Es cierto que la circunstancia pinta para ver todo positivo. Cuando llegan visitantes a casa evitamos hablar de riñas domésticas, ocultamos la basura incluso debajo de la alfombra, abrazamos al primo aunque prefiramos sacarle la lengua, evitamos las bromas pesadas, escondemos la ropa sucia.
Pero una cosa es nuestro hogar y otra muy distinta es el estado en que vivimos.
Hace varios días que el gobernador Javier Duarte de Ochoa nos manda el mensaje a los periodistas de evitar abordar los temas espinosos de la violencia y enfocar nuestra mirada y nuestra pluma en aquellos asuntos que desbordan éxito, oportunidades, esperanzas y alegría.
En dos ocasiones ha señalado que estamos simplificando a Veracruz en un solo renglón, la inseguridad pública, y ha hecho expresiones como que hacerlo es escupir para arriba.
Este martes, como hacía tiempo que no lo hacía (se había hecho casi un slogan que en Veracruz no pasaba nada), Duarte se volvió a enfrentar a ese monstruo mediático de la prevalencia criminal con frases que, entre amigos, suenan a divertida ocurrencia, pero tomando en cuenta su investidura, son fatales.
Y ni cómo ayudarle.
La enorme presión que significa la inminencia de los Juegos Centroamericanos y del Caribe, en que vendrán a la entidad al menos 7 mil visitantes extranjeros seguros (los participantes), además de directivos, visores, organizadores, médicos, personal de apoyo, periodistas y amantes de los deportes, le tiene nervioso.
A él y a muchos funcionarios que miran el paso de los días y la prevalencia de la inseguridad.
La dificultad para resolver contundentemente este problema, que va más allá de las capacidades de un gobierno estatal, solo deja un camino: que al menos no se hable del tema en la prensa.
Por segunda vez, Duarte lanzó al aire la recomendación a los medios de evitar el tema de la inseguridad, en que se ha avanzado según su percepción.
E hizo una comparación ingeniosa: antes había balaceras, asesinatos y participación de la delincuencia en las instituciones, mientras hoy solo hay quejas porque se roban “un frutsi y unos pingüinos de un Oxxo”.
Si solo se hubiera referido a cómo han disminuido ciertos delitos, particularmente homicidio doloso y secuestro, en las estadísticas de los ministerios públicos en que han sido denunciados, hubiera hecho una buena descripción de lo que sucede. Lo segundo, sin embargo, le ha quitado toda seriedad a su discurso.
No, señor gobernador, y usted lo sabe: no subsisten solo los pequeños hurtos a tiendas de conveniencia, de esos que se hacen sin necesidad de ejercer violencia o amenazas.
Cuentos y cuentas de la inseguridad
Que las estadísticas del Sistema Nacional de Seguridad Pública muestren que el delito de secuestro se ha mantenido sin crecer en los últimos dos meses y que la cifra (10 actos en cada periodo) sea menor en más del 50 por ciento respecto a abril (24 casos), es algo que debe reconocerse, independientemente de la denominada cifra negra, es decir, aquellos secuestros que no son denunciados y que según cálculos incluso oficiales representan el 90 por ciento.
Ha disminuido el secuestro, sí, pero sigue vigente, y nos coloca en segundo lugar nacional, luego de Tamaulipas.
En contraparte, las modalidades del robo con violencia han tenido un inusitado crecimiento, y no precisamente para robar frutsis y pingüinos.
Mientras en julio se había experimentado una baja en robos con violencia respecto a junio (al pasar de 472 a 467), en agosto se observa la cifra más alta de casos en lo que va del año al llegar a 571, casi 100 más que en junio cuando, según el reporte del Sistema Nacional de Seguridad Pública, se registró la cota más alta. Lo mismo pasó con los robos sin violencia que pasaron de 1139 en julio a 1169 en agosto.
El salto más espectacular lo registra el delito de robo a negocios con violencia, cuyo número creció en los dos primeros meses del segundo semestre del año. En el primer semestre, el promedio mensual fue de 42 casos, pero este número creció a 83 en julio (casi el 100 por ciento de incremento) y en agosto fueron 108 robos a negocios con violencia, es decir, un crecimiento de más del 250 por ciento respecto al promedio mensual del primer semestre.
El robo de vehículos con violencia también sufrió un incremento. El mayor número estaba registrado en marzo, con 91 despojos, pero en julio fueron 99 y en agosto llegó a 132 actos delictivos de esta naturaleza.
El combate a la violencia ha tenido frutos
Estos datos no le quitan mérito a los esfuerzos realizados por el Gobierno del Estado, con apoyo del gobierno federal.
Si no se hubiera hecho nada, si el gobernador Javier Duarte no hubiera asumido el problema en su magnitud y no hubiera convocado a las fuerzas federales para actuar junto a una policía estatal más numerosa y mejor preparada y pertrechada, Veracruz estaría peor que Michoacán y Guerrero.
Solo habría que recordar las escenas dantescas ocurridas en Boca del Río en 2011 y observar dónde estamos plantados ahora.
Sin embargo, mientras subsistan las bandas criminales, mientras la vida, la salud y el patrimonio de los veracruzanos sigan estando en grave riesgo, muy difícilmente los periodistas vamos a enfocarnos exclusivamente en las cosas buenas y bonitas. Para eso, ya abundan varios panegiristas.
A bote pronto
Todo parece indicar que la compra de la empresa naviera Oceanografía por parte del Grupo Alemán (Galem), propiedad de la familia del exgobernador Miguel Alemán Velasco, se echó para abajo. Miguel Alemán Magnani dijo este martes a Radio Fórmula, que Amado Yáñez, propietario del 75 por ciento de las acciones, de las que se haría el grupo que controla la empresa Interjet, elevó sus pretensiones económicas, lo que dio al traste con la transacción.
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