La Universidad Veracruzana, concretamente el rectorcito Martincillo Aguilar, tiene varios pendientes fuertesones.
El primero tiene que ver con la aprobación de la Nueva Ley Orgánica de la UV, sacada casi al vapor y aprobada por el Consejo Universitario por mayoría (no por unanimidad) el 22 de marzo pasado, es decir antes de la histórica elección del 2 de junio (aunque parezca perogrullada, es conveniente dejarlo en claro).
Y porque aclarando amanece…, resulta que en ese momento, lo que parecía a todas luces es que a Rectoría y su rectorcito les urgía sacarla a como diera lugar, y como fue, aunque no tuviera la legitimidad de la unanimidad (aunque haya cacofonía), eso le valió madre.
Se había allanado el camino para que Martincillo pudiera aspirar a una eventual reelección, pues con la anterior Ley Orgánica estaba impedido por cuestiones de edad, pero con la aprobada en marzo pasado, ese ya no es impedimento…, entre otras cosas.
Sin embargo, el anteproyecto una vez aprobado por el Consejo Universitario, debía seguir su camino natural –lógico- para poder ser elevado a rango de ley y que pueda tener efectos legales.
Para eso, el rectorcito debía enviar dicho anteproyecto acompañado de un oficio, dirigido a la Mesa Directiva del Honorable Congreso del Estado Libre y Soberano de Veracruz de Ignacio de la Llave, señalando que ya fue avalado por el Máximo Órgano Colegiado de la Universidad Veracruzana.
Una vez que el Congreso local le dé entrada, ya es considerado como una iniciativa de reforma o una iniciativa de ley y debe seguir su caminito, hasta su aprobación, ni siquiera eventual, pues Morena tiene en esta Legislatura –como en la que viene- los diputados suficientes para aprobarla sin problema alguno.
Se debe turnar a las comisiones competentes, como la de Gobernación, Educación, Coordinación Política por supuesto, en fin; dichas comisiones “lo analizan sesudamente”, elaboran el dictamen respectivo, lo aprueban, y una vez que ya lo tienen listo, le piden a la Presidencia de la Mesa Directiva y al señor, don Gómez Cazarín que lo enliste en una siguiente sesión ordinaria, para que el pleno lo apruebe y ya; así tendrá rango de Ley y entrará en vigor cuando sea publicado en la Gaceta del Estado.
El maldito “pero” de siempre es deque (como dice aquel), que el rectorcito Gerardo Martín Aguilar no lo ha hecho.
No ha enviado nada desde marzo, al Congreso veracruzano.
Toda la prisa que mostró y demostró en que la nueva Ley Orgánica fuera sacada adelante por sus corifeos en el Consejo Universitario, ha sido todo lo contrario en esta etapa del proceso legal que debe seguir la Legislación para tener ese rango.
Todos suponíamos que todo ese show debería haber estado listo incluso antes de la elección, sin embargo, nada… Los mariachis callaron.
Cayó en un atanchamiento extraño, por decir lo menos, pues reitero que tiene todo para que su capricho le sea aprobado.
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Para documentar el optimismo, no creemos que Martincillo se haya ido por la libre y haya tomado motu proprio la iniciativa de sacar adelante esta Ley Orgánica sin que le haya sido otorgado el VoBo de la hoy gobernadora electa Rocío Nahle García… ¿o sí?
En ese caso, realmente estará en problemas y seguirá haciendo el ridículo.
De aquí a noviembre, con la nueva Legislatura veremos qué pasa, pues si no hubo esa aprobación, por más cabildeos que haga, su sueño de reelección será solamente eso…
¡Qué barbaridad!
deprimera.mano2020@nullgmail.com
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