La obesidad infantil es un problema de salud pública. Las cifras comienzan a convertirse en un lastre en los países desarrollados: más 160 millones de niños y adolescentes se estima a nivel global, según un estudio reciente en The Lancet. Y las números crecen sin atisbo de freno.
La prevalencia en nuestro país es del 12% en niños (2,4 puntos más que en 1990) y del 9,3% en niñas (4,9 puntos más que en 1990). “Sabemos que es un problema que requiere de medidas sociosanitarias, pero a veces no se llega y es necesaria la intervención médica”, lamenta Cristóbal Morales, vocal de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Obesidad (Seedo).
En esa búsqueda de herramientas eficaces, y tras el éxito que cosechan los análogos GLP-1, como Ozempic, Wegoby, Mounjaro, un ensayo clínico, denominado Scale Kids, de fase 3 ha verificado la seguridad y la eficacia de Saxenda en menores de entre seis y 12 años. Los menores que tomaron liraglutida durante poco más de un año experimentaron una reducción del IMC (índice de masa corporal) del 7,4% en comparación con el placebo. Además, experimentaron mejoras en el control de la presión arterial y el azúcar en sangre.
“Hemos de recordar -insiste Morales- que no se trata solo de la administración del medicamento, sino de lo que debe acompañarle: un cambio de hábitos en la alimentación y un aumento de la práctica de ejercicio físico”. Los datos han visto la luz a través de la presentación de un nuevo estudio en la reunión anual de la Asociación Europea para el Estudio de la Diabetes (EASD) en Madrid, (que se celebra estos días en Madrid), y publicado simultáneamente en New England Journal of Medicine (NEJM).
Desde la OMS se promueve la implementación de estrategias que contemplan políticas como la implantación de medidas fiscales para promover dietas saludables, la regulación de la publicidad de determinados alimentos o leyes relativas al etiquetado. “Si bien se analiza la fisiología subyacente de la obesidad, existe la esperanza de que los niños que viven con obesidad puedan vivir vidas más saludables y productivas”, recuerda Claudia Fox, del Centro de Medicina de la Obesidad Pediátrica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Minnesota, (Minneapolis, EEUU). Al tiempo que insiste en que “hasta la fecha, los niños prácticamente no han tenido opciones para tratar la obesidad. Solo se les ha dicho que ‘se esfuercen más’ con la dieta y el ejercicio”.
Los resultados del ensayo SCALE Kids, el primer estudio que examina la seguridad y eficacia de la liraglutida en la población pediátrica, “ofrecen una opción terapéutica” a los niños que viven con obesidad puedan llevar vidas más saludables y productivas, dicen los investigadores.
“La obesidad es la enfermedad crónica más común de la infancia. Si no se trata, la obesidad infantil persiste casi universalmente hasta la edad adulta y se asocia con problemas de salud importantes, como diabetes y enfermedades cardiovasculares, y en algunos casos, muerte prematura. Por lo tanto, la intervención temprana es fundamental”, subraya la profesora de la Universidad de Minnesota.
Como autora principal del trabajo, Fox explica en un comunicado que “hasta la fecha, las opciones de tratamiento eficaces son limitadas. La columna vertebral del tratamiento de la obesidad es la terapia del estilo de vida (cambios en la dieta y actividad física), pero cuando se usa sola, el efecto es modesto y, hasta ahora, no hay medicamentos aprobados para tratar la obesidad general en menores de 12 años”.
Morales, también especialista en Endocrinología y Nutrición del Hospital Vithas Sevilla y del Hospital Universitario Virgen Macarena, comenta que “hasta ahora con Mounjaro y Wegoby la indicación se quedaba solo en los 12 años”. De hecho, la validez de su empleo en este grupo de adolescentes procede del estudio Scale Teens, “que sirvió para que en las fichas técnicas de los fármacos se abriera la posibilidad de tratar a este grupo de pacientes”.
¿Cuál es el uso de liraglutida en niños en la actualidad?
La liraglutida fue el primer agonista del receptor del péptido similar al glucagón-1 (GLP-1) en llegar al botiquín de la obesidad hace un par de años. En los menores hasta 10 años se prescribe a pacientes con diabetes tipo 2. En esta indicación su nombre comercial es Victoza. “Si se presentan estos datos a las autoridades reguladoras y éstas los tienen en consideración, solo habría que dar luz verde a una ampliación de indicación en este grupo de edad”, explica Morales
En la actualidad, este fármaco está aprobado como complemento a la terapia del estilo de vida en adultos y adolescentes con obesidad y, “en este estudio, exploramos su seguridad y eficacia en menores de 12 años”, apunta Fox.
Saxenda, como sus sucesores, imita la acción de una hormona llamada GLP-1 para reducir el apetito y la sensación de hambre, ralentizar la liberación de alimentos del estómago y aumentar la sensación de saciedad después de comer y se administra diariamente, como una inyección.
¿Cuál es el impacto del uso de Saxenda en niños?
El estudio de fase 3 involucró a 82 niños (53,7% varones) de entre seis y 12 años. Al inicio, la edad promedio era de 10 años, el IMC era de 31,0 kg/m2 y el peso corporal era de 70,2 kg. El 54,9% de los niños tenía más de una complicación relacionada con la obesidad, como resistencia a la insulina o pubertad precoz.
Un grupo de 56 niños recibió inyecciones diarias de liraglutida (3 mg o la dosis máxima tolerada) y 26 recibieron inyecciones semanales de placebo durante 56 semanas. Todos los participantes recibieron asesoramiento individualizado en cada visita para fomentar la adherencia a una dieta saludable y la actividad física regular (con el objetivo de hacer 60 minutos diarios de ejercicio de intensidad moderada a alta).
Al final del período de tratamiento, el cambio medio en el IMC fue de -5,8% para el inyectable y de +1,6% para placebo, una diferencia del 7,4%. El cambio medio en el peso corporal fue de +1,6% para liraglutida y de +10% para placebo, una diferencia del 8,4%. Se observó una reducción del IMC de al menos el 5% en el 46,2% de los niños que recibieron el fármaco GLP-1 y en el 8,7% de los que recibieron placebo.
El trabajo ha tenido en cuenta que los niños de esta edad crecen constantemente, por lo que se esperaría que el peso corporal aumentara en un año. Según los investigadores, el IMC considera la altura y el peso y es más informativo. “Aunque no hay consenso sobre la definición de una reducción clínicamente significativa del IMC en niños, se ha demostrado anteriormente que una reducción del 5% está asociada con una mejora en algunas condiciones de salud relacionadas con la obesidad.
Los otros efectos de la liraglutida, Saxenda, en enfermedades asociadas
“En nuestro estudio, la presión arterial diastólica y la hemoglobina A1c [HbA1c, una medida del control del azúcar en sangre] mejoraron más en los niños que recibieron el medicamento que en los que recibieron placebo”, destaca Fox.
Los efectos secundarios fueron comunes en ambos grupos (89,3% de los que recibieron el inyectable y 88,5% de los que recibieron placebo). Los efectos secundarios gastrointestinales (como náuseas, vómitos, diarrea) fueron los más comunes y se produjeron en el 80,4% de los niños que recibieron el medicamento y en el 53,8% de los que recibieron placebo.
El 12,5% de los que recibieron el fármaco y el 7,7% de los que recibieron placebo experimentaron efectos secundarios graves. Cuatro de los siete eventos adversos graves en el grupo de liraglutida fueron de naturaleza gastrointestinal y el 10,7% de los del grupo de Saxenda interrumpieron el tratamiento debido a los efectos secundarios, frente a ninguno en el grupo placebo. “Los efectos secundarios coinciden con lo observado previamente en adolescentes y adultos que tomaron este fármaco”, indica Morales.
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