Cuenta la leyenda que en una de las cuatro veces que fue diputado Fidel Herrera, al estar ausente por un rato en la sesión legislativa y llegar el momento de una votación, sin problema alguno y con desparpajo desde su curul levantó la mano para votar su gran amigo Rafael «El Negro» Cruz.

Eran los tiempos de un PRI dominante, que aplastaba en las votaciones en las Cámaras, dominaba las gubernaturas, cedía solo algunas alcaldías y desde la Presidencia, sometiendo a los legisladores y ministros, ejercía el poder total y se hacía lo que quería el Presidente… así como ahora, pero con Morena.

Por eso y otras acciones y situaciones similares es que se dice que México ha retrocedido medio siglo y que más que PRIAN, en alusión a las alianzas entre el PRI y el PAN, hay PRIMOR, por lo parecido que son Morena y el PRI y por todos los expriistas que han encontrado cabida en la 4T.

Hoy vemos que un diputado, Pedro Haces, dirigente de la central obrera afín a Morena, votó la semana pasada sin estar presente en la sesión legislativa. Haces es una persona corpulenta, que no pasa desapercibida, así que de inmediato hubo el señalamiento de ese voto emitido por un «fantasma».

Esto no para ahí. Entre reporteros que cubren las fuentes del Senado y la Cámara de Diputados y personal de esas instituciones corre la versión de que ya es costumbre emitir votos fantasmas a favor de las iniciativas de Morena.

En el Senado, cuando Ricardo Monreal era el coordinador de la Junta de Coordinación Política, aseguran que hubo votos fantasmas cuando trataron un asunto relativo a Rosario Piedra y la Comisión Nacional de Derechos Humanos.

Hace unas semanas, cuando sesionaron de manera extraordinaria en la Magdalena Mixihuca, señalan que fue muy evidente que votaron personas que no eran diputados, sino choferes y auxiliares. Los legisladores, dicen, estaban muy cansados y acurrucados en sus camionetas.

Eso de los votos fantasmas parece ser que lo domina muy bien Morena, tanto en las Cámaras como en las elecciones.

En las Cámaras porque, en la de Diputados, como acaba de suceder con el voto de Pedro Haces, hay algo que llama la atención. Los diputados solo pueden emitir su voto electrónico tras el reconocimiento facial y de su huella dactilar. ¿Entonces cómo fue que alguien votó por él? Nadie se cree eso del «destello» y sí piensan que alguien pudiera tener acceso a manipular los votos o la pizarra de las votaciones.

Como las manipulaciones a los votos del pasado junio que poco a poco han salido a la luz pública, como el caso de Chiapas expuesto en el seno del Instituto Nacional Electoral (INE).

Por eso también se hacen comparaciones entre el viejo PRI y Morena, pues el priismo todopoderoso del pasado era experto en manipular las votaciones y hacer ganar hasta a una vaca.

Y todavía más coincidencias. Ahí está la forma en que Morena es dirigido. Lo acaba de exponer el senador morenista Manuel Huerta, quien hace ver la necesidad de separar las dirigencias estatales de los gobiernos.

Podrá enojarse Esteban Ramírez Zepeta, el actual dirigente de Morena en Veracruz, pero todo mundo involucrado en las cuestiones políticas sabe que accedió a la dirigencia no en forma democrática sino porque así lo quiso el gobernador Cuitláhuac García, a quien le debe obediencia y ahora, para su prolongación en la política, Esteban le promete fidelidad a Rocío Nahle.

Así que, como en los viejos tiempos del PRI, Morena desde su nacimiento y hasta la actualidad, es un partido que depende del gobierno, que no toma decisiones propias, que postula a quienes le ordenan y que no tiene iniciativas propias y mucho menos puede criticar en serio o rectificar acciones gubernamentales que no sean positivas.