Para que la cuña apriete ha de ser del mismo palo. Este martes, en el mismo sitio en que el gobernador morelense Graco Ramírez azotó sin conmiseración la humanidad del gobernador Javier Duarte de Ochoa, a quien acusó de haber hecho de la corrupción una forma de gobierno y de la violencia una maldición incorregible, ha venido Manlio Fabio Beltrones, dirigente nacional del PRI, a echar más sal sobre la herida.
¿Hay una firme decisión del presidente Enrique Peña Nieto de tumbarlo de la silla gubernamental? La hipótesis se ha manejado hasta el cansancio tanto en los mentideros políticos y periodísticos de la Ciudad de México como en los de Xalapa, algunos incluso un periodo fatal (como el de cinco días, que apuntó el periodista José Ureña), y mediante las fórmulas más diversas, desde enfermarlo hasta simplemente salir por peteneras.
Pero lo dicho por Beltrones en el municipio de Centro, Tabasco, parece la más clara demostración de lo que se piensa en términos no tanto del daño hecho a los veracruzanos sino del riesgo que su permanencia puede implicar para el destino del PRI en los comicios del próximo 5 de junio. Créame que si no hubiera ese riesgo, muy difícilmente habría reacción.
El dirigente nacional del PRI, quien en la definición del candidato de su partido a la gubernatura tuvo que enfrentar con un manotazo en el escritorio las intenciones duartistas de imponer a uno de los suyos y lograr que fuera el más aventajado de los prospectos, Héctor Yunes Landa, dijo que el mandatario veracruzano deberá presentar “cuentas concretas y verdaderas a los veracruzanos”.
Porque, añadió, “al PRI nos ocupa mucho cualquier señalamiento que se pueda hacer de buen o mal gobierno y actuamos en consecuencias. En lo bueno, insistimos, y en lo malo, lo sancionamos”.
Lo dicho en la entrevista concedida al corresponsal del periódico Reforma, Carlos Marí, hace que la cabeza dé muchas vueltas, porque el hecho de señalar una sanción para un mal gobierno, en particular, el de Veracruz, corrobora una serie de rumores y comentarios en el sentido de que Peña Nieto, Miguel Ángel Osorio Chong, Secretario de Gobernación, y el mismo Beltrones, estarían creando la estrategia para prescindir del cordobés, quien ha generado verdaderos tornados políticos que ponen en riesgo la elección en el estado con el tercer padrón electoral del país.
Cuando el periodista le pregunta “¿Ustedes van a seguir respaldando a Javier Duarte?, la respuesta fue contundente: “Nosotros estamos respaldando a Héctor Yunes como candidato”.
Y para mostrar que lo dicho por el precandidato priista en el noticiero de Joaquín López Dóriga, de que “a quien tenga que meter a la cárcel, incluyendo al Gobernador, lo haré”, tiene respaldo del PRI nacional e, incluso, del gobierno federal, Manlio Fabio Beltrones respondió:
“Héctor Yunes ha hecho un compromiso y el compromiso es cero impunidad con el pasado, con el presente y cualquiera que delinque en el futuro. Si hay algo que sancionar, estoy seguro que no le temblará la mano».
¿Se va o se queda?
La pregunta sobre el destino inmediato de Javier Duarte estaba en todos lados la tarde de este martes. Hasta los menos duchos en el análisis político preguntaban si Duarte se iría, si renunciaría, porque la certidumbre en torno a ese paso había cobrado dimensión de fatalidad.
Quienes preguntaban, lo hacían con cierta esperanza de que fuera cierto, aunque la mayoría añadía la duda sobre si lo dejarían salir sin rendir antes cuentas claras sobre el enorme quebranto de las finanzas públicas.
Y es que Javier Duarte ha sido polémico en todo su gobierno, sin embargo, todo parece indicar que sus malos asesores, a los que ya había alejado pero que se le han agarrado de nuevo como chinches del cuello (como la perniciosa Gina Domínguez), lo han convertido en el señor de las tormentas políticas.
Nos solo ha tratado de poner de rodillas a la Universidad Veracruzana, ahorcándola financieramente y amenazándola legalmente (Legislatura de por medio) de hacerle cargar con el déficit del IPE, lo que este viernes podría significarle una fuerte reacción social en todas las regiones universitarias; también se ha peleado con los medios de comunicación que le habían vendido su espacio y su conciencia, y con los nacionales, a golpe de tuitazos.
Para colmo, casi toda la estructura gubernamental, desde altos funcionarios hasta empleados, está que trina por despidos, retrasos en pagos, recortes presupuestales severos, utilización de recursos federales etiquetados a programas por los que tienen que rendir cuentas.
En el ámbito electoral, no solo ha mantenido una guerra sin cuartel contra el candidato de la alianza PAN-PRD, sino que ha dejado prácticamente sin apoyo al candidato de su partido, Héctor Yunes Landa, con quien prácticamente le separa un pleito que viene de mucho tiempo y que hoy amenaza con llevarlo a la derrota.
Cuando el río suena, es que agua lleva.
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