Tan solo en el mes de enero, Veracruz registró –según cifras oficiales– 111 casos de homicidio, que significaron un incremento de 20 por ciento respecto a diciembre pasado (92) y de más de 54 por ciento respecto al número de casos registrados en enero de 2015 (72).
Este solo hecho suena preocupante, sobre todo si tomamos en cuenta que en lo que va del año se ha mostrado con crudeza en medios de comunicación una estela de violencia que ha dejado cadáveres por todos lados, y en las que por desgracia cada vez más frecuentemente se ve la mano de las propias fuerza policiacas.
Si a ello agregamos que el cuadro concentrador de las estadísticas del país elaborado por el Sistema Nacional de Seguridad Pública (y que tiene como base los datos enviados por las procuradurías y fiscalías estatales) no contempla un hecho cada vez más frecuente y abominable, el de las desapariciones, ya podemos imaginar el nivel de inseguridad que priva en un estado que ha vuelto a ser víctima de las bandas delictivas.
Cuadro 1. Incidencia del delito de homicidio (Enero de 2016)
Aunque no está entre los diez estados con más número de casos, sino en el 11, lo cierto es que esa cantidad es preocupante.
El problema que más hemos vivido en los últimos meses es el de desapariciones forzadas y ese delito no encaja con ninguno de los tipos penales considerados. Como no se encuentra a las víctimas, no se les puede agregar al tipo penal del homicidio, y como no se ha pedido rescate por su liberación y presentación con vida, tampoco entran en el tipo penal del secuestro.
Dado el alto número de casos que han sido visibles a partir de la desaparición de los cinco jóvenes de Tierra Blanca, en que elementos de la Secretaría de Seguridad Pública los entregaron a miembros del crimen organizado y se presume que fueron asesinados, no podemos confiar en los datos oficiales y solo nos queda intuir que el número de homicidios es mucho mayor.
Aunque este semana, en respuesta a dichos del gobernador perredista de Morelos, Graco Ramírez, el gobierno veracruzano hizo comparativos para señalar que las cosas están peor en el estado vecino de la Ciudad de México (con comparativos del número de homicidios, secuestros y extorsiones por cada 100 mil habitantes en ambas entidades), lo cierto es que debemos vernos en el espejo de nuestra propia realidad y no en el de otra.
Por ejemplo, en 2015 se había observado una disminución importante en el número de casos de secuestro, que solo permitió observar un pico en abril con 11 privaciones de libertad, lo que dio como promedio ocho secuestros mensuales.
Sin embargo, en enero de este año ya se registra más del 10 por ciento de todos los casos reportados por la Fiscalía General de Veracruz el año pasado, cuando el total fue de 97. Todavía más, solo de diciembre a enero se observa un incremento superior al 42 por ciento.
En el primer mes del año, en el ámbito nacional se reportan 78 secuestros. Las entidades que más aportaron a ese total fueron: en primer lugar, el Estado de México (18 secuestros), en segundo lugar, Veracruz y Guerrero, con 10 casos cada uno; en tercer lugar, los estados vecinos, Tamaulipas y Tabasco, cada uno con 9 casos, y en cuarto lugar, la Ciudad de México, con 4.
Eso significa que seguimos estando en los principales círculos del infierno y que, al menos en enero, tuvimos menos éxito que Tamaulipas, el territorio del secuestro por antonomasia, que en enero de 2015 registró 17 casos y hoy ha bajado a 9 (una disminución de 47 por ciento), mientras que Veracruz pasó de 5 a 10, es decir, un incremento de 100 por ciento.
La polémica con Graco
Es cierto que el gobernador de Morelos, Graco Ramírez Garrido Abreu, se voló la barda en Villahermosa, a donde acudió este fin de semana a respaldar al candidato del PRD a alcalde de Centro, señalando a Javier Duarte no solo por los actos de corrupción sino el de la violencia.
Su estado, Morelos, ha sido asolado por la violencia, y los homicidios y secuestros han estado a la orden del día; además, estaba en un estado que ha ocupado los primeros lugares en secuestro, no por la contaminación de Veracruz sino en una franja delictiva que asola a ambos estados, como ocurre en el norte de Veracruz con los casos delictivos de Tamaulipas.
Sin embargo, la respuesta del gobierno de Javier Duarte de Ochoa al golpeteo político de su homólogo morelense, mediante un comparativo entre Veracruz y Morelos en materia de incidencia delictiva, no abona en nada a la percepción de violencia que sentimos los veracruzanos.
Al hablar de 2015, el comunicado oficial señala: “En delitos de alto impacto, cuyos datos se miden en una tasa por cada 100 mil habitantes, Veracruz registró 7.02 homicidios dolosos por cada 100 mil habitantes, contra 25.78 homicidios dolosos por cada 100 mil habitantes en Morelos”.
En efecto, es mayor el número de delitos registrados en la pequeña entidad del centro del país. En 2015, el Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP) informó que la incidencia delictiva en Morelos fue de 49 mil 245 ilícitos cometidos, mientras que Veracruz registró 45 mil 539. Incluso en enero, Morelos registra 3 mil 366, y Veracruz solo 2 mil 770, con una población seis veces mayor. Sin embargo, fuera de diatribas interestatales, lo cierto es que Veracruz, en dos delitos de alto impacto, muestra un mayor número de casos: en Veracruz, 111 homicidios (80 dolosos) y en Morelos 57, 42 de los cuales son dolosos; y en secuestro, dos en Morelos contra 10 en Veracruz.
Nuestra comparativa debiera ser sobre nuestros propios resultados y, al menos en enero, vamos mal respecto a lo ocurrido el año pasado.
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