¿En Coatzacoalcos en verdad han bajado los secuestros? Sí, dicen los paisanos de allá y dan dos motivos para que eso suceda:
Muchos secuestrables ya no están y otra buena cantidad de los que se han quedado pagan para no ser secuestrados.
Todos los gobiernos veracruzanos, desde que la delincuencia organizada se desató, han afirmado que combaten a los cárteles y presumen resultados positivos… irreales. Así está el actual gobierno.
Pero Coatzacoalcos y prácticamente todo el sur del estado sigue como en los peores tiempos del autollamado Comandante H, quien literalmente, basado en las leyes del más fuerte y de las balas, gobernó en el antiguamente llamado Puerto México.
Era dueño de vidas y comercios y nadie lo tocaba, ni las autoridades federales y menos las locales, pese a su negro historial y su desparpajo para mostrarse en los mejores lugares de Coatza.
Su debacle ocurrió por vengar la muerte de su lugarteniente. Ordenó matar a quienes lo hicieron, pero a sus sicarios se les pasó la mano e hicieron una masacre en la que hasta niños mataron.
Fue un escándalo y como eso ocurrió un año antes de terminar el gobierno de Peña Nieto, es decir, en el momento de empezar a limpiar lo malo que se hizo o permitió, pues para sorpresa del Comandante H fue ordenada su detención.
Para el capo que operó para los zetas fue sorpresiva su aprehensión pues durante una década mandó en el sur de Veracruz teniendo su base en Coatzacoalcos.
Su grupo secuestró, extorsionó, asaltó, robó combustible y comerció droga sin que el Ejército, la Marina y las policías federal, estatal o municipal pudiera detenerlo.
¿Se escondía o era muy precavido? No. Al contrario, trabó relaciones, del conocimiento público, con políticos y empresarios.
Va para siete años que el Comandante H fue detenido.
¿Con su detención acabó el terror a que estaban sometidos en Coatzacoalcos y otros lugares del sur? No.
Coatza es la misma de cuando «gobernaba» ese «comandante», o sea, está en manos de la delincuencia.
El secuestro habrá bajado, pero qué tal está la extorsión. Lo acabamos de ver una vez más en la madrugada del domingo cuando incendiaron dos conocidos restaurantes, horas después el propietario anunció el cierre definitivo ante lo que calificó como cobarde agresión de los delincuentes por no pagar ante la extorsión.
Indigna eso. El esfuerzo, la inversión de capital, el trabajo diario del empresario, el trabajo de los empleados vale … nada porque un grupo de criminales no es frenado ni por la policía, ni por la Guardia Nacional, ni por el Ejército ni por la Marina.
Allá la gente emprendedora o agacha la cabeza y paga la extorsión o se va en busca de otros horizontes.
Ojalá que Rocío Nahle, cuando asuma plenamente como gobernadora, aplique mano dura en su tierra adoptiva, pues los habitantes de Coatza, Mina, Cosoleacaque, Acayucan, Oluta, Las Choapas, Sayula, Jesús Carranza y todos los demás de esa zona están agobiados ante la situación de que allá, como desde hace años, mandan los criminales y no la autoridad electa mediante el voto.
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