INTRO: Nubla Son
Cuando uno ha vivido en alguna de las colonias de Zoncualtla que acompañan el trayecto del río Pixquiac (La Pitaya, Seis de enero, Mariano Escobedo) sabe que hay días del invierno en que la niebla lo mezcla y lo confunde todo, y uno no sabe en qué momento el día se ha transfigurado en noche, en cuál la noche ha devenido en amanecer; y si uno camina sobre el puente colgante no sabe si el río corre abajo o está esparcido por el aire, si la niebla es ese manto que difumina el cielo o ese rumor que avanza sobre el cause pedroso con la prisa de quien se dirige al mar; y uno ya no sabe si es el que camina, si es el río, si es la niebla, si es los árboles, si es todas esas cosas juntas o ninguna, o una nueva que acaba de nacer.
Luego reaparece el sol y las cosas vuelven a su sitio pero es distinto porque uno ya no es el que caminaba a tientas sobre los tablones, ni es la niebla, ni el río, ni las frondas de la vera, ni todas esas cosas juntas sino una nueva que acaba de nacer.
Sara Robledo, cantante y bailarina, se ha nutrido de los avatares del bosque de niebla para hacer un proyecto en el que, como en los días del invierno, el universo se funde, se confunde y renace unificado.
TEMA: Roble de Agua
Salió a buscar su canción
donde la podía encontrar;
puso a su cuerpo a cantar
para encontrar su razón
y después el corazón,
cruzado por otra lanza,
fue a buscar con esperanza
algunos nuevos tesoros,
y en los paisajes sonoros
su voz encontró la danza.
Desde niña, Sara Robledo quiso que su cuerpo aprendiera a cantar y lo sometió a los rigores de las danzas contemporánea, Bharata Natyam, Odissi, africana y clásica. En la adolescencia, casi por azar, descubrió que también podía enseñar a su voz a bailar y la introdujo en el mundo de los paisajes sonoros al lado de su primer instructor, Robert Een. Cuando, más tarde, ingresó al grupo Zarambeque todo ese bagaje fluyó y fue consolidándose hasta llegar a su proyecto personal, Roble de Agua.
PUENTE: Oxímoron son
Sólo una cosa no hay. Es el olvido
Dios que salva el metal salva escoria
y cifra en Su profética memoria
las lunas que serán y las que han sido.
(Borges)
El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define al oxímoron como: «Combinación en una misma estructura sintáctica de dos palabras o expresiones de significado opuesto, que originan un nuevo sentido; p. ej., un silencio atronador.». Tensa calma, minisúper, madre patria son algunos ejemplos de esa figura retórica. Elena Garro nos regaló «Los recuerdos del porvenir» (que no es oxímoron pero casi) y Borges el espléndido «profética memoria». Roble de Agua es, de algún modo, un postulado oximorónico en el que solidez y liquidez se enfrentan y se resuelven en un estado desconocido.
TEMA: Roble de Agua
Distraída y enredada
juntó pedazos de sueños
y dedicó sus empeños,
de noche y de madrugada,
a conseguir la carnada
que llevaría en la piragua.
Le puso fuego a la fragua,
lo atizó con sus pasiones
y con danzas y con sones
construyó su Roble de Agua
Roble de Agua es la producción discográfica inaugural del proyecto. Como toda ópera prima, es una indagación, un viaje por diversos terrenos sonoros en busca de la voz personal. Con la complicidad de su director musical, Gilberto Anell, Sara urde una serie de atmósferas en las que, a la base del son jarocho, suma elementos del rock, de los ritmos caribeños, de la música latinoamericana, del barroco mexicano, y con una una ecléctica dotación instrumental en la que jaranas y requintos jarochos coexisten con alientos, cuerdas acústicas y eléctricas, y percusiones, enfrenta un repertorio predominantemente de la región del sotavento, pero que también incluye boleros, música tradicional venezolana y, lo más importante, creaciones propias en las que toda esta amalgama rítmica y estilística fructifica en una novedad musical.
Tradición y modernidad, universalidad e identidad regional son los postulados de esta propuesta que busca germinar en la geografía de nuestra música y lo hace, nueva paradoja, aportando una frescura que nace de la madurez de los ocho integrantes del grupo y tres invitados que han andado por caminos que a veces confluyen y a veces se bifurcan.
Sara Robledo en la voz y el zapateado, Gilberto Anell en la dirección musical, los arreglos, la trompeta y las guitarras, Mariana Flores Zeleny en los bajos eléctrico y acústico, Hiram Marcor en la batería y las percusiones, Armando «Yago» Palacios y Adair Perdomo Vázquez en las jaranas, Christian Cano y Kevin Lara en las guitarras y los requintos, y los invitados especiales, Jorge Colorado Merino en las maracas venezolanas, Ramón Gutiérrez en la voz y Annahí Saoco en la coreografía son los artífices de esta música oximorónica que, como en los días de la niebla, ya no es ni una cosa, ni la otra, ni todas ellas juntas sino una nueva que acaba de nacer.