Atribulada, afligida, preocupada y enojada por dentro, pero simplemente seria y esbozando una que otra sonrisa, así se supone que veremos hoy en su visita a Veracruz -si no termina cancelando- a la presidenta Claudia Sheinbaum.

Las matanzas en varios estados del país, la enorme y pesada deuda de Pemex, la intención de bajar el déficit fiscal quitándole dinero a las obras y la calificación crediticia negativa a México ya son por si solos factores para traerla preocupada.

Pero que ahora haya quedado exhibida a nivel nacional como lo que se pronosticó que sería, una presidenta sin poder, subordinada a las órdenes y caprichos del expresidente López Obrador, pues es motivo para que el cuerpo ande por un lado y la mente por otro.

Es probable que haya tenido la esperanza de que el tabasqueño -acaso el presidente más mentiroso de todos- iba a cumplir su promesa de retiro total y dedicarse a escribir en su rancho de Palenque, Chiapas.

A finales de marzo pasado, en plena campaña presidencial, Sheinbaum dio una entrevista a El Universal, que el periódico tituló: «No habrá teléfono rojo entre Palacio Nacional y Palenque», que en su primer párrafo resumió muy bien lo que quería la candidata:

Monterrey, N.L.— «Cuando yo llegue al gobierno, la que va a gobernar soy yo”, asegura Claudia Sheinbaum, candidata presidencial de Sigamos Haciendo Historia (Morena, PT y PVEM). No habrá un teléfono rojo entre Palacio Nacional y la finca del expresidente Andrés Manuel López Obrador para consultarlo o que él esté mandando instrucciones. “Él ha tomado la decisión de no participar. ¿Que me gustaría verlo en algún momento?, pues eso siempre, pero de ahí a que voy a estar consultando o habrá un teléfono donde me esté mandando instrucciones, pues eso no… teléfono rojo, pues eso no, desde Palenque hasta Palacio Nacional no va a haber este teléfono rojo”.

Muy buen deseo, pero distinto a la realidad. Bueno, en parte tenía razón. Ella no lo está consultando ni él le habla para darle instrucciones. La cuestión es que le habla a otros para darles las órdenes, así sea en contrario a lo que quiere la Presidenta. Y los que reciben las instrucciones le hacen caso.

Claudia Sheinbaum perdió la partida desde que aceptó ser candidata y solo pudo poner a uno que otro candidato a las cámaras de Diputados y Senadores, y ninguno a la gubernatura.

La pinza en su contra se cerró cuando aceptó que más de medio gabinete le fuera impuesto y que las cámaras fueran dirigidas por sus enemigos Adán Augusto López y Ricardo Monreal, así como que Morena estuviera en manos de una fiel seguidora de su mentor y del hijo de López Obrador.

¿Qué le queda por hacer a la Presidenta?

Ya vio que, en el Senado, Adán Augusto no le hizo caso delante de todos.

Y qué esperar de la Cámara de Diputados dirigida por uno de los políticos más cínicos, que solo ve por su beneficio y que solo acepta órdenes cuando está en desventaja.

Monreal, siendo el coordinador de los senadores, vino a Veracruz a defender a su colaborador José Manuel del Río Virgen, una de las tantas víctimas de la prisión preventiva, utilizada para poder encarcelar a los enemigos políticos sin necesidad de hacer una investigación, nada más acusándolo de algún delito de los que abarcaba esa figura.

¿Y qué hace ahora Monreal?, pues en estos días, desde la coordinación de los diputados, hizo lo necesario para ampliar y endurecer la prisión preventiva.

¿Este tipo de políticos le harán caso a la Presidenta viéndola débil?

¿Qué le queda por hacer?:

-Dejarse llevar por la corriente y ser Presidenta sin serlo.

-Emprender un largo camino para ir tratando de ganar lealtades entre quienes no saben ser leales.

-Sentirse Presidenta y dar unos manotazos para hacer saber quien manda. Esto puede generar caos político y social, si no le resulta, o asumir el poder presidencial del que carece y que tanto necesita.