El pasado martes 1 de julio se cumplieron 25 años de la primera gran derrota del PRI después de estar trepado en el poder por 71 años. Fue el día en que el entonces Instituto Federal Electoral declaró ganador de la elección por la presidencia de la República a Vicente Fox Quezada y dio comienzo la primera alternancia.
¿Ese triunfo fue consecuencia del enorme carisma de Fox como candidato? En parte sí, pero más que nada se debió al hartazgo por el tricolor que llegó a su cenit como partido en el sexenio de López Mateos y comenzó su declive con Díaz Ordaz por los acontecimientos del 2 de octubre.
Aunque aquí existe una paradoja, el poblano es y será recordado como responsable de la matanza de Tlatelolco, pero no como el impulsor del crecimiento económico del 7 por ciento; crecimiento que no ha vuelto a lograr el país.
Si con Díaz Ordaz comenzó el declive del tricolor, con Echeverría comenzó su desplome “por agotamiento ético, moral y económico, lo que modificó el humor colectivo”, señala el analista político Alfonso Zárate.
Y así fue, el derroche en el echeverriato provocó la primera devaluación del peso en veintidós años (de 12.50 en 1954 a 22 pesos en 1976); lo que dejó sin chamba a cientos de miles de trabajadores y aumentó la deuda externa que se ha convertido en eterna.
El gobierno de José López Portillo se caracterizó por tres cosas: la frivolidad del presidente (el Garañón Criollo al que no se le iba una), el derroche y el saqueo. El yacimiento de Cantarell que se supone, nos sacaría del hoyo económico, valió sorbete cuando bajaron los precios del petróleo.
López Portillo dejó para la posteridad una devaluación brutal (70 pesos por dólar), una deuda descomunal y el saqueo de las arcas nacionales. Pero además dejó la Colina del Perro, el Partenón de Durazo, los autos de colección de Durazo, los centenarios de Durazo y los asesinatos de Arturo Durazo, el jefe de policía del DF más sanguinario, corrupto y ladrón que ha existido en el país.
Aún así el PRI aguantó y llegó al poder Miguel de la Madrid que poco pudo hacer por el país y lo dejó con una tasa de crecimiento del 1.1 por ciento, la más baja de un gobernante tricolor.
Todo esto abrió las puertas para que ganara por vez primera un candidato opositor, Cuauhtémoc Cárdenas, de no ser por un mega fraude que llevó al poder a Carlos Salinas, que prometió llevarnos al primer mundo y nos dejó en el inframundo.
Ernesto Zedillo llegó al poder porque el PRI supo capitalizar a su favor el magnicidio de Luis Donaldo Colosio, pero pasará a la historia por reconocer el triunfo de Vicente Fox lo que permitió la primera alternancia.
Y llegó Fox que resultó una descomunal decepción. Del candidato echado pa delante que se comía a puños a las tepocatas y víboras prietas, como presidente resultó más manso que un caracol. Su sexenio fue un desastre porque la que gobernó fue su esposa Marta Sahagún. Pero hay que reconocerle; creó la Ley de Transparencia y Acceso a la Información y respetó como nadie la libertad de expresión.
Felipe Calderón se terció la banda presidencial con apenas una diferencia del 0.56 de los votos a su favor. Su guerra contra el narco que empezó en Michoacán dejó un reguero de muertes que su oponente Andrés Manuel López Obrador capitalizó para la siguiente elección (Miren cómo está dejando al país, yo traeré la paz).
Y nada… ni Fox ni Calderón fueron la panacea para los males del país y a Andrés Manuel se le seguía viendo con desconfianza. ¿Qué hacer?
El PRI sacó raja de la crisis y por primera vez habló con la verdad. “Nosotros somos los arquitectos del México moderno. Gracias a los gobiernos del PRI existen instituciones como el IMSS, ISSSTE, INFONAVIT, FONACOT, el Banco de México. Tenemos un sistema de vacunación único en el mundo que llega a todos los menores del país, la educación para esos niños es gratuita gracias a nosotros, hemos sido lo máximo, debemos regresar al poder”. Y órale.
Enrique Peña Nieto llegó a la presidencia vanagloriándose de pertenecer a una nueva generación de priistas junto con Javier Duarte, César Duarte y Roberto Borges entre otros, que resultaron unos consumados ladrones y fueron a parar a la cárcel.
Frívolo también, dejó que sus amigos robaran mientras él se miraba al espejo. Y fue entonces que la raza estalló. “Ahora sí va Andrés Manuel, a ver qué pasa”. Y llegó la segunda alternancia con el tabasqueño y pasó lo que pasó.
Todo lo que se ganó a través de generaciones se extravió en los últimos siete años dice Alfonso Zárate. “¿Cómo transitamos de una democracia precaria a una autocracia que es lo que estamos viviendo?, yo diría que fueron siete pasos” indica el analista que enumera:
“La construcción de una base social con una lealtad absoluta a Andrés Manuel López Obrador. Vulnerar, secuestrar, colonizar a cualquier institución que pudiera representar un contrapeso. La captura del Poder Judicial. La entrega de poder y negocios a las fuerzas armadas. Doblar a los medios de comunicación (en eso están). Un acuerdo implícito que permitió que al menos que el cártel de Sinaloa jugara en las elecciones intermedias del 2021 en Sinaloa a favor del partido Morena. Y finalmente las reformas a la ley de amparo, a la ley de amnistía y lo que viene, la reforma electoral”.
Zárate agrega que el proceso de construcción democrático puede ser un proceso muy azaroso; pero la deconstrucción democrática puede ser un proceso muy rápido.
Y es lo que estamos viendo, lector.
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