Morena tiene todo a su favor para volver a arrasar en las elecciones del próximo año en Veracruz.

Si no les ocurre una catástrofe, producto de sus divisiones internas o una terrible acción de gobierno, ganará la gran mayoría de las alcaldías en disputa.

Y cuando se dice la gran mayoría puede traducirse en que más de 150 alcaldes nuevos -de los 212- deberán tener el sello de Morena o de sus aliados el Verde o el PT.

Por lo menos esa cantidad, pero los partidos de oposición pueden llevarse una paliza que haga que casi queden borrados de Veracruz, quedando un PAN en su mínima expresión y un PRI al borde de su desaparición.

Por lo que respecta al PRI sus mejores candidatos ya han perdido en las últimas elecciones y estos tendrán que darse una pausa.

Por ejemplo, en Xalapa, ¿quién le gusta que acepte ser el candidato a la presidencia municipal? Sus mejores cuadros en la capital, David Velasco Chedraui y Américo Zúñiga Martínez, no creo que en esta ocasión quieran participar directamente. ¿Hay alguien más en la capital con posibilidades de dar la batalla por parte de los priistas?

Además, su dirigencia, que encabeza Adolfo Ramírez Arana, no tiene el liderazgo para convocar a los mejores militantes que podrían jalar algo de votos.

Sin recursos, con deudas y sin poder de convocatoria al PRI le espera un 2025 muy complicado con otro bajón de votos al ser abandonado por militantes fieles que se han cansado de las fallas y pésimas actuaciones de sus dirigentes y representantes populares.

Y el PAN vive unas sacudidas que quién sabe cómo lo dejen.

Tras el voto a favor para reformar al Poder Judicial, dado por el senador Miguel Ángel Yunes Márquez y avalado por su padre Miguel Ángel Yunes Linares, la unidad panista veracruzana que pendía de un hilo está en su peor momento.

Por lo pronto, desde el Comité Ejecutivo Nacional, es decir, Marko Cortés, y desde los grupos panistas locales que siempre se han opuesto a los Yunes, le tienen puesto el ojo al Comité Directivo Estatal para arrebatárselo a los de El Estero.

Federico Salomón, el aún dirigente estatal, tendría los días contados si es que maniobran bien Marko y los locales.

Ya hicieron renunciar al tesorero del PAN, Eligio Castelán, y seguramente presionarán a otros para sacarlos y de ahí dar el paso para conformar una Delegación que no tenga nada que ver con los Yunes.

Y en la CDMX el aspirante a dirigir el Comité Ejecutivo Nacional, Jorge Romero, afín a Marko, ya se sacudió al panista veracruzano Carlos Valenzuela -pieza de los Yunes- quien estaba en su equipo de campaña.

Así las cosas, estaríamos por ver un PAN de vuelta en manos de Julen Rementería, Joaquín Guzmán Avilés y Enrique Cambranis, pero debilitados por la división y la labor en contra que harán sus ahora enemigos en abierto.

E igual que los del PRI, sus mejores cuadros no han podido ganar en las últimas elecciones y, todavía peor, ni juntos, priistas y panistas pudieron cubrir con representantes la totalidad de las casillas instaladas este año en el estado, así que, separados, Morena podrá hacer y deshacer… ¡más de lo que lo hizo en junio pasado!