En Poza Rica, municipio cuya economía depende en gran medida de la industria petrolera, la crisis derivada de los bajos precios de los hidrocarburos ocasiona un ambiente de tensión social.

Hace una década, trabajar el Petróleos Mexicanos (Pemex) o en las empresas que prestan servicios a la paraestatal era garantía de estabilidad económica; esos tiempos han quedado en el pasado, como un recuerdo de los días de gloria de la industria petrolera nacional.

Actualmente, los precios que se registran desde 2014 han obligado a la empresa no sólo a reducir su presupuesto sino también a constantes recortes en el número de plazas.

En 2008, la mezcla mexicana de petróleo estaba muy cerca de los 130 dólares por cada barril de 159 litros; en promedio, entre 2011 y 2013, el precio del hidrocarburo se mantuvo en un nivel muy cercano a los 100 dólares; a partir del año pasado, la cotización se desplomó hasta llegar a menos de 50 dólares.

Ello obligó a Pemex a bajar sus expectativas de crecimiento, sus proyecciones de inversión y su nivel de gasto. La plantilla de personal ha sido reducida de manera significativa, a tal punto que entre los trabajadores petroleros prevalece un ambiente de crispación. En marzo del presente año, la empresa comenzó el proceso para liquidar más de 3 mil plazas de trabajadores de los complejos petroquímicos Pajaritos, Cangrejera y Lázaro Cárdenas.

Por supuesto, prácticamente no hay empleado de Pemex que a estas alturas se pueda considerar salvado de los recortes en las 11 secciones que en Veracruz tiene el Sindicato Nacional de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana.

Al comenzar marzo del presente año, desde la dirección de finanzas de Pemex se informó que comenzaría un proceso para la jubilación de unos 25 mil trabajadores que habían cumplido ya 25 años de servicio o llegado a los 55 de edad. Se proyectó que en 2015, la jubilación alcanzaría a 5 mil trabajadores; es decir, el 3.2 por ciento de la nómina de Pemex. Las plazas de los jubilados no serán asignadas a nuevos empleados, sino simplemente finiquitadas.

Esa crisis, derivada de factores externos –precios internacionales–, y de internos, como la enorme corrupción que ha prevalecido en el sector, mantiene el vilo a los 6 mil trabajadores que integran la Sección 30 del sindicato petrolero, con sede en Poza Rica.

Por lo pronto, de acuerdo con el alcalde de ese lugar, Sergio Lorenzo Quiroz Cruz, quien además es desde hace muchos la cabeza del gremio en ese lugar, 800 plazas han desaparecido.

No se trata –afirma– de más despidos, sino de jubilaciones de personas cuyas plazas ya no serán reasignadas; lo cierto es que el recorte en el número de trabajadores equivale casi al 15 por ciento de la plantilla de Pemex en Poza Rica, municipio enclavado prácticamente en los límites del Totonacapan con la Huasteca Baja, en el norte veracruzano.

Debido a esa crisis y, sobre todo, al recorte de personal de Pemex, la economía en Poza Rica y otras ciudades petroleras del país se encuentra deprimida; por otra parte, los proyectos de infraestructura de la paraestatal se mantienen paralizados y la derrama económica es cada vez menor.

Lo que se vive en Poza Rica es una tragedia económica que no sólo alcanza a los trabajadores, sino al comercio y, en general, a todas las actividades de la zona norte; lo peor es que 2016 será todavía peor para la industria petrolera nacional. @luisromero85