Por: Emma Laura Garrido

Estas “Líneas Violetas” están dedicadas a manera de anécdota, a un gran ser humano “Don José Iturriaga Sauco” un personaje desconocido quizá para muchos, pero muy apreciado, admirado y querido por tantas personas, donde me incluyo, pues tuve la oportunidad de conocerlo, por ahí del año 2009 y entablar una conversación tan amena con él a sus 94 años de edad aproximadamente, que a pesar de tener un poco de pérdida auditiva “Don Pepe” para las y los amigos, estaba tan lúcido que a sus veintitantos años.

Don Pepe, quería entrañablemente al municipio de Coatepec, un lugar especial para él y donde falleció. Sin duda fue el lugar del que quedó eclipsado, para ser exactos desde los años veinte del siglo pasado, porque su historia familiar los hizo viajar junto con su padre, madre y hermano, a la comunidad de Trapiche del Rosario en plena cañada de Actopan, donde sus padres se asentaron y donde su padre el señor Ricardo Iturriaga, pasó sus últimos años de vida, ahí falleció y ahí lo sepultaron. Eso motivó a José a elegir las tierras veracruzanas para radicar, donde toda su familia y amigos acostumbraban pasar largos días disfrutando de su compañía, él era un extraordinario anfitrión.

Cuando lo conocí, en la presentación de un proyecto literario del que yo era parte en su diseño editorial, escuchar sus elogios hacía lo que tenía en sus manos fue una satisfacción enorme, recuerdo aún sus palabras, “que buena portada, el Coatepec que recuerdo, el de antaño” y es que la imagen que representaba al Coatepec antiguo era ese pequeño poblado de calles de piedra ese “camino real”, que comenzó a cambiar por ahí de los años cuarenta y cincuenta; de inmediato soltó una sonrisa y me miró fijamente, diciendo esto retrata a Coatepec, felicidades, exclamó. Junto a mi estaba el escritor Coatepecano, Gregorio Jácome Moreno autor del libro y quien confió en mí, el diseño editorial de ese libro que se presentaría meses después como parte de las festividades de San Jerónimo, ahí en Coatepec.

Don Pepe, no solo me causó admiración sino, una tremenda curiosidad, quería saber más de él, ya que a quien yo imaginaba como un crítico literario, resultaría para mí uno ejemplo de humildad, sencillez y conocimientos, aun sin conocer toda su historia, pues siempre fue toda una institución, un nombre que desde niño nació en pañales de seda, literalmente y no porque sus padres fuesen de la clase alta sino porque tenían un próspero negocio de telas en donde vendían seda.

Y cuando les digo que es un referente histórico en nuestro país, es porque así fue, él era un apasionado de la cultura mexicana, estudió en la Escuela Libre de Derecho. Fue discípulo de Antonio Caso, José Gaos y José Moreno Villa, entre otros, era sabedor de indefinidos temas en los que se destacaba, en 1934 comenzó a trabajar en la Nacional Financiera, institución de la que llegó a ser Director Adjunto.

Justo aquí fue donde conoció a uno de los hombres que hoy podríamos decir s de los más ricos de Latinoamérica, quien gestionó su primer crédito, ahí justo con José Iturriaga, sí me refiero a Carlos Slim, quien años después se volviera uno de los más entrañables amigos de don Pepé y quien constantemente lo visitaba en su casa en Coatepec, y en cada uno de sus cumpleaños, ahora que lo recuerdo, en esas visitas en donde tuve la oportunidad de platicar o compartir los sagrados alimentos en su casa, ahí estaba un cuadernillo enorme, con las palabras “Museo Soumaya”, donde ese nombre me encantó, ( un par de años más tarde ese nombre significaría mucho para mi pues sería el segundo nombre de mi primer hija) se trataba del proyecto para la construcción de ese museo y donde sí, Don Carlos Slim, tomó en cuenta la opinión y consejos de don Pepé que además era un conocedor de Arte del Mundo, pues como embajador mexicano en varios países del extranjero tuvo muchas buenas experiencias de intercambio cultural, que en algunas ocasiones contaba.

Publicó su primer libro en 1944, además de reconocerse su indudable talento, pronto se dio a notar por practicar algo que algunos miembros de la administración pública estaban lejos de conocer: la honestidad, virtud que lo distinguió y lo enalteció ante sus conciudadanos durante toda su vida.

José Iturriaga tenía una vasta obra escrita; por ejemplo, su libro La estructura social y cultural de México, Ustedes y Nosotros, Rastros y Rostros de México, entre otros. Sin embargo, tanto le gustaba analizar acontecimientos nacionales e internacionales, que eso lo llevaría a convertirse en asesor de los presidentes Adolfo Ruiz Cortines y Adolfo López Mateos.

Pero eso no era todo, a pesar de tener los cargos que demandaban su tiempo y su responsabilidad, se dio tiempo de realizar proyectos culturales importantes, tenía la idea de rescatar algunos lugares para la promoción de la cultura y que eran emblemáticos como rescatar el centro histórico de la ciudad de México , a él se le considera precursor del concepto “Patrimonio de la humanidad”, adoptado por la Unesco- para hacerlo más habitable e impulsar el turismo, sin embargo, eso no se logró en ese momento, pero años después, la idea fue retomada por empresarios como Carlos Slim.

Grandes personajes de la opinión pública, escritores y escritoras, asesores de cientos de personajes políticos, ex presidentes y ex gobernadores y futuros en su tiempo, sabían que él era un hombre de virtudes, que le gustaba compartir su experiencia y que siempre tendría un consejo u orientación atinada para resolver circunstancias sociales.

En el 2001, el Senado de la República le otorgó la medalla Belisario Domínguez, él la recibió con humildad y con orgullo; y el 03 de diciembre de 2010, El Gobernador Javier Duarte de Ochoa le entregó la Medalla y Diploma “Adolfo Ruiz Cortines”, una distinción que otorga el Congreso de Estado, por su trayectoria en el servicio público, donde contribuyó grandemente al ejercicio de la política exterior mexicana, y su compromiso con las mejores causas sociales, que se refleja en su obra escrita en materia literaria, económica e histórica.

Falleció a sus 96 años de edad, en febrero del 2011, un gran hombre del siglo XX, que dejó un legado para nuestra historia, al que la vida me permitió conocer, lleno de sabiduría, conocimiento y humildad, siempre recordaré las palabras que me dijo al salir de su casa la primera vez que le conocí, las atesoraré siempre.

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