Hace una semana, ante militantes de Coatepec, el precandidato del PRI a la gubernatura, Héctor Yunes Landa, dio a conocer no sólo su declaración patrimonial, fiscal y de intereses sino también las de su esposa Verónica de la Medina y de sus hijas mayores Liliana y Andrea Yunes Yunes.
El aspirante del partido tricolor dijo que no hay excusas para ser transparente cuando se tienen las uñas cortas, una trayectoria limpia y nada que esconder. “No tengo yates, mansiones, ni propiedades fuera de Veracruz, mucho menos en el extranjero”, afirmó.
La puya iba dirigida a su primo hermano Miguel Ángel Yunes Linares, precandidato de la alianza PAN-PRD, quien ha sido implicado en casos de sobornos y extorsión. En mayo de 2014, por ejemplo, el periodista Raymundo Riva Palacio consignó en su columna Estrictamente Personal que “el 24 de octubre del año pasado la Comisión de Valores y Cambios de Estados Unidos, la Securities Exchange Commission (SEC), emitió un boletín donde notificaba que la multinacional Stryker, una de las empresas líderes en tecnología médica en el mundo, reconoció haber pagado sobornos a funcionarios del ISSSTE durante la administración de Miguel Ángel Yunes, que le permitieron ganar ilícitamente 2.1 millones de dólares”, pero que “para evitar demandas penales, la compañía le pagó al gobierno de Estados Unidos más de 13 millones de dólares.”
“El asunto quedó zanjado. Allá, no en México”, remachó el columnista, quien por Twitter recibió reclamos y una andanada de descalificaciones por parte de Yunes Linares, el cual negó estar implicado en este asunto al argumentar que los hechos señalados ocurrieron antes de que él asumiera en diciembre de 2006 la Dirección general del ISSSTE. Sin embargo, en su texto, el columnista refiere que “de acuerdo con la SEC, entre marzo de 2004 y enero de 2007, la subsidiaria de Stryker en México –de la que tiene el 100% de las acciones–, hizo tres pagos a funcionarios de gobierno que proveen seguridad social a los empleados de gobierno, a fin de ganar las licitaciones para sus productos médicos, de donde obtuvo 2.1 millones de dólares en ganancias como resultado de los sobornos. La SEC no identifica por nombre la institución mexicana, pero de acuerdo con su descripción y funcionarios del gobierno actual, se trata del ISSSTE. El ‘periodo relevante’ de sus ilegalidades, por tanto, se dio durante la dirección de Miguel Ángel Yunes.”
Riva Palacio le replicó a Yunes que “la referencia a ti es porque al llegar (al ISSSTE) debió haber auditorías.” Y al exigirle rendición de cuentas, le formuló estas interrogantes: “¿Nada sobre corrupción? ¿No te enteraste de lo que pasaba en tu institución? ¿Y la corrupción en el tiempo en que fuiste director? ¿Tampoco hiciste auditoría al salir? ¿Nadie se dio cuenta de lo que hizo Striker? Insisto, problemas de gestión.”
El problema del aspirante del PAN es que el lodacero que ha marcado su polémica trayectoria pública ha salpicado también a su prole. El 3 de junio de 2013, en su edición 277, el diario Reporte Índigo publicó un reportaje titulado “El hijo ‘próspero’ de Yunes”. El artículo consignaba que “igual que su padre, Omar Yunes Márquez es un hombre exitoso”, y que “a diferencia de millones de jóvenes en México, el hijo del político panista Miguel Ángel Yunes Linares conoce bien lo que es la prosperidad” ya que “en tan solo cuatro años logró adquirir propiedades en la exclusiva zona de Polanco en el Distrito Federal”.
“De 2009 a 2012 fue una época inmejorable para Omar, (…). Mientras en todo el país se sentía la repercusión de la crisis internacional detonada por el desbalance inmobiliario en Estados Unidos, el joven empresario iba para arriba. Se hizo de un edificio, dos terrenos y un lujoso penthouse en el Distrito Federal, con valor de más de 30 millones de pesos. Propiedades cuyo valor comercial podría ser muy superior al que pagó por ellos, a juzgar por la zona en la que están ubicadas”, escribió el reportero Armando Estrop, quien refirió que la trayectoria empresarial de este hijo de Yunes Linares, de entonces 35 años de edad, no era en el ramo inmobiliario sino en el restaurantero, donde se inició en el 2000.
Ahora, sin embargo, “sus verdaderos negocios están en la compra y venta de terrenos”, consignó el periodista, quien basado en documentos del Registro Público de la Propiedad del Gobierno del Distrito Federal citó que algunas de estas millonarias transacciones del hijo menor de Yunes fueron hechas con tan solo meses de diferencia. Por ejemplo, el 14 de julio del 2011, en la zona de Polanco, compró un terreno de 591 metros cuadrados por el que pagó 14 millones. Sin embargo el valor con el que estaba inscrito originalmente en el folio 524383 era por 35 millones de pesos. Es decir que Omar compró la propiedad en menos de la mitad del precio con la que fue dada de alta en el catastro.
El 6 de septiembre de 2011, un par de meses después, con 33 años de edad, adquirió una finca para uso habitacional de 435 metros cuadrados ubicada en la Calle de Calderón de la Barca número 27, en la Colonia Chapultepec Polanco, por la que pagó 10 millones 100 mil pesos. Esta propiedad la compró con Miguel Nahim Dagdug Kalife y Alejandra Claudia Elizondo Garza, que aparecen constantemente en las transacciones del hijo de Yunes.
Años antes Omar ya había comprado un lujoso penthouse de 437 metros cuadrados ubicado en Cicerón 708, Colonia Chapultepec Morales. El departamento lo compró en participación con otros cuatro socios; entre todos pagaron casi 4 millones y medio de pesos. Era una propiedad en común, pero esa sociedad desapareció en unas horas. El mismo día –2 de marzo de 2010– y ante notario se hizo una disolución de copropiedad, dejando todo el inmueble a favor del hijo menor de Yunes, quien un año antes había comprado otra vieja casona en la calle Platón 433, en la Colonia Chapultepec Polanco, valuada en 4.7 MDP.
En total fueron 34 millones 246 mil 856 pesos los que pagó para obtener todas estas propiedades. ¿Cómo le hizo? Su papi debe saber, pues primero en el PRI y ahora en el PAN, siempre ha medrado con el poder amasando una cuantiosa e inexplicable fortuna.