Fue la noche del jueves pasado cuando Luisa María Alcalde, acompañada por Andrés López Beltrán y otros colaboradores cercanos, pidió acabar con cualquier guerra al interior de Morena en Veracruz: “hace más daño que la propia oposición”, dijeron.
Y es que la dirigente nacional morenista está enterada de las diferencias subterráneas existentes entre Rocío Nahle, Manuel Huerta y Sergio Gutiérrez Luna (aunque éste último no mostrará interés público alguno por la gubernatura, sino hasta el cuarto año).
Así, por descarte, y teniendo por un buen rato a Gutiérrez Luna alejado de cualquier tema estatal (trabajando como presidente de la mesa directiva en San Lázaro), a Luisa María Alcalde solo le interesó espaciar las conocidas diferencias del senador con la gobernadora, al menos durante las elecciones.
Y es que, tanto en Durango como en Veracruz, de acuerdo al estudio morenista nacional, el mayor enemigo del movimiento no está ni en existe en la oposición, sino en las luchas de poder al interior de los grupos en ambos estados.
Todo mundo conoce la distancia subterránea entre Nahle y Huerta, no se requiere genialidad para ello. La dirigencia nacional considera que cada uno tiene tareas diferentes, y no deberían mezclarse más que cuando la exigencia viene de orden superior, destacando que la líder política en el estado es una.
Si Luisa María Alcalde y Andy López, por instrucción de Sheinbaum, logran zanjar momentáneamente los corajes internos (tanto en Durango como en Veracruz), se tiene proyectado (me dicen) que obtengan la gran mayoría de las alcaldías en disputa.
Veremos qué ocurre, y si de verdad ocurre.
X: @aaguirre_g
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