Es cierto que el refranero popular aconseja no hacer leña del árbol caído, pero el simbolismo que rodea la caída física del gobernador Javier Duarte de Ochoa en medio de la euforia de los púberes estudiantes de la Secundaria General número 1, este martes en Córdoba, cuando inauguraba el gimnasio auditorio que llevará el nombre de su padre, podría marcar la pauta de lo que ocurrirá continuamente mientras camine por los senderos veracruzanos.
En efecto, la población ha perdido la paciencia, no solo los políticos de su partido. Han sido cuatro, si no es que más años de esperar que el gobierno responda cabalmente a sus demandas y necesidades, de mascullar en las lejanas comunidades sobre el retraso de años en obras de las que solo vieron crecer raíces y algún pequeño tallo, pero que fueron olvidadas por las dependencias de un gobierno asediado por las deudas multimillonarias y por la insolencia.
Y tuvo que ser en su tierra natal, junto a sus paisanos, donde Duarte sintiera hasta dónde ha llegado la molestia de diferentes sectores sociales ante la inacción de su gobierno, no solo en materia de infraestructura, sino en temas como educación, salud y seguridad pública.
Fue una gira trompicada, sí, y es muy lamentable porque nuestro gobernador ha pasado cuatro años protegido por las paredes de un Palacio de Gobierno al que no es posible ingresar a no ser que haya una cita establecida, porque se ha convertido en un inexpugnable búnker; cuando ha salido, lo ha hecho a zonas de confort como Veracruz, Boca del Río, Xalapa, Tuxpan, Coatzacoalcos.
Y justo cuando se ha animado a recorrer más superficie del territorio que gobierna, puede que recule porque las cosas lejos de su oficina están que arden.
Obras que no prosperan
Antes de caer en medio del maremágnum de los secundarianos, que rieron por el inusual accidente, Javier Duarte había recibido un primer aviso: un grupo de padres de familia de la escuela Telesecundaria Álvaro Gálvez y Fuentes, de Colorines, interrumpieron su mensaje para exigirle la conclusión de la obra de techado en su escuela, que fue detenida desde hace dos años.
Como relatan las crónicas periodísticas, Duarte no se había parado por su tierra desde diciembre pasado, cuando fue abucheado al inaugurar la Arena Córdoba, donde se llevaron a cabo las competencias de volibol de sala de los Juegos Centroamericanos y del Caribe.
A raíz del suceso, sus allegados hicieron que renunciara el director de Juventud y Deporte del ayuntamiento, a quien se le acusó de instigar el desaguisado. Pero este martes, el gobernador debió darse cuenta de que no es necesario que alguien provoque los actos de protesta social.
Burlando el operativo de seguridad, los padres de familia y la directora de la Escuela Telesecundaria Álvaro Gálvez y Fuentes increparon al mandatario por los dos años que lleva parada la construcción del domo de su escuela.
¿Por qué llegaron a este extremo? Porque las peticiones por escrito enviadas tanto a la dependencia como a la oficina del Gobernador nunca fueron atendidas; varios muchachos han egresado de la escuela y solo han podido ver los castillos, según comentó Georgina Bermúdez Agustín, directora del plantel.
Javier Duarte de Ochoa ordenó en ese momento a Pedro Montalvo, director del Instituto de Fortalecimiento de la Infraestructura Educativa del Estado de Veracruz, atender de inmediato y salir con los manifestantes a dicho plantel. Lo grave es que ya no le creen; mucho tiempo han visto cómo pasan funcionarios por esa dependencia, que cambia de titulares como de nombre, y no obedecen o se hacen los desentendidos.
Esperemos que Flavino Ríos Alvarado, secretario de Educación, no tome represalias contra la directora. Habrá que estar atento y denunciarlo en caso de que ello ocurra.
El propio Pedro Montalvo reconoció que no es el único retraso, que hay por lo menos nueve domos en ese municipio cuya obra está inconclusa, decorando los planteles con incipientes columnas. “Traemos muchos domos aquí, se construyeron muchos y quedaron a medias, que tienen solo columnas, está casi a 2 mil 500 pesos el metro cuadrado contratado y, con la estrategia que traemos, con mil pesos por metro cuadrado voy a terminarlo, empiezo con domos a más tardar en un mes”.
Quieren de vuelta a casa a los desaparecidos
Más tarde, en Río Blanco, familiares de desaparecidos le cerraron el paso cuando se retiraba de un evento que presidió en este municipio, para la inauguración de un puente superior vehicular. Están desesperados porque, pese a sus movilizaciones de años, las autoridades ministeriales locales no han hecho nada por investigar el paradero de sus familiares, víctimas de la delincuencia organizada.
Según las personas que detuvieron sobre el mismo puente inaugurado el convoy en que se transportaba el gobernador Javier Duarte, solo en Orizaba hay alrededor de 100 personas de las que no se sabe nada, y casi 1000 en toda la región. Mujeres que portaban mantas con sus demandas bloquearon la salida del mandatario y exigieron que el gobierno, su gobierno, haga algo por localizarlos. “No todos son delincuentes como nos lo hacen creer; mi hijo tenía 15 años 10 meses cuando desapareció, los protocolos no se activan como debe de ser”.
La crónica de Verónica Carbajal, de la agencia AVC, muestra la tensión del momento: “Por algunos minutos se mantuvieron ahí, sin dejar avanzar las camionetas. El Gobernador, antes de abordar, se paró en el estribo de la camioneta plateada y asomó la cabeza por arriba, y les decía “lo estamos viendo”, mientras un tumulto de gente más se le acercaba a pedirle muchas más cosas. Las dos mujeres que estaban delante de los vehículos finalmente se hicieron a un lado, sin dejar de pedir, de mostrar sus lonas con imagen y datos. El mandatario al fin se pudo ir.”
Pero no, no lo están viendo, no hay una sola mano que se mueva para buscar a los desaparecidos. Y la gente ya se cansó.
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