“Nadie tenemos el cargo seguro”
Ricardo Ahued

Pasó lo que todos sabíamos que iba a pasar: una elección infame por el desinterés de la gente, por el desconocimiento de los candidatos, por la complejidad del proceso, pero sobre todo, por lo evidente que fue la imposición de personajes morenistas en puestos claves del Poder Judicial.

La gente nunca pidió decapitar al Poder Judicial. Nunca pidió elegir a jueces, magistrados y ministros, que por supuesto nunca tenga la necesidad de conocer. Fue la consumación de un acto de venganza personal del ex presidente López Obrador que hoy nos quieren vender como modelo de democracia en el mundo.

Antes de conocer cualquier resultado, la Presidenta Sheinbaum y Guadalupe Taddei, presidenta del INE, salieron en cadena nacional a presumir la “votación histórica” del 12% en la elección del Poder Judicial.

Fue todo lo contrario: un absoluto fracaso. Hasta el presidente López Obrador y sus hijos tuvieron que llevar su acordeón para no meter la pata y terminar siendo víctimas de su propio desvarío. Ya ni les cuento lo que ocurrió en las urnas vacías del resto del país.

Basta revisar los números oficiales. Según Sheinbaum y el INE, la votación total fue de casi 13% por ciento, es decir, 13 millones de personas. Por supuesto, para la presidenta se oye más bonita la cantidad que el porcentaje. Pero…

De esos 13% de votantes, de esos 13 millones de votos, ¿cuántos fueron válidos?, es decir, cuantos lograron superar la pandemia de la confusión de las personas para emitir su voto quien sabe por quién. De esos 13 millones de votos, no todos fueron los votos efectivos, ya que muchos fueron anulados por la dificultad de entender el proceso.

Y ahí viene el primer corte. Si al 13% de votos emitidos, le quitamos los votos inválidos, entonces andaremos naufragando en una votación inferior al 10 por ciento en el mejor de los casos. Hasta ahora, para evitar poner en evidencia el fracaso del proceso, nadie ha hablado de cuántos votos fueron efectivamente válidos.

Sin el acordeón y los millones de pesos que se gastaron en movilización, el ejercicio hubiera sido aún más desastroso.

Entonces, si al 13 por ciento de votos totales, le quitamos el porcentaje de votos totales, nos vamos a quedar con un rango de entre el 6 y el 8 por ciento. Y esa cantidad habría que repartirla entre los participantes. Eso quiere decir que cientos de candidatos acaso habrán obtenido su voto y el de su familia.
Un dato más. La mayor parte de ese 12% de votos emitidos –que no válidos- fueron en la ciudad de México, donde el gobierno federal y de la ciudad instrumentaron toda una operación para llevar a sus huestes a las urnas.

Entonces, si la mayor parte de los votos fue en la ciudad de México, ¿cuántos votaron en las entidades del país? ¿Cuántos votos hubo en el estado de Veracruz? ¿Cuántos votos obtuvieron los candidatos al Poder Judicial del Estado?

Hoy un candidato a juez, magistrado o ministro puede serlo con el 1% de los votos. En efecto, los nuevos ministros de la Corte, jueces y magistrado llegarán por la ‘voluntad’ del pueblo. En ninguna democracia del mundo, alguien con ese porcentaje de votación ocupa el cargo.

Para darse una idea del desatino, durante la otra ocurrencia llamada consulta para llevar a juicio a los ex presidentes, resulta que se requería de una participación de al menos el 40 por ciento para que el resultado fuera vinculante, es decir, obligatorio.

Hoy con el 1 por ciento de la votación, con un puñado de votos, se puede designar a un juzgador y podrán presumir que ocupan el cargo por el apoyo mayoritario del pueblo bueno.

Y todo resultado de una jornada electoral marcada por la desorganización y el desinterés.

Tanto que ni siquiera los funcionarios de casilla contarían los votos como se hace en una elección convencional, sino que lo hará el INE en lo oscurito.

Ayer sólo vinos tardanza, urnas vacías, falta de mobiliario, confusión entre funcionarios y votantes, quienes confesaban desconocer a todos los aspirantes y que se apoyaban en los “acordeones” que distribuyeron en la víspera. Tenían que reunirse en grupos para ponerse de acuerdo cómo votar.

En los próximos días conoceremos los resultados de la elección judicial. Ganarán todos los que ya sabríamos que ganarían. El trabajo del INE en este momento consiste en maquillar las cifras, en justificar el gasto de más de 250 millones de boletas que no sirvieron para maldita la cosa y el absoluto interés de los ciudadanos.

“Andy”, el candidato frustrado

Interesante como siempre el comentario que hace ayer en su columna el periodista Carlos Loret de Mola, sobre los responsables de la contundente derrota de Morena en la farsa esa que montaron para destruir el poder judicial de la nación, y que resulto un contundente fracaso.

“En Palacio Nacional están enojadísimos con «Andy» López Beltrán, el hijo del expresidente López Obrador. Lo responsabilizan del vacío en las casillas para la elección judicial y de los tristes resultados de Morena en las elecciones de Veracruz y Durango.

Me dicen fuentes de primer nivel que Andy recibió todo el respaldo de la Presidenta y su partido para encargarse de la operación electoral. No sólo eso: once gobernadores le dieron dinero en efectivo —millones— para aceitar la maquinaria electoral del oficialismo y lograr tres objetivos:

El primero, que acudieran 20 millones de personas a votar en la elección judicial. El segundo, que Morena se quedara con las tres ciudades más importantes de Durango. Y tercero, que el partido aumentara su presencia electoral en Veracruz.

No logró ninguno.

Sólo fueron a votar 13 millones en la judicial, de las tres ciudades más importantes de Durango sólo ganó una y en Veracruz se quedaron con 16 presidencias municipales menos de las que tenían.

Para Andy López Beltrán era la oportunidad de demostrar que no sólo es un junior de la política dedicado a repartir a sus amigos los contratos del gobierno de su papá. Reprobó el examen.

Pero, además, cuentan que impregnó su operación política de una soberbia que le terminó costando: varios gobernadores de oposición le ofrecieron colaborar con el régimen, en el ánimo de no pelearse con la Presidenta. Le plantearon escenarios de negociación para repartirse lo que había en juego. Escenarios super favorables para Morena, aseguran.

Relatan que Andy les contestó groseramente, les dijo que les iba a ganar todo y luego los iba a meter a la cárcel. Varios de esos gobernadores de oposición acusaron a Andy con la presidenta Sheinbaum. Aparentemente ella escuchó y dejó correr las cosas. No sólo fueron los de oposición. Mandatarios de su propio partido pidieron a la doctora que Andy sacara las manos de sus estados porque estaba haciendo un desastre.

Llegaron las elecciones de este domingo y el junior se tropezó con su propia soberbia. Ahora, el ajuste de cuentas dentro de Morena está a la orden del día. Y el hijo de AMLO es el villano favorito.”

Mientras tanto el otro aspirante a la silla presidencial como sucesor de Claudia Sheinbaum, el Secretario de Seguridad Nacional, Omar García Harfush sigue creciendo con el aseguramiento de toneladas de droga y millones de bidones de huachicol, así como con la captura de peligrosos narcos que son enviados a los Estados Unidos.

Reflexión

La notable ausencia de votantes en las urnas el pasado domingo, en la elección de Veracruz, se debió a la herencia que dejó Cuitláhuac García Jiménez de errores, abusos y corruptelas, así como de una ausencia total de trabajo en favor de los gobernados; a los abusos cometidos primero por el Secretario de Gobierno y luego por la Fiscal y a la terrible impunidad con que sigue actuando la delincuencia en todo el territorio veracruzano. Para acabarla de fregar hasta el Rector Martincillo, un inutil profesor de quinta, se siente dueño de la Universidad Veracruzana y se agarra a veinte uñas del sillón principal.