Los escarceos entre la gobernadora Rocío Nahle y los Yunes de El Estero por el control político de Veracruz y Boca del Río, están en un tris de convertirse en una batalla encarnizada que puede cuartear de manera irreversible a Morena y dar al traste con la construcción del segundo piso de la 4T en la entidad.
¿Tanto así?
Tanto así.
Rocío no quiere saber nada del clan al que responsabiliza de la “campaña negra” en su contra durante el proceso electoral que la llevó a la gubernatura. Y tan no los quiere que a mediados de septiembre escribió en sus redes: “En Veracruz el @PartidoMorenaMx se ha construido con trabajo, esfuerzo y convicciones de millones de hombres y mujeres… Cuidamos y respetamos a las bases y al pueblo. Por lo que NOS RESERVAMOS EL DERECHO DE ADMISIÓN”, así con mayúsculas.
Pero quién sabe a qué santo le rezan los Yunes que de zarandeados, vapuleados y bocabajeados por traidores, se han convertido en algo muy parecido a los rock star de la cúpula morenista.
La lideresa nacional de Morena, Luisa María Alcalde, dijo que no tiene nada en contra de la incorporación de los señores a las filas de su partido. El senador Adán Augusto López ya no sabe dónde ponerlos y el senador Manuel Huerta, declaró que no ve ningún problema en que se vistan con la camiseta guinda porque “Somos un partido abierto que nos interesa que los que lleguen, lleguen a sumarse a la causa y no con objetivos personales”.
Rocío contestó: “No los veo, no los veo en actividades de Morena en Veracruz. Morena no es un partido popular, es un movimiento. Quien mandata es la base y es el pueblo y solamente hay que venir a Veracruz para escuchar y observar que la militancia, que las bases y el pueblo no están de acuerdo y yo obedezco al pueblo…”.
Incluso la gobernadora pide una encuesta. Y vamos a suponer que se hace la encuesta y 9 de cada 10 veracruzanos piden que los Yunes no se vuelvan a parar por Veracruz. Eso valdrá gorro porque, contra lo que dice la propia gobernadora, el pueblo no manda; nunca ha mandado y su opinión vale pura corneta. Y eso lo sabe muy bien la señora.
Que lo agarren de bandera para decir que fue el pueblo el que ordenó que desaparecieran los organismos autónomos y exigió la reforma al Poder Judicial, eso es otro rollo. Y lo sabes, lector.
Apoyados por la lideresa nacional de Morena, por el poderosísimo Adán Augusto López y por Manuel Huerta, el moreno más critico del gobierno de Cuitláhuac García, los Yunes de El Estero navegan sobre aguas más o menos tranquilas.
Pero si les permiten meter su cuchará en las elecciones para alcaldes de Veracruz y Boca del Río la guerra con la gobernadora será inevitable. Y como toda guerra traerá sus consecuencias.
Puede que los morenos se dividan aún más (porque divididos están desde antes de la fundación de su partido), lo que podría ser el comienzo de su debacle en Veracruz.
“No hombre, estás loco aprendiz de periodista. Nuestro partido es fuerte, poderoso y está más sólido que los cimientos que sostienen el Palacio de Gobierno. En Morena nunca habrá una debacle”.
¿Que no?
Basta asomarnos al PRD, partido del que salieron bronqueados unos con otros y dejaron convertido en piltrafa hasta que desapareció.
Otro ejemplo es el PRI que todavía en 2010 (es decir, hace apenas 14 años) era un partido fuerte, poderoso y casi invencible, que hoy anda causando lástima convertido en un partido así de pequeñito y en riesgo inminente de desaparecer.
Sólo los soberbios no ven o pretenden ignorar que en política ahorita estás en la cima y al rato en el fondo de la barranca. Y lo que sobra en Morena es la soberbia.
Pero veremos qué pasa. Y lo que pase será en unos días, apenas enero se levante de la cuna para comenzar a dar sus primeros pasos.
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