Mutatis mutandis.

Por Rafael Arias Hernández.

Estamos en lo que no pensamos ni deseamos llegar. La política para muchos, se ha convertido en una actividad de adoración y protección a ratas.

Para asombro general, aunque ya lo habíamos apuntado en este mismo espacio, en octubre de 2012,  diríamos que se ha ido más allá de la zoología, la protección de animales, o el respetable punto de vista religioso.

Igual que entonces, vale la pena preguntarse, si dicha adoración no se ha convertido en una verdadera profesión basada en la corrupción, ineficiencia y delincuencia gubernamental, pues para el pueblo no hay duda que muchos de sus gobernantes, funcionarios y empleados públicos son unos auténticos roedores, a los que complicidad e impunidad protegen, estimulan y fortalecen.

Hay que hacerlo, para empezar, por la simple y sencilla razón que se ha llevado a Veracruz a padecer y financiar cuatro años seguidos de elecciones, que incluyen una mini y otra  maxi gubernaturas.

Esto es, todo este tiempo muchos políticos veracruzanos en el poder, aspiraran y lucharan por lo que es lo más importante para su existencia, que no es desde luego servir al pueblo, sino más bien servirse y beneficiarse del mismo,  para permanecer en el gobierno o para alcanzarlo y hasta compartirlo, en el uso y abuso de sus recursos y de las atribuciones institucionales que la ley le otorga; y ya de retirada, conseguir continuidad de su impunidad y hasta fuero o seguir intocables y reciclables.

Así que: ¿Qué hacemos con las y los ratas en el gobierno?

El ejemplo jala

Hoy como ayer, hay la fundada sospecha de que el modelo puede imitarse o propagarse.

Incluso, se teme, con razón, que el ejemplo pueda cundir y que, de no comentarse en público, para detenerse, esto podría traer efectos impredecibles y consecuencias incómodas, como es su propagación y multiplicación hasta convertirse en plaga. Incluso legalizada en este maremágnum de elecciones, en donde la delincuencia electoral puede influir y favorecer o inclinar los resultados hacia los roedores.

 ¿Qué sucedería si se descubriera, con pruebas fehacientes e indiscutibles que una población creciente respetara y adorara a las y los ratas?

¿Hay que imaginarse lo que sucedería si partidos, grupos, sindicatos y gobiernos, así como medios de comunicación fueran invadidos y hasta controlados por auténticas ratas?

Divinidad de la impunidad

En fin, la cuestión es que el tema de la ciudad de las ratas podría tomar actualidad e importancia a partir del enfoque turístico y del sustrato religioso que conlleva.

Así, es posible o no sería de extrañarse, que en algunas ciudades veracruzanas se despierte curiosidad y hasta interés, por conocer (¿y hasta imitar?), la peculiar forma en que se edificó y sostiene un famoso templo de adoración a las ratas, en Rajasthan, India.

Templo, población y lugar que gracias a este hecho, son ya mundialmente famosos.

Decidieron desde hace más de seis siglos, adorar y considerar sagrados a los y las ratas,  debido a la creencia de que las almas de los seguidores de Karni Mata ó Nari bais, personificación de Durga, su deidad más importante, están reencarnadas en estas ratas y, por tanto, deben ser atendidas y veneradas.

De ahí que la idea se popularizó y se convirtió en una leyenda propia de la ciudad, que ahora le caracteriza.

De roedores en el Gobierno

Revolución tecnológica e indiscutible globalización han contribuido a que la fama se extienda y, ahora, pueda ser conocida en todos sus aspectos religiosos, artísticos, turísticos y hasta zoológicos.

Lo preocupante es que pueda ser imitada total y parcialmente, desde este o desde otro punto de vista, hay ciudades y municipios de Veracruz o del país mismo, en donde, demasiadas pruebas, han hecho creer y asegurar que están invadidas por ratas, a los y las que muchos veneran, adoran y siguen estén o no presentes.

Por lo pronto, es de esperarse que algunos funcionarios públicos federales, estatales y municipales, piensen y mediten sobre lo conveniente o inconveniente que resulte, la propuesta de incorporar estas u otras ideas a las innovaciones de intercambio cultural, político o gubernamental.

 No se descarta la posibilidad misma de imitar o adaptar esta singular forma de promoción turística; por lo que tampoco sería nada raro, que habitantes de todas latitudes y altitudes, después de un rápido análisis de posibilidades, antes o en el momento de la entrega recepción, de la crisis financiera y del endeudamiento público, ahora identificaran sus terruños, sus ciudades como espacios afectados por ratas de todo tipo.

Incluso hay quienes prefieren irse por lo tradicional, por fortalecer las relaciones entre pueblos y autoridades; como siempre, se argumentan las conocidas razones, los reiterados argumentos y hasta mecanismos, como el de hermanar las ciudades.

Cabe la posibilidad de que esta actitud optimista de promoción encuentre eco y aceptación. Es de esperar que incluso se agreguen más razones ecológicas, de derechos de los animales y hasta de tipo cronológico, a favor de los multicitados roedores; porque de alguna forma, se tendría presente la influencia china, al citarse “el año de la rata”, aunque no sea final de sexenio, trienio y ahora cuatrienio.

O desde el terreno artístico, se reciban otras influencias. Como las del autor y la famosa intérprete y cantante de “rata de dos patas”.

En fin, uno de los problemas y limitaciones, aquí, allá y en todas partes, es qué hacer con los gobiernos, partidos, organizaciones públicas e instituciones, plagadas de adoradores y protectores de roedores del presupuesto, generadores insaciables de deuda gubernamental de todo tipo, apropiadores de bienes y atribuciones públicas.

¿Aplicarles los decorativos sistemas, nacional y estatal anticorrupción, sus numerosas leyes y disposiciones, así como exhortos, códigos de ética, oraciones y buenas intenciones gubernamentales?

O ya se debe ir pensando en otra repetida solución, innovadoras instituciones, leyes reformadas, complementadas o nuevas que constituyan el moderno sistema anti-ratas real y virtual.

Aunque bien se sabe que la lucha gubernamental contra la corrupción es, en buena medida, solo simulación.

Tema por demás, de preocupación siempre presente.

+AcadémicoIIESES-UV@RafaelAriasH Facebook:VeracruzHoydeRafaelAriasHdez