Con excepción de la vida, el gobernador Javier Duarte de Ochoa le debe todo a su antecesor Fidel Herrera Beltrán, quien a diferencia de otros de sus discípulos no pudo hacerlo en materia política totalmente a su imagen y semejanza.
Así, al menos, lo acaban de sugerir la semana anterior académicos de la Universidad Veracruzana, quienes en el coloquio titulado “Veracruz: crisis, alternancias y resistencias”, reconocieron que con Herrera Beltrán se acabó la figura carismática de gobierno para pasar a un gobierno de decisiones autoritarias, reacciones descabelladas, absurdas y caprichosas.
“Despotismo histérico”, según definió Alberto Olvera Rivera, del Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales de la UV, durante su participación en la mesa sobre “Pobreza, desigualdad y crisis social”, en la que expuso que en la presente administración duartista “no hay estrategia, se distribuyen los fondos de manera irresponsable y no hay control como tenía Fidel con un cierto sentido político; acá, un uso discrecional del patrimonio público”.
En efecto, Duarte de Ochoa fue hechura de Fidel Herrera. En 1995, a sus escasos 22 años de edad, inició con su carrera en la vida pública al ser nombrado Asesor de la Coordinación General para la Promoción de la Participación Social en la Secretaría de Gobernación. Posteriormente lo hizo Asesor de las Comisiones de Reglamentos y Prácticas Parlamentarias, Gobernación y Hacienda de la LVII Legislatura de la Cámara de Diputados, y más tarde Secretario Particular y Secretario Técnico de la Comisión de Estudios Legislativos en la LVIII y LIX Legislaturas del Senado de la República.
En su campaña electoral por la gubernatura, en 2004, lo colocó en la Subsecretaría de Finanzas del CDE del PRI, y al inicio de su administración lo designó Subsecretario de Finanzas y Administración y posteriormente lo ascendió a Secretario de Finanzas y Planeación del Gobierno del Estado de Veracruz, fungiendo también como Presidente del Comité Técnico del Fideicomiso del Fondo de Desastres Naturales.
A la Sefiplan renunció a principios de 2009 para ser postulado ese mismo año como candidato del PRI a la diputación federal por el distrito electoral de Córdoba, ya que por ese entonces los estatutos priistas todavía exigían a los aspirantes a la gubernatura haber desempeñado previamente otro cargo de elección popular.
Así, pues, sin una gran trayectoria política en el estado, en sólo seis años Fidel Herrera llevó a Javier Duarte de la mano hasta la gubernatura, derrotando no sólo a su peor enemigo político, Miguel Ángel Yunes Linares, quien fue abanderado en 2010 por la alianza PAN-PANAL, sino también al propio presidente Felipe Calderón Hinojosa, quien había impuesto como candidato al ex director general del ISSSTE.
Ello propició que Duarte fuese opacado por la sombra del ex gobernador, del cual siempre trató de deslindarse. “En Veracruz, el que gobierna soy yo”, repetía una y otra vez ante la incredulidad de sus críticos y detractores.
Sin embargo, él mismo alimentaba la misma versión, pues en la víspera de la elección local de 2013, por invitación de Duarte, el ex mandatario presidió una reunión en la Casa Veracruz con diputados locales y dirigentes del PRI de la que inclusive se filtró que Herrera Beltrán podría encabezar la lista de candidatos plurinominales al Congreso del estado y hacer campaña por toda la entidad, con el propósito de frenar a Yunes Linares y al PAN.
No obstante, la relación entre ambos priistas se fue deteriorando a tal grado que luego de la debacle electoral del partido tricolor en las elecciones del 5 de junio de este año, Fidel terminó deslindándose públicamente de Duarte a través de una entrevista publicada el 23 de julio pasado por el diario capitalino El Financiero, en la que sin dar más especificaciones el ex gobernador le declaró al reportero Julio Sánchez Onofre que “lamentablemente mi sucesor no fue lo que yo esperaba y en medio hizo cosas que no tenía que hacer”.
Pero ya desde el mismo día de las votaciones, Herrera no sólo evitó dar su opinión sobre la administración de Duarte, sino que además se dijo “partidario de la alternancia”, ya que, argumentó, “la alternancia ayuda y procesa la voluntad de los ciudadanos, pero hay también alternancias internas y yo creo que hoy vamos a vivir una”, refiriéndose al abortado triunfo del candidato priista Héctor Yunes, quien hasta la fecha sigue marcando su distancia política con el gobernador saliente.
Este fin de semana, Fidel hizo más evidente su alejamiento de su sucesor, pues a diferencia de noviembre de 2007, cuando su hija Rosita Herrera Borunda se casó con Juan Armando Hinojosa García –vástago del empresario Juan Armando Hinojosa Cantú, dueño del Grupo Higa que fue implicado en la polémica venta de la llamada “Casa Blanca” a la esposa del presidente Enrique Peña Nieto, y de la casa de campo en Malinalco del ex secretario de Hacienda, Luis Videgaray –, en cuya ceremonia civil Javier Duarte firmó como testigo, ahora el gobernador de Veracruz ni siquiera fue invitado al rancho Las Ánimas, en Atlacomulco, Estado de México, donde este sábado la hija de Herrera contrajo matrimonio en segundas nupcias con el empresario restaurantero Miguel González Cosío.
Para consuelo de Duarte, en esta ocasión los Herrera Borunda tampoco invitaron a Peña Nieto, quien hace nueve años, siendo gobernador del Edomex, también firmó como testigo.