Por Bernardo Gutiérrez Parra
Va de cuento. La señora Elizabeth Morales hizo un excelente trabajo como candidata del PRI a la diputación federal; recorrió el distrito palmo a palmo en varias ocasiones llevando un plan de trabajo bien definido, iba arriba en las encuestas serias, conforme avanzaba su campaña sus seguidores se multiplicaban, hasta sus adversarios más recalcitrantes la daban como segura ganadora…
…Y sin embargo perdió.
Y perdió frente a un candidato que no hizo campaña; que no tenía proyecto ni programa y para colmo, un candidato sin dinero y con casi nulo apoyo mediático.
¿Qué fue lo que pasó?
Por ignotas razones Javier Duarte siempre le ha tenido animadversión a Elizabeth y lo que menos deseaba era que regresara a una curul federal. Por eso no la apoyó; aunque no tenía por qué hacerlo. Pero tampoco le interesaba que ganara el candidato del PAN Ulises Chama, uta no, ni pensarlo. Apoyar a un debilitado PRD no le redituaba mucho y la única opción para parar a Elizabeth era ese maestro de escuela casi desconocido llamado Cuitláhuac García.
Fue cuando pactó con Morena.
La noche antes de la elección, legionarios del PRI con maletín en mano visitaron a sus bases en todos los rincones de Xalapa Urbano, hablaron con ellos, sacaron dinero del maletín y les dijeron que la consigna era votar por Cuitlahuac.
Y Cuitlahuac ganó por paliza.
Si Alberto Silva resulta candidato del PRI a la gubernatura, Javier Duarte volverá a mover sus piezas para establecer una alianza con Morena a cambio de cuatro o cinco curules en el Congreso local.
Duarte sabe que competirá con un candidato que no tiene la fuerza política de Héctor Yunes y que los partiditos que llevará como aliados no le servirán de mucho. La alianza PAN-PRD lo tiene aterrado y es por ello que buscará coaligarse con Morena.
De ahí el gancho de las curules, que agregadas a las diputaciones federales de Coatzacoalcos y Xalapa, serían una muy buena cosecha para ese partido en Veracruz.
¿Cómo la ves, lector?
Te lo comento tal como me lo platicó un personaje cercanísimo al poder estatal, que jura que ya hubo una alianza Morena-PRI para echar abajo a una candidata incómoda.
En lo personal no lo creo. Es cierto que Duarte nunca apoyó a Elízabeth y que además hubo mano negra en su contra tanto del PRI como del gobierno estatal para que perdiera.
Pero de eso a una alianza… y con Morena. Ufff, está medio en chino.
Ni en mis sueños más pachecos veo a Andrés Manuel López Obrador pactando con Javier Duarte. Quizá el tabasqueño no sea lo honesto que dice ser, pero es terco, obstinado, aferrado, casado con sus ideas y anti priista como el que más.
Una insinuación de algún emisario duartista por pequeña que fuera, habría sido motivo más que suficiente para que AMLO la hubiera balconeado a gritos a los cuatro vientos.
-¿Y si Héctor es el candidato?- pregunté al personaje.
-Entonces no habrá alianza con Morena y como dices en una de tus columnas, el señor Duarte tendrá que ir buscando un país que no tenga tratado de extradición con México, o comenzar a tramitar al menos media docena de amparos contra cualquier futura orden de aprehensión- me contestó.
Hoy se sabrá al fin el nombre del candidato y al menos en ese tema se acabarán las elucubraciones.