A principios del sexenio anterior, Ricardo Ahued era para muchos el seguro gobernador de Veracruz en 2024. “Hombre de todas las confianzas del presidente López Obrador, el senador Ricardo Ahued es considerado desde ya, el único de la baraja de Morena con la fuerza para suceder dentro de seis años al joven ingeniero Cuitláhuac García en la gubernatura”, vaticinó un columnista.
Y en efecto; Ricardo era tan de las confianzas del tabasqueño que lo nombró Administrador General de Aduanas “por honesto y honrado” y en ese punto no se equivocó.
En correspondencia, Ricardo escribió en sus redes: “Sé de la gran responsabilidad y de la enorme confianza que deposita (en mi) el señor presidente, (al) que de ninguna manera voy a defraudar”.
Pero…
En abril del 2020, diez meses después de su nombramiento, renunció al cargo y regresó a su curul en el Senado lo que contrarió enormemente al presidente que comentó a un cercano: “Ni se imagina Ricardo la decepcionada que me ha dado”.
Aunque no lo mandó al ostracismo como a César Yáñez o a Ricardo Monreal, Andrés Manuel marcó su distancia con Ahued y jamás se volvió a tomar una foto con él como aquella en Palacio Nacional cuando lo nombró Administrador de Aduanas.
Dicen a mi no me consta, que cuando se llegó la hora de escoger candidatos a las alcaldías de Veracruz, López Obrador se volvió a contrariar al darse cuenta que no había otro más que Ricardo para conservar el ayuntamiento de Xalapa, tras el desastroso gobierno del morenista Hipólito Rodríguez Herrero. Y no le quedó más remedio que nombrarlo candidato.
Para cuando la gobernadora electa Rocío Nahle le habló de él como su propuesta para la secretaría de Gobierno no la objetó, quizá porque se imaginó lo que pasaría. Y lo que pasó es que Ricardo ha resultado un fiasco decepcionante.
Blando de carácter, poco informado y alejado de los problemas de inseguridad (como cuando dijo que no había focos rojos en la entidad), Ricardo Ahued no ha sabido dirigir la política interior de Veracruz y el resultado está a la vista; con apenas seis meses y medio en el cargo sus negativos superan a sus positivos.
Sus malquerientes dicen que está más preocupado por el trabajo que hace su sucesor Alberto Islas en la alcaldía de Xalapa, que por los problemas en los 211 municipios restantes. Y no les falta razón.
La violencia en la entidad le es ajena, lo mismo que la inseguridad en las carreteras estatales. Las madres buscadoras no están en su agenda, le mataron a dos candidatos en el proceso electoral y su partido fue zarandeado en las elecciones municipales.
Eso sí, ha resultado un excelente colaborador de la señora Nahle en los trabajos de remodelación y mantenimiento del Palacio de Gobierno. “Él es el que me ha estado ayudando muchísimo con esto; muchísimo, muchísimo, muchísimo”, dijo la mandataria estatal.
Lo cierto lector, es que la gobernadora ha tenido que lidiar sola con los graves problemas de la entidad, sin el auxilio y apoyo de su secretario de Gobierno que, hay que reiterarlo, resultó un fiasco.
Si en diciembre anterior, se volvió a hablar de Ricardo como seguro sucesor de Rocío Nahle en la gubernatura, bastó un semestre para que su hipotética candidatura se fuera al cajón de los trebejos. De lo que se habla hoy es de su probable remoción.
Y cuando el río suena…
En otras épocas, los gobernantes federales y estatales esperaban un año en promedio para hacer cambios en su gabinete. Pero en estos tiempos que corren se debe actuar con más premura porque así lo exige la sociedad.
Por el bien de Veracruz, Ricardo Ahued debe irse de la Secretaría de Gobierno y sus seguidores olvidarse para siempre de llevarlo a la gubernatura. Pero será un error dejarlo fuera del presupuesto, con el estupendo trabajo que está haciendo como responsable de mantenimiento en Palacio de Gobierno.
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