— A ver mi pequeño remonta-cumbres, —el Gurú trae ahora un humor sinonímico—¿me puedes decir lo que representa para ti ser leal?
—Primero, mi venerable maestro, —le devuelvo el toque, porque él es más joven que yo— considero que la lealtad significa manejarse siempre con la verdad ante nuestro próximo, que puede ser un jefe, nuestra pareja, la familia, un amigo.
—Y hasta con los enemigos… —completa mi mentor, y añade:
—Has introducido un buen punto para la reflexión al poner énfasis en la sinceridad como un requisito indispensable para el leal, y podría añadirte algunos elementos más, como la honestidad, la honradez, la mesura, la autenticidad.
Vamos caminando por los verdes prados del campus xalapeño de la Universidad Veracruzana y la vista se aúna al oxígeno para que la mente y el ánimo se expandan hacia la grandeza y se entreveren hacia la profundidad, al menos en el caso del maestro, que yo lo mejor que hago es seguir su línea de pensamiento.
—Pero vayamos por partes. Lo esencial para quien ha hecho un compromiso de lealtad es conducirse con veracidad. Una mentira, así sea utilizada con la mejor de las intenciones, acaba con todo asomo de fidelidad, porque el otro se ha confiado en que nuestras palabras para él estarán siempre apegadas a la realidad y a los hechos.
El pensador detuvo su paso, me volteó a ver fijamente y me dijo, con un tono de admonición:
—Recuerda siempre esto: cuando dices una mentira, te obligas a decir otras para sustentar la primera, y por lo general acabas olvidando parte de lo que inventaste. Así que un mentiroso cae en su propia trampa. La manera más cómoda de discurrir por esta vida, es apegándose siempre a la verdad. Así te evitas muchas molestias y sobre todo muchas penas, porque el que miente siempre termina haciendo el ridículo.
Llegamos a una de las cumbres y de manera natural nos detuvimos para tomar aire y llenarnos los ojos del verde interminable e inmenso de la vegetación.
—Si eres verdadero, la honestidad será la bandera que te defina ante quien has hecho compromiso de lealtad. Y junto con ella debes ejercer la honradez, con la que podrás ganar la confianza plena en ti.
—¿Y actuando así ya puedo pensar que creerán en mi lealtad? —pregunté no tan ingenuamente.
—Te faltaría agregar algunas especias para terminar de dar el toque de sabor de la fidelidad. La mesura implica que si te has acercado a un poderoso y él ha extendido su manto hacia ti, tienes que ser sencillo en el trato con los demás y modesto con tus logros. La soberbia es una conducta totalmente tóxica, pues sólo te acarrea enemigos y no te produce algún placer genuino. Tampoco seas zalamero y evita en lo posible los elogios, porque estos siempre son fingidos ante el poder.
La pendiente suave en la bajada nos hizo aumentar la velocidad de la caminata y sin darnos cuenta ya casi estábamos llegando a la meta que nos habíamos propuesto, así que el Gurú aceleró también la conclusión de su perorata:
—Lo último es que seas auténtico y que te presentes lealmente como eres, como piensas y como actúas. El mejor ejemplo de lealtad hacia alguien es decirle cuando no estamos de acuerdo con él; advertirle cuando pensamos que no está actuando de manera correcta, aunque podamos causar su enojo… Y mira bien, si la persona a la que le eres leal no le gusta tu lealtad, pues mejor búscate a otra, que ahí no tienes nada que hacer.
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