La semana anterior se registraron nueve asesinatos violentos en la entidad, hubo tres desapariciones y 44 municipios fueron declarados en emergencia por los aguaceros. Pero en medio de la desolación hubo un toque de alegría, de solaz y esparcimiento en el centro de Xalapa protagonizado por Cuitláhuac García que bailó la danza del Xantolo.

Ataviado con un sombrero de petate, un paliacate que le cubría la mitad cabeza y enfundado en una camisa a cuadros con los que literal, semejaba a un espantapájaros, el señor gobernador de Veracruz brincaba y saltaba, saltaba y brincaba al son de la jarana y el violín de la huasteca.

Mayor ridiculez imposible porque no era que se viera mal, era que se veía patético.

“¿Seguro que es el gobernador?”, preguntó un sorprendido turista a su acompañante que contestó. “Si, pero no lo vayas a ir a contar a tu pueblo, no seas gacho”.

Entrevistado por los reporteros el gobernador dijo: “El día de hoy estamos promoviendo nuestra cultura y una de las más importantes es la que tiene que ver con la celebración de Día de Muertos, y este es un intento de ese baile (conocido como el) de la viejada, donde hay varios personajes típicos: el vaquero, la bocona, obviamente la calavera, la novia, la mujer embarazada y todos intentando con estas máscaras y estas personalidades, burlar a la muerte…”.

Caray, qué emotivo. Pero cuando le preguntaron si ya tenía algún reporte de lo sucedido en Cumbres de Maltrata donde una avalancha de piedras y lodo sepultó a varios vehículos dijo: “No voy a hablar de eso ahorita” y sonrió a la reportera quizá pensando: “Ahorita no me vengas con eso, mija”.

Y lo mismo habría contestado si le hubieran preguntado por los municipios inundados, por los 605 homicidios dolosos en lo que va de este año o por el gravísimo desabasto de medicamentos principalmente oncológicos para los niños con cáncer. “Ahorita no me estén fregando, ¿qué no ven que estoy bailado el Xantolo?”

Alguien debería decirle que si cualquier hijo de vecino puede hacer prácticamente lo que le venga en gana, un gobernador no y esto incluye bailar el Xantolo en público. No porque se vea mal, sino porque demerita su investidura como gobernador. Para colmo, iba tan pésimamente disfrazado que nadie supo si era la bocona, la novia, el vaquero o la mujer embarazada.

Quizá la esencia de todo esto esté en que en la 4T tienen un concepto muy sui géneris de lo que es la investidura.

López Obrador se negó visitar Chalco inundado por aguas negras durante más de dos meses, y Acapulco destruido por un huracán y una tormenta tropical: “Porque están como buitres, estamos en temporada de zopilotes. Entonces tengo que cuidar la investidura presidencial”, dijo, cuando una visita a ambos lugares a platicar con los afectados le hubiera dado lustre a su investidura como presidente.

Cuitláhuac no tiene la mínima idea de lo que es su cargo como gobernador y sus asesores tampoco. De otra manera no andaría trapeando con su investidura el enfangado suelo veracruzano, tinto en la sangre de los 5 mil 868 asesinados en lo que va de su gobierno.

Hace unos días dije que la vida de Cuitláhuac en la gubernatura ha sido un gran carnaval. Y después de verlo bailar el Xantolo lo confirmo y lo sostengo. Pero no debe olvidar que después de una gran pachanga viene una fenomenal cruda. Y hay quienes apuestan que tiempo le sobrará para curársela en Pacho Viejo.

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