que su compromiso será gobernar con transparencia, limpieza y eficiencia, y trabajar para los 8 millones de veracruzanos que requieren y tienen derecho a un buen gobierno…dijo que cambiará totalmente el modelo de gobierno «de uno actual despilfarrador, corrupto e ineficiente, a uno austero, limpio, eficiente y cercano a la gente» (La Jornada Veracruz.021016)

La negra maldición.

Mientras tanto, sigue el sortílego  convertido en realidad. El encanto  que pasa a ser hecho.

En Veracruz, la maldición es simple:

Durante cuatro años, muchos  de los interesados en la representación y poder públicos; de gobernantes, funcionarios y simples servidores ocuparan gran parte de su tiempo y esfuerzo, estarán dedicados y preocupados, en lo que más les interesa: conservar o alcanzar el poder; y en su caso, persistir  en la continuidad de la impunidad, para no hacer frente a la Justicia, ni mucho menos caer a la cárcel.

Así que se teme y prevé, que no habrá, o serán muy pocos los dedicados a atender los asuntos públicos, satisfacer  las crecientes necesidades sociales,  y resolver los innumerables problemas y conflictos, propios de la convivencia humana.

De los cuatro años, apenas va el segundo: faltan todavía,  el  de elecciones municipales en 2017: y el aquelarre del 2018,  en donde se juntan las elecciones a nivel nacional y estatal, tanto del  poder ejecutivo, como del legislativo.

En la superficie, sigue la cultura dominante del lenguaje  placebo.

Nada tan claro y directo como la catástrofe que padece Veracruz. Sobra la ilusionista fantasía, así como la justificadora comunicación oficial,  sin precedentes.

Economía esotérica, de empresas fantasma,  de brujería llena de desapariciones de miles de millones de pesos del presupuesto; de increíbles milagros contables;  de nigromancia de la fiscalización que convierte todo,  en “vamos bien y viene lo mejor”; de noche y día, de brujería de deuda inexistente, pero siempre presente;   de hechicería, que convierten a conocidos miserables en nuevos millonarios, no importa el cargo. Magia de bloqueo, manifestaciones y protestas que se han vuelto cotidianas.

Gobernantes y políticos entre malos y  peores, entre  mediocridad e  impunidad,  público y notorio que pocos, muy pocos se salvan. Y otros, también fuera de serie, creen que no sobresalen por ser los más favorecidos y enriquecidos, ilusos y confiados están fácilmente identificados entre  complicidad y  delincuencia.

En todo caso deplorable seguir en la guerra de  demagogia y  entretenimiento, mientras el país y el estado se empobrecen. Lamentable y costosa la pérdida de tiempo y recursos. Inútil y contraproducente mantener la perpetúa inundación de  discursos intrascendentes, de  autopromoción y  autoelogio, patrocinados ampliamente con cargo al presupuesto oficial.

Los problemas siguen allí afectando a millones y millones, que demandan resolverlos, exigen no esconderlos, ni negarlos o minimizarlos.

Cerca muy cerca de los límites sociales y del aguante popular, la retórica de más de lo mismo, se encuentra acorralada y desmentida por la cruda realidad. No bastan los buenos propósitos y los mejores deseos.

Tampoco son suficientes los renovados actos de fe y confianza en un futuro mejor, tan lejano como inalcanzable.

La archiconocida política y políticos de más de lo mismo, contra su voluntad y costumbre, exige más y mejor participación ciudadana y social.

Ahora estamos obligados a probar algo diferente, ensayar otros mecanismos e intentar otros procedimientos, para encontrar y asegurar la ruta de supervivencia, a política y políticos que no han sabido responder a la demanda creciente de cambios y reformas. A contar con administración eficiente de los recursos públicos que les fueron confiados; y que tampoco han demostrado, cumplir las leyes y las atribuciones de los cargos gubernamentales otorgados.

Renovarse o desaparecer, advierten los ciudadanos, usados una y otra vez en el ritual electoral que nada nuevo les ofrece.

Por lo pronto, la participación es prioritaria, imposible seguir empantanados y con riesgos de polarización creciente, ante la ineptitud y corrupción gubernamental. Juntos hay que lograr la solución consensuada, quizá no la mejor, pero será la acordada y  más viable posible.

En este contexto es inocultable que urgen cambios y reformas. Imposible seguir perdiendo tiempo, recursos y oportunidades. Es la hora de la política, pero de la buena; de gobernantes y políticos responsables, previsores y creativos; de más y mejor participación social.
*AcademicoIIESESUV@nullRafaelAriasH.Facebook:VeracruzHoydeRafaelAriasHdez