Mientras el expriista Agustín Basave Benítez llega a la dirigencia nacional del Partido de la Revolución Democrática con la espada desenvainada (bajo su premisa: “Llego a limpiar la casa; no permitiré delincuentes en el PRD”), los de Veracruz han anunciado, en conferencia de prensa conjunta, que irán en alianza con el Partido Acción Nacional (PAN) a los comicios por la gubernatura de dos años en 2016.
Cara de bonachón y discurso casi parroquial, como si estuviera dictando los padrenuestros y avemarías a alguien que recién se ha confesado, Basave Benítez reconoce que enfrentará “un reto electoral inminente”, por la elección de 13 gobernadores (considerando la elección extraordinaria en Colima) y, con voz apenas audible en la entrevista televisiva concedida a El Universal, señala: “yo no me cierro a las alianzas con el PAN siempre y cuando sean simétricas”.
Paralelamente, en Xalapa, pese a los esfuerzos ciertamente infructuosos hasta el momento de romper esa posibilidad por parte del PRI y el Gobierno del Estado, los dirigentes Jesús Mancha Alarcón, del PAN, y Rogelio Franco Castán, del PRD, junto con diputados locales y algunos alcaldes de ambos partidos, ofrecieron una conferencia de prensa para asegurar que la alianza va en la forma de un Frente Amplio Opositor, cuyo pendón unificado podrían portar el diputado federal Miguel Ángel Yunes Linares o el exdiputado Juan Bueno Torio, ambos panistas.
Los anuncios sobre hipotéticas alianzas entre estos dos partidos en Veracruz han estado sembrados de traiciones y reversas. La más reciente fue la que anunciaron para ir juntos a los comicios locales en 2013, que finalmente no se concretó por fisuras insalvables en el seno del PRD, instigadas por los perredistas rojos encabezados por Sergio Rodríguez Cortés, a la postre dirigente estatal luego de derrocar al ahora experredista Juan Vergel.
Las alianzas para llevar a gobiernos estatales a panistas apoyados por el PRD han sido asimétricas. Las experiencias más recientes datan de los comicios locales de 2010 en Puebla, Oaxaca y Sinaloa, con Rafael Moreno Valle, Gabino Cué Monteagudo y Mario López Valdez (Malova), respectivamente.
Aunque estas alianzas entre la derecha y la izquierda, fraguadas por los dirigentes César Nava Vázquez (PAN) y Jesús Ortega Martínez (PRD), lograron derrotar al PRI en las urnas, no llegaron a crear gobiernos de coalición, integrados, plurales, y tampoco dotaron de mejores condiciones de vida a los ciudadanos.
Incluso, si revisamos los nombres de estos tres mandatarios (que dejarán el poder el próximo año), cualquiera puede invocar que han sido el centro de múltiples escándalos, en que no han estado ausentes situaciones como desvío de recursos, conflictos de interés, enriquecimiento ilícito, represión de movimientos sociales e intentos de sojuzgar a la opinión pública.
Puede decirse que, para el PRD, las alianzas suscritas con su contraparte ideológica han sido más negativas que positivas. Amén de no contar con posiciones a la hora de definir los equipos de gobierno y tampoco ser muy beneficiados en lo que se refiere a recibir respaldos gubernamentales para sus proyectos políticos, el PRD ha debido arrastrar la cobija de su debilitada posición de izquierda, en aras solo de que el PRI muerda el polvo.
Ahora bien, hablando solo de Veracruz, donde es evidente el hartazgo de la población por casi 12 años de involución y retroceso en los últimos gobiernos priistas, ¿qué posibilidades reales de ganar tendrá esta alianza?
Sumar debilidades, perdiendo la figura
Si solo consideramos los resultados electorales de los comicios federales de junio de este año, en que se eligió a los diputados federales, la mayoría de los cuales (16) los obtuvo el PRI, por solo dos del PAN, dos de Morena y uno del PRD, lo cierto es que las sumas no le alcanzarían al Frente Amplio Opositor para vencer a la alianza que ya concreta el PRI con su tradicional consorte, el Partido Verde Ecologista de México (PVEM), además de Nueva Alianza (Panal) y demás partiditos estatales.
Es cierto que en junio de este año se observó una participación por debajo del 50 por ciento de los ciudadanos inscritos en el padrón electoral, lo que no sucederá el 2016 cuando estarán en juego gubernatura y diputados locales; sin embargo, pese a que han manejado datos extraños como el de que el PRI solo obtuvo 400 mil votos, los datos oficiales del INE apuntan a otro escenario.
En junio, el PAN obtuvo 547 mil 166 votos. Si a esa importante cosecha sumamos la del PRD, que fue de 279 mil 799, podríamos decir que la alianza ayer refrendada en conferencia de prensa (todavía no oficializada) sumaría 826 mil 965 sufragios.
Frente a ellos, el PRI obtuvo 723 mil 037 votos que, con los 196 mil 032 obtenidos por el PVEM, sumaron 919 mil 069 sufragios, a los que pueden sumarse los del Panal, que levantó 59 mil 171, más los que le darán partidos como AVE, que en algunos municipios tiene fuerte presencia.
Y es que al PAN y al PRD es muy difícil que se le sumen otros partidos de izquierda. Hay que recordar que Movimiento Ciudadano (que levantó en junio 100 mil 019 votos) ya ha declarado que irá solo a los comicios y, aunque tenga posibilidad de abrirse a otras alianzas, con el PAN es prácticamente imposible en el caso de Veracruz. Baste recordar que su fundador y actual presidente nacional, el exgobernador Dante Delgado Rannauro, fue llevado a prisión durante el gobierno de Patricio Chirinos Calero, cuando el posible candidato PAN-PRD, Miguel Ángel Yunes Linares, fungía como Secretario General de Gobierno.
Ni soñando podríamos ubicar en ese escenario una alianza con el Movimiento Regeneración Nacional (Morena), que por cierto obtuvo más votos que el PRD este año (313 mil 162) y las diputaciones federales de Xalapa y Coatzacoalcos. Andrés Manuel López Obrador no solo ha pintado su raya con todos los partidos nacionales registrados sino que, en particular con el PRD y el PAN, ha planteado una insalvable confrontación ideológica y política.
Una oportunidad tendría, sin embargo, la alianza PAN-PRD: que el gobernador Javier Duarte de Ochoa (y mire que hago un ejercicio de ficción política) logre imponer a uno de los chicos de la Fidelidad, sea Alberto Silva Ramos, Érick Lagos Hernández o Adolfo Mota Hernández. Si ese fuera el caso, que el PRI limpie bien la casa porque quien gana es Miguel Ángel.
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