Después de la bacanal que podría suponer una elección municipal, la resaca de las elecciones empieza a encuerar a vencedores y vencidos, las sorpresas y la ruta política que seguirá el estado de Veracruz en los próximos dos años, hasta la elección intermedia de 2027.
El resumen general es el desplome brutal de Morena en alianza con el Partido Verde, el crecimiento de Movimiento Ciudadano, la acertadísima decisión del PT de ir solos y el estancamiento del PAN y PRI que pasarían a ser partidos en proceso de extinción, de no ser por sus contadas excepciones.
Morena perdió 69 municipios respecto de la última elección municipal, lo que significó dilapidar la mitad de los dos millones de votos que obtuvo el año pasado en la elección presidencial y de gobernador.
En la elección de este domingo, Morena sólo obtuvo 950 mil votos y pasó de gobernar en 153 municipios a hacerlo sólo en 84, perdiendo incluso algunas de las ciudades más importantes. De hecho, sólo obtuvo el 31.95% de los votos. Un fracaso rotundo.
En solitario Morena sólo ganó 11 municipios; en coalición con el Verde obtuvo 60 más y el PVEM poco aportó a la causa morenista con sólo 13 triunfos.
Si bien el nivel de aceptación de Claudia Sheinbaum y Rocío Nahle es alto, esto no ayudó a los candidatos de Morena y sus aliados. Las arrogantes dirigencias de Luis María Alcalde y de Esteban Ramírez Zepeta resultaron un lastre para el morenismo jarocho, agravado por las traiciones intestinas. Zepeta debe irse de inmediato.
Muchos municipios se perdieron porque la estructura electoral operada desde la Secretaría del Bienestar que mantenía –o mantiene- Manuel Huerta, operaron para otros partidos, en un abierto desafío a la gobernadora del Estado. Gómez Cazarín también tendrá que rendir cuentas por en actuación u omisión.
Un caso emblemático es Xalapa. Si bien la candidata Daniela Griego ganó la capital del estado, lo hizo con apenas con 47,027 votos, muy lejanos a los 111,330 que obtuvo Ricardo Ahued hace cuatro años. ¡¡Ni la mitad, pues!!
De hecho, si el PRI de Silvio Lagos (19,152) apoyado por la estructura de Pepe Yunes, hubiera jugado junto al MC de Román Moreno (33,566) apoyado por la estructura de Américo Zúñiga, habrían alcanzado 52,718 con lo que hubieran hecho morder el polvo a la candidata morenista.
Es tal el desplome de Morena en la capital y el hastío de los xalapeños por las elecciones, que apenas votó el voto el ¡¡29.72 por ciento!! Tres de cada diez ciudadanos prefirieron quedarse en su casa.
Otro caso emblemático fue el triunfo de Alberto Cobos en Alvarado, un ex funcionario del gobierno morenista, que se impuso a Polo Deschamps, el ex candidato a gobernador por MC ahora impulsado por la propia gobernadora Rocío Nahle. Este fue una derrota para ella, mientras que Deschamps podrá presumir el récord de perder dos elecciones en dos años consecutivos.
Lo mismo sucedió en otras ciudades donde los ciudadanos cobraron facturas por pésimos gobiernos como fue el caso de Poza Rica y Huatusco.
Un caso por demás asombroso se registró en el municipio de Chumatlán donde Morena no obtuvo ni un solo voto. Vaya, ni los integrantes de la planilla votaron por ellos mismos, lo que hace suponer una amenaza que obligó a la candidata a retirarse por completo.
Morena tuvo que enfrentar un clima de inseguridad en el estado, una precaria situación económica y un inicio tambaleante del gobierno de Rocío Nahle quien anoche descubrió que los 2 millones de votos de 2024 no son un cheque en blanco y que su administración sufre su primer revés.
De mantenerse esta tendencia –se espera una reacción enérgica de la mandataria- en dos más, Morena podría perder la mayoría del Congreso por primera vez desde que son gobierno. De ese tamaño es la crisis.
Sin duda, los dos grandes ganadores de la contienda fueron Movimiento Ciudadano y el PT. Entre ambos gobernarán un tercio de los municipios del estado, además de obtener una copiosa votación que los coloca como segunda y cuarta fuerza política respectivamente.
En el caso del partido naranja no sólo logró ganar 41 municipios, sino que elevó su votación a 570 mil votos, lo que le permitió desplazar al PAN como segunda fuerza política. Casos como el de Xalapa le permitieron una suma muy importante se sufragios a pesar de no obtener la victoria
El gran ganador de la contienda sin duda fue el Partido del Trabajo (PT) quien de último momento decidió romper la alianza con Morena y el Partido Verde. En solitario, el PT va a gobernar 28 municipios y obtuvo 373 mil votos, lo que representó el 12.55% de la votación total, desplazando al PRI y al Partido Verde como cuarta fuerza política del estado.
El caso del PT es para analizarse. Muchos de sus triunfos obedecen a la salida de muchos morenistas que no fueron seleccionados en la encuesta y buscaron jugar por otros partidos. El PT capitalizó muy bien las fracturas de Morena y se hizo de candidatos competitivos que habrían sugerido triunfos morenistas pero que hoy son del PT.
El Verde regresó a sus votaciones históricas como partido satélite, primero del PRI, luego del PAN y Ahora de Morena. El partido del tucán fue el que menos votación alcanzó en solitario con apenas 109,383 votos para un 3.68%. Sólo gobernará 13 municipios, menos de la mitad donde lo hará el PT.
Finalmente, el PAN y el PRI se siguen rezagando entre los veracruzanos. En esta elección, salvo el municipio de Boca del Río, los panistas no se llevaron ningún otro trofeo a casa, ni siquiera Tantoyuca. Obtuvieron acaso 403,134 votos –la cuarta parte de los que obtuvo Miguel Ángel Yunes Márquez en la elección de gobernador en 2018-, para gobernar apenas 34 municipios-
El PRI, el mismo que su dirigente aseguraba haber ganado el 80 por ciento de los municipios del estado –otro lastre que debe abandonar de inmediato la dirigencia del partido-, sólo obtuvo 329,964 votos, la tercera parte de los que obtuvo Pepe Yunes hace un año. El súper poderoso PRI sólo gobernará un puñado de 23 municipios, aunque logró conservar la joya de la corona en Orizaba.
A excepción de Movimiento Ciudadano, todos los partidos perdieron una cantidad impresionante de votos respecto a la elección presidencial y de gobernador. El desplome fue absoluto y supone la salida inmediata de sus dirigentes.
En el caso de la gobernadora del estado, habrá aprendido que la gente de su confianza falló en la operación electoral. No tiene operadores políticos y sus enemigos dentro de Morena son reales y que no va a ser fácil gobernar.
Habrá que investigar también si las denuncias contra Zepeta sobre la venta de candidaturas y si esto influyó en los resultados electorales, los peores de Morena desde que son gobierno. También es cierto que Luisa María Alcalde sólo vino a insultar y encender los ánimos pero que su presencia no tuvo ningún impacto en favor de Morena.
La elección terminó. Rocío Nahle habrá de gobernar con un estado muy plural. De su parte seguirán estando los municipios de mayor población, pero ganados por votaciones marginales en resultados muy cerrados en algunos casos. Para nadie es un secreto que la gobernadora operó de manera directa y personal en muchos municipios y con muchos candidatos.
Basta saber ahora qué trato dará a los alcaldes de oposición que no son pocos y muchos de los cuales será protagonistas en el próximo proceso electoral.
Poder Judicial, la “exitosa” elección de los juzgadores desconocidos.
Pasó lo que todos sabíamos que iba a pasar: una elección infame por el desinterés de la gente, por el desconocimiento de los candidatos, por la complejidad del proceso, pero sobre todo, por lo evidente que fue la imposición de personajes morenistas en puestos claves del Poder Judicial.
La gente nunca pidió decapitar al Poder Judicial. Nunca pidió elegir a jueces, magistrados y ministros, que por supuesto nunca tenga la necesidad de conocer. Fue la consumación de un acto de venganza personal del ex presidente López Obrador que hoy nos quieren vender como modelo de democracia en el mundo.
Antes de conocer cualquier resultado, la Presidenta Sheinbaum y Guadalupe Taddei, presidenta del INE, salieron en cadena nacional a presumir la “votación histórica” del 12% en la elección del Poder Judicial.
Fue todo lo contrario: un absoluto fracaso. Hasta el presidente López Obrador y sus hijos tuvieron que llevar su acordeón para no meter la pata y terminar siendo víctimas de su propio desvarío. Ya ni les cuento lo que ocurrió en las urnas vacías del resto del país.
Basta revisar los números oficiales. Según Sheibaum y el INE, la votación total fue de casi 13% por ciento, es decir, 13 millones de personas. Por supuesto, para la presidenta se oye más bonita la cantidad que el porcentaje. Pero…
De esos 13% de votantes, de esos 13 millones de votos, ¿cuántos fueron válidos?, es decir, cuantos lograron superar la pandemia de la confusión de las personas para emitir su voto quien sabe por quién. De esos 13 millones de votos, no todos fueron los votos efectivos, ya que muchos fueron anulados por la dificultad de entender el proceso.
Y ahí viene el primer corte. Si al 13% de votos emitidos, le quitamos los votos inválidos, entonces andaremos naufragando en una votación inferior al 10 por ciento en el mejor de los casos. Hasta ahora, para evitar poner en evidencia el fracaso del proceso, nadie ha hablado de cuántos votos fueron efectivamente válidos.
Sin el acordeón y los millones de pesos que se gastaron en movilización, el ejercicio hubiera sido aún más desastroso.
Entonces, si al 13 por ciento de votos totales, le quitamos el porcentaje de votos totales, nos vamos a quedar con un rango de entre el 6 y el 8 por ciento. Y esa cantidad habría que repartirla entre los participantes. Eso quiere decir que cientos de candidatos acaso habrán obtenido su voto y el de su familia.
Un dato más. La mayor parte de ese 12% de votos emitidos –que no válidos- fueron en la ciudad de México, donde el gobierno federal y de la ciudad instrumentaron toda una operación para llevar a sus huestes a las urnas.
Entonces, si la mayor parte de los votos fue en la ciudad de México, ¿cuántos votaron en las entidades del país? ¿Cuántos votos hubo en el estado de Veracruz? ¿Cuántos votos obtuvieron los candidatos al Poder Judicial del Estado?
Hoy un candidato a juez, magistrado o ministro puede serlo con el 1% de los votos. En efecto, los nuevos ministros de la Corte, jueces y magistrado llegarán por la ‘voluntad’ del pueblo. En ninguna democracia del mundo, alguien con ese porcentaje de votación ocupa el cargo.
Para darse una idea del desatino, durante la otra ocurrencia llamada consulta para llevar a juicio a los ex presidentes, resulta que se requería de una participación de al menos el 40 por ciento para que el resultado fuera vinculante, es decir, obligatorio.
Hoy con el 1 por ciento de la votación, con un puñado de votos, se puede designar a un juzgador y podrán presumir que ocupan el cargo por el apoyo mayoritario del pueblo bueno.
Y todo resultado de una jornada electoral marcada por la desorganización y el desinterés. Tanto que ni siquiera los funcionarios de casilla contarían los votos como se hace en una elección convencional, sino que lo hará el INE en lo oscurito.
Ayer sólo vinos tardanza, urnas vacías, falta de mobiliario, confusión entre funcionarios y votantes, quienes confesaban desconocer a todos los aspirantes y que se apoyaban en los “acordeones” que distribuyeron en la víspera. Tenían que reunirse en grupos para ponerse de acuerdo cómo votar.
En los próximos días conoceremos los resultados de la elección judicial. Ganarán todos los que ya sabríamos que ganarían. El trabajo del INE en este momento consiste en maquillar las cifras, en justificar el gasto de más de 250 millones de boletas que no sirvieron para maldita la cosa y el absoluto interés de los ciudadanos.
La ratonera
El rector de la Universidad Veracruzana, Martín Aguilar Sánchez, no puede reelegirse al menos por tres razones. Hacerlo lo convertirá en un delincuente y a la Junta de Gobierno en un ominoso cómplice.
Primero. Carece de la capacidad y el perfil académico, por lo que sacado a la universidad de entre las mejores del país y del continente; ha entregado la autonomía a los intereses políticos del gobierno en turno; y lo más grave, al no cumplir con los requisitos que exige la ley, pretende cometer un atraco.
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