Aunque su renuncia como miembro de la Junta de Gobierno de la Universidad Veracruzana (JG-UV) la presentó desde tres días antes, la dimisión de la doctora María Angélica Buendía Espinosa apenas trascendió ayer al filtrarse la información al diario La Jornada Veracruz.

Según la versión periodística, la profesora-investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana y secretaria académica de la Unidad Xochimilco de la UAM decidió separarse de la Junta de Gobierno de la UV “en un claro deslinde del proceder del órgano colegiado, al que señaló como objeto de presiones internas”.

La renuncia de Buendía ocurre en medio de un clima de creciente tensión en la UV tras la solicitud de prórroga presentada por el rector Martín Aguilar Sánchez ante la Junta de Gobierno el pasado 29 de mayo, en busca de un segundo periodo de cuatro años al frente de la institución. Esta petición fue respondida el 4 de junio con el anuncio de una consulta dirigida a la comunidad universitaria, la cual se inició este martes 10 y concluirá el viernes 13 de este mes, de manera presencial e híbrida.

Sin embargo, las reacciones en contra de la reelección automática de Aguilar han ido arreciando, como la manifestación pacífica que este lunes realizaron alumnos, académicos y personal administrativo de la UV, convocada por tres aspirantes a la Rectoría –Marisol Luna Leal, Jorge Manzo Denes y Rafael Vela Martínez–, quienes exigieron la emisión inmediata de la convocatoria para la sucesión rectoral.

Y anteayer, a través de una carta abierta dirigida a la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) y a la comunidad académica nacional, los tres aspirantes denunciaron diversas irregularidades en el proceso, incluyendo la omisión en los plazos para emitir la convocatoria de sucesión, la cual, de acuerdo con la normativa universitaria, debió publicarse al menos dos meses antes del fin del periodo en funciones.

Señalaron además que Aguilar Sánchez incumple el requisito de edad máxima de 65 años al momento de la convocatoria, lo que contravendría la reglamentación interna.

“Solicitamos respetuosamente el apoyo y solidaridad de las instituciones de educación superior, así como de toda la comunidad universitaria del país. Los instamos a pronunciarse en contra de estas violaciones a la normatividad universitaria y a favor de que se restaure el cauce legal en la Universidad Veracruzana”, exhortaron.

En respuesta, la Junta de Gobierno afirmó que “no tomará en cuenta las presiones que pretendan influir en sus decisiones y reiteramos nuestro compromiso de actuar con ética, integridad y en estricto apego a la normativa universitaria.”

Sin embargo, la doctora Buendía no quiso seguir siendo comparsa de la desacreditada Junta de Gobierno. Como miembro externo, la académica de la UAM no tiene la misma presión de los cinco miembros internos que administrativamente dependen de la UV. De hecho, no es casual que su renuncia se sume a las de otros ex integrantes también externos del órgano colegiado, como los doctores Alfredo Sánchez Castañeda, Hugo Casanova y Erika Maldonado, quienes abandonaron la Junta entre 2023 y 2025, precisamente durante el rectorado de Martín Aguilar.

Pero existen otros externos, como Ernesto Isunza Vera, director del Centro de Investigaciones y Estudios en Antropología Social (CIESAS-Golfo) con sede en Xalapa, quien fue propuesto por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos de Rosario Piedra, como integrante del comité evaluador que designó a la actual presidenta del INE, la filo-morenista Guadalupe Taddei, y que luego, cuando la misma señora Piedra Ibarra se presentó como aspirante para volver a presidir la CNDH en el periodo 2024-2029, le entregó una carta de respaldo presumiblemente escrita por un tío de Ernesto Isunza, el Obispo Emérito Raúl Vera López, quien la desdijo: “Me ha parecido de muy mal gusto la publicación de este documento y declaro en forma contundente que ese documento es totalmente falso y no tiene nada que ver con mi persona”, denunció el ex obispo de Saltillo.

Los mosqueteros fieles de Martín I

A inicios de la década de los años setenta, un estudiante de la Facultad de Ingeniería en el puerto de Veracruz empezó a descollar por sus aguerridas y desprejuiciadas acciones golpeadoras contra sus oponentes en las elecciones de mesas directivas. Se había ejercitado en esas lides al paso de sus estudios por la secundaria y el bachillerato. Eran las épocas doradas del porrismo, aglutinado en el Consejo Estatal de Escuelas y Facultades de la Universidad Veracruzana (CEEFUV) impulsado y financiado desde el gobierno del estado, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y la Rectoría de la UV.

Ese joven era Enrique Levet Gorozpe, priista y anticomunista casi de origen (como todo integrante del CEEFUV) y quien inició ahí su ascendente carrera política con servicios prestados al partido gobernante y a las autoridades estatales y universitarias. Le dieron una beca, dicen, para estudiar un posgrado. Luego apareció como titular de una plaza académica en la UV, misma que, cuentan sus colegas y amigos del puerto jarocho, ejerce sólo en el papel, porque “Papo nunca se paró a escribir algo en el pizarrón, únicamente ha sido dirigente sindical; aunque eso sí: siempre ha salpicado a su gente y por eso lo apoyamos”.

A la mitad de esos años setenta, la ola sindicalista universitaria llegó a las playas académicas de la UV, porque ya en 1973 y luego de una huelga de hambre, el Sindicato Estatal de Trabajadores al Servicio de la Universidad Veracruzana (SETSUV), creado un año antes, había firmado su primer contrato colectivo de trabajo. Se generó entonces, desde un grupo de profesores del área de Humanidades identificados con las luchas de izquierda, entre quienes estaban Ricardo Corzo, Jesús Morales, Félix Báez, Leopoldo Alafita, René Cabrera, Guillermo Villar, Francisco Córdoba… la creación en 1976 del Sindicato del Personal Académico de la Universidad Veracruzana (SPAUV), concentrado en la capital Xalapa.

Casi a la par y desde las antípodas de la izquierda, profesores de Orizaba y de Ingeniería en Veracruz crearon sus respectivas organizaciones sindicales, las que terminaron unidas al crearse, por decisión de las autoridades universitarias y antes de que el incómodo SPAUV les ganara la partida, un sindicato blanco cobijado por las autoridades y adscrito al sindicalismo de Estado: la Federación Estatal de Sindicatos y Asociaciones de Personal Académico de la Universidad Veracruzana (FESAPAUV).

Al SPAUV le echaron la jauría de porros universitarios encima y luego de una huelga derrotada los profesores de izquierda decidieron no pelearse con la realidad. Eran los inicios de 1976 y el llamado “Grupo Veracruz”, con los ingenieros a la cabeza, inició el liderazgo sindical universitario mediante prebendas y prestaciones otorgadas por las autoridades universitarias para apuntalar a los dirigentes funcionales y evitar fisuras posibles de aprovechar por las disidencias críticas de los académicos xalapeños, primordialmente. El aún joven Levet Gorozpe, ya afianzado en su priismo y su anticomunismo, llegaría a la Secretaría General de la FESAPAUV poco después, al suceder a otro ingeniero: Faustino Troncoso, ya fallecido.

Bajo el impulso de académicos del Centro de Estudios Históricos (CEH), de la Facultad de Antropología y de estudiantes del Comité Universitario de Lucha que aglutinaba a estudiantes de Antropología e Historia, principalmente, surgió en 1976 la iniciativa para crear la Licenciatura en Sociología. Y con el fin de sostener la existencia de una demanda posible a la misma se creó el Comité de Aspirantes de Sociología, donde coincidieron, entre otras(os) aspirantes, dos importantes para los fines del presente: Leticia Mora Perdomo (presidente de la Junta de Gobierno de la UV en 2021) y Martín Aguilar Sánchez, designado Rector de la UV para el periodo agosto 2021-julio 2025.

Un año después inició actividades la Facultad de Sociología, siendo Ricardo Corzo su primer director y con la participación docente de profesores de Antropología, Historia y el CEH.

Formado en el Marxismo, teoría social dominante en las aulas por aquellos años, así como en la crítica al mismo desde las corrientes francesas e italianas, el joven estudiante Aguilar Sánchez derivó hacia el Maoísmo, se integró y promovió la formación de organizaciones coloniales dentro del movimiento urbano popular y egresó de la universidad. Entró a su facultad de origen como docente, no arrendó su militancia en la izquierda, trabajó en el IVEC, ingresó como Técnico Académico al Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales de la Universidad Veracruzana (IIH-SUV) y fue bien recibido por sus antiguos profesores en la facultad. Luego estudió en Francia, se doctoró y retornó al IIH-S, lo dirigió y continuó siendo un académico de izquierda apasionadamente crítico con los gobiernos federal, estatal y universitario de –según el hoy en boga discurso oficial– corte neoliberal y conservadora, a grado tal que se opuso correctamente a los intentos de la administración de la ex rectora Sara Ladrón de Guevara para elevar la edad de 65 a 75 años como límite máximo para ser rector.

Estudiante de sociología en la UV, donde coincidió en aulas y pasillos de la Unidad de Humanidades con Martín Aguilar, Manuel Huerta (actual senador de Morena), Leopoldo Alafita (hoy asesor del rector Aguilar) y Saúl Moreno (también asesor de Aguilar), Ernesto Isunza Vera ha militado en las filas de la izquierda desde aquellos años. Doctorado en la Complutense de Madrid y director del Centro de Investigaciones y Estudios en Antropología Social (CIESAS-Golfo) con sede en Xalapa, es reconocido justamente como un solvente estudioso y promotor de la construcción de ciudadanía y organismos autónomos de control del Estado, aunque devino desde hace 25 años, al igual que Aguilar, Alafita, Huerta y Moreno (éstos, académicamente muy por debajo de Isunza), en uno más de los cumplidores de “la lealtad a ciegas” que demandada quien ocupó la Presidencia de la República de 2018 a 2024. Hoy, Isunza es integrante externo de la Junta de Gobierno de la UV, donde pretende hacer valer su experiencia en los procesos de designación de incómodos candidatos filo-morenistas a relevantes cargos de organismos autónomos como el INE, la CNDH y… ahora la UV.

Y es que él sabe perfectamente que la solicitud de prórroga que el rector Martín Gerardo Aguilar Sánchez entregó a la Junta de Gobierno para continuar en su cargo cuatro años más, es, además de una chicana derivada de la interpretación mañosa del Artículo 36 y el desecho de la fracción II del Artículo 37 de la Ley Orgánica de la UV, otra agresión de las varias cometidas contra la autonomía universitaria durante el último cuatrienio. Es también una expresión más del “espíritu de los tiempos de la transformación”, iniciados en 2018 con la llegada al poder del priismo recargado, camuflado bajo un discurso providencial, milenarista y mesiánico que, ávidos de ser convidados al banquete del poder, hicieron suyo antiguos izquierdistas, elementales priistas y saltimbanquis de variados colores. Entre ellos Aguilar Sánchez y, ya sea por convicción autoritaria o por convenenciero chambismo, el séquito y cómplices que arropan su tramposa y cínica intentona.

Esta historia continuará…