Durante todo marzo, y este domingo con más fuerza, sonarán las voces determinantes sobre la tenaz lucha de nuestros gobernantes (hombres) por la igualdad de género, pese a que ha sido muy pequeña su contribución a que un mayor número de mujeres ocupen cargos públicos y, de no ser por las normas duras establecidas en las leyes electorales, tampoco habrían convocado a las mujeres de los distintos partidos políticos a luchar por cargos de elección popular.
El asunto viene a cuento por la celebración el domingo 8 del Día Internacional de la Mujer, pero desde ya los políticos se han pronunciado al respecto y, sin embargo, en la realidad, la desigualdad campea vergonzosamente.
Baste ver el gabinete del gobernador Javier Duarte de Ochoa para corroborar la lejanía que establece con un equipo paritario: de 19 puestos que conforman el gabinete, 16 de ellos de nivel de secretaría, solo dos mujeres se codean con sus compañeros secretarios: Yolanda Gutiérrez Carlín, recién nombrada secretaria de Protección Civil, y Astrid Elías Mansur, directora general del DIF estatal. Es decir, casi el 90 por ciento del equipo del más alto nivel del que se rodea Duarte son hombres.
Pero si eso sucede en el gobierno estatal, algo similar ocurre en el gobierno municipal, pese a que el alcalde Américo Zúñiga Martínez dijo ayer que el ayuntamiento capitalino “es un inquebrantable defensor de la igualdad de género y los derechos de las mujeres y los hombres que aquí trabajamos luchamos y seguiremos impulsando la igualdad de género, desde cada uno de nuestros espacios”.
Que en el reparto de los puestos de elección popular las mujeres solo ocupen la sindicatura y cuatro regidurías, mientras los hombres tienen a su cargo las 9 regidurías restantes, no es algo que se le pueda atribuir pues fueron los resultados electorales los que obligaron a esa composición. Lo que sí es preocupante y atribuible al presidente municipal es que, de 46 dependencias municipales de todos los niveles, solo 6 o 7 estén en manos de mujeres.
Los discursos, sin embargo, son y serán en estos días muy convincentes y aguerridos, aunque no resistan la más pequeña evaluación.
Equipo pequeño, grandes sueños
No parece racional que solo 48 personas puedan mover a todo un estado poblado por cerca de 8 millones de habitantes, más de la mitad mujeres, para avanzar en el tema de la igualdad de género.
Pensar que menos de 50 mujeres luchando por hacer realidad uno de los aspectos más importantes de la democracia, haría suponer que la anhelada paridad y la similitud de oportunidades en lo laboral, económico y social entre hombres y mujeres, no se logrará ni en cinco siglos, por más que se acuda al auxilio divino o al que pudieran prestar desde sus sahumados habitáculos los brujos de Catemaco.
Y es que estamos acostumbrados a pensar de manera compartimentada, a creer que el organismo que alfabetiza podrá solo con la tarea, que los trabajadores de protección civil encontrarán allanado el camino para auxiliar a todos los damnificados y que el Instituto Veracruzano de las Mujeres, como un desvalido ejército de salvación, tendría que enfrentar un reto mundial como la igualdad de género con sus escasas fuerzas como si todos nosotros no tuviéramos una responsabilidad en ese tema.
Dialogar con Edda Arrez Rebolledo, su directora, una mujer menuda y cordial, permite sin embargo pensar distinto de una primera impresión, esa que nos asalta de que se ha inventado el IVM solo para taparle el ojo al macho (nunca tan precisa la frase). Y es que para colmo, su nacimiento se dio en el gobierno de Fidel Herrera Beltrán, un hombre famoso porque quería mucho a las mujeres pero no para la igualdad.
Con ocho años de historia (es el más joven del país), el IVM ha logrado, primero con Martha Mendoza Parissi y ahora con Edda, contar con el mejor banco de datos en México, disponer de 10 unidades de atención y brindar 12 mil acciones al año en apoyo a mujeres que viven situaciones de violencia física, sicológica y económica, y contar con el respaldo de institutos en 168 municipios de la entidad (solo 44 han evitado este esquema).
Pero si regresamos al caso de las 48 colaboradoras, a los problemas de financiamiento que Edda pasa a segundo plano pero que fueron motivo de atención mediática cuando consejeras acusaron del ahorcamiento financiero a que es sometido el instituto por parte de la Secretaría de Finanzas, entonces, ¿qué estrategias se necesitan para tener impacto? La transversalidad, responde la xalapeña.
En efecto, el creciente peso del IVM se ha logrado gracias a la incorporación de las líneas estratégicas a favor de la igualdad (ya no paridad) de género en los programas y acciones de todas las dependencias del Ejecutivo, en el análisis, enriquecimiento y aprobación de leyes y reglamentos en el seno del poder legislativo, y en el comportamiento de las instancias del poder judicial.
El trabajo incesante para incorporar acciones orientadas a la igualdad de género y a la defensa de los derechos humanos de las mujeres en los programas de salud, en las tareas educativas (alfabetizar también en la defensa de los derechos de las mujeres), en las acciones climáticas con enfoque en la mujer, en la incorporación de los ayuntamientos, las universidades, los medios de comunicación, en los partidos políticos.
Y eso ha logrado avances muy importantes en Veracruz que, sin embargo, no nos acercan a la solución definitiva. En efecto, mientras en el ámbito nacional solo el 6.3 por ciento de autoridades municipales son mujeres, en Veracruz ese porcentaje se eleva a 14 por ciento, lo que sin embargo está muy lejos de llegar a la mitad.
Un logro importante en la lucha de las mujeres ha sido la creación reciente de la Comisión de Igualdad de Género en la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago), un órgano que será presidido por el gobernador de Yucatán, Rolando Rodrigo Zapata Bello, porque ¡oh, sorpresa! en estos momentos no hay una sola gobernadora en el país.
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