Hoy se conmemoró en muchos lugares del país y de diversas maneras el aniversario número 21 del proditorio asesinato de Luis Donaldo Colosio Murrieta, que conmocionó al país y al priismo en aquella tarde aciaga de Lomas Taurinas, una colonia olvidada de Tijuana en cuyo parque sucedieron los hechos. Ese parque, por cierto, como para echarle una palada de tierra a la investigación y desaparecer definitivamente el lugar de crimen, fue transformado en la Plaza de la Unidad y la Esperanza, con una sospechosa celeridad.
En fin, hace 21 años mataron a Colosio, y hoy los priistas lo siguen recordando cada aniversario con eventos de magnitud media, como para cumplir con el expediente del recuerdo de su mártir, pero no hacer muchas olas sobre ese acontecimiento, en el que estuvieron seguramente involucrados otros priistas, lo que será una sospecha perenne porque el manto de la impunidad cayó sobre este crimen de Estado.
También muchos priistas de corazón y otros de dicho aprovecharon para vestirse con el traje siempre correcto de un colosismo sin Colosio, en el que se puede decir lo que se quiera, pero por lo general se cae en las frases huecas, en las palabras vacías, que se repiten como sentencias del facebook, copiadas y pegadas porque suenan bonito, aunque el significado no les importe mucho:
“Colosio no está muerto, vive en nuestros corazones”.
“Colosio sigue vigente, con plena vigencia”.
“El pensamiento de Colosio rige a nuestro partido”.
“El legado de Colosio formó al nuevo PRI”.
Palabras vacías… o necias… o carentes de verdad:
Lo cierto es que Luis Donaldo Colosio Murrieta no era ni siquiera un buen candidato, no levantaba en las encuestas y menos en la consideración de los ciudadanos, y la alta cúpula reinante veía con preocupación creciente la debilidad de su abanderado. Colosio se convirtió en un gran candidato solamente cuando fue sacrificado, después de esa tarde-noche aterradora en la que los mexicanos nos mantuvimos en vilo al pie de la radio y la televisión, hasta que escuchamos la voz oficial que decía que Luis Donaldo Colosio Murrieta había perdido la vida.
No sigue vigente, pues, porque nunca tuvo la vigencia que efectivamente hubiera obtenido al tomar posesión como Presidente de la República (lo que hizo el gris y entreguista Ernesto Zedillo, peón de los gringos y del gran capital).
Y su legado apenas fueron algunos proyectos que esbozó en su campaña, que nunca fueron vueltos a recordar y evidentemente nadie tomó en cuenta cuando los priistas lograron colocar un nuevo Presidente.
A mí Colosio me parece un político cuya trayectoria y sus ideas debieran rescatarse de una manera diferente.
Muchos citan el famoso discurso de Luis Donaldo el 6 de marzo en la Plaza de la República del Distrito Federal. Ese que repetía el tono y el leit motiv del discurso más famoso aún de Martin Luther King: “Yo tengo un sueño”… Muchos lo citan, pero casi nadie lo ha leído entero… muchos lo citan pero nadie lo asume.
Mejor háganle el homenaje de estudiarlo y tomar lo mejor de él.
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