La expresión más simple, pero a la vez más clara sobre las consecuencias de la salida de Luis Videgaray de la secretaría de Hacienda, la recibí del senador José Yunes Zorrilla: «Es un efecto colateral; efectivamente, esto complica el escenario».
En opinión del senador veracruzano -contemporáneo en el ITAM del hoy ex-ministro de Hacienda- esta decisión de Luis Videgaray «lo pinta de cuerpo entero», esto es, se sacrifica para lavar su sugerencia (la invitación a Trump) y busca salvar del golpe al Presidente.
La renuncia (que no cese) de Videgaray es una decisión de carácter estrictamente político, que compra Enrique Peña Nieto, pues con ello aminora el descontento surgido entre los priistas, los mismos que están reclamando cambios de fondo y que se actúe contra los corruptos.
Ya antes de este anuncio, que tomó por sorpresa a muchos (pues aunque se hablaba de una eventual salida del titular de Hacienda, siempre se asoció a un paquete de cambios que perfilarían al eventual sucesor de Peña Nieto) Pepe Yunes sugería que la apuesta de ese grupo político se había modificado, y que era José Antonio Meade la figura más fuerte hacia la sucesión, incluso con la anuencia del propio Videgaray.
Hoy Yunes Zorrilla advierte que la precandidatura de Meade «está cantada», en una recta final en la que también aparece Miguel Ángel Osorio, pero que aún podría sumar a alguien más.
El camino parecía el indicado, Meade había sido sacado del ostracismo que representaba la cancillería, para colocarlo en la dependencia encargada del combate a la pobreza, la responsable de todos los programas asistenciales del gobierno federal. Mejor plataforma no podía escoger.
Hoy, sin embargo, en una medida obligada por las circunstancias, José Antonio Meade cae en la impopular secretaría de Hacienda, con la encomienda del Presidente de contener el crecimiento de la deuda, mediante la aplicación de medidas que signifiquen que sea el Gobierno de la República el que se apriete el cinturón, no las familias ni las empresas de México.
Un estricto control del gasto operativo por parte del gobierno federal, tendrá como consecuencia una desaceleración de la economía y, por lo tanto, un deterioro de la imagen del responsable de dichas medidas.
El menos feliz con la designación debe ser el propio Meade, quien vislumbraba un camino menos accidentado desde la Sedesol hacia la sucesión del 2018.
Hoy por hoy la decisión del Presidente Enrique Peña Nieto parece favorecer en mayor medida al secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio, pues como opina una destacada periodista de la capital del país: «¿quién en su sano juicio votaría por el que cobra los impuestos?».
Sin embargo, nada está definido aún. Enrique Peña Nieto ha demostrado en múltiples ocasiones que sabe ser agradecido y generoso con sus amigos. Ahí están, como ejemplo, Enrique Ochoa en el PRI y Luis Enrique Miranda en Sedesol.
Al Presidente le queda muy claro, además, quiénes fueron los que de forma mezquina aprovecharon las circunstancias y echaron leña a la hoguera en la que las redes sociales quemaban a Luis Videgaray. Los tiene ubicados y en su momento habrá de pasarles factura.
Como diría un buen amigo: «Esto apenas comienza. Lo importante es que ya comenzó».
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