El sólo escuchar el nombre de Omar García Harfuch indigesta al presidente López Obrador que no lo soporta por la sencilla razón de que es muy buen policía. No tolera que no haya seguido su política de abrazos y no balazos a los delincuentes, lo que le permitió bajar hasta en un 50 por ciento los índices delictivos en la Ciudad de México. Ni le perdona que haya barrido en la elección interna por la Jefatura de la Ciudad a su candidata Clara Brugada.
Apenas tuvo para Omar unas palabras de compromiso cuando sufrió el atentado que casi le costó la vida, pero no fue para visitarlo en el hospital mientras convalecía, cosa que sí hizo Claudia Sheinbaum.
Fueron los esbirros de Andrés Manuel los que soltaron el borrego de que Omar estuvo a las órdenes de Genaro García Luna y por lo tanto sería cómplice de sus fechorías. Y fue el propio Andrés Manuel quien ordenó a Claudia que le dijera a Omar que por cuestión de género, Clara Brugada y no él sería la candidata a la alcaldía de la CDMX.
Esa fue la única ocasión que Claudia le habría protestado al presidente, pero éste se mantuvo inflexible: “Va Clara y eso no está a discusión”. Y fue Clara.
Ahora, ¿por qué aceptó la sugerencia de la misma Claudia de nombrarlo Secretario de Seguridad y Protección Ciudadana? Eso sólo Dios lo sabe.
Lo cierto es que contra viento, marea y contra la tirria que le tiene Andrés Manuel, el joven funcionario se va abriendo paso y va para arriba.
Cuando Claudia tomó posesión de la Jefatura de Gobierno de la CDMX, no tenía ni idea de la existencia de Omar García Harfuch. Pero debido a la ineptitud del titular de Seguridad Ciudadana, Jesús Orta Martínez, se puso a revisar expedientes de posibles sustitutos y fue entonces que se topó con el de García Harfuch.
Omar le dio resultados de inmediato al convertirse en la pesadilla del grupo delictivo Unión Tepito al que casi desmanteló y de los cárteles establecidos en la Ciudad.
Pero esto trajo sus consecuencias.
La mañana del 26 de junio de 2020 salvó la vida de milagro al sufrir un atentado perpetrado por un grupo de sicarios. Otro con menos temple hubiera renunciado, no así Omar que días después y aún convaleciente, retomó el mando de la policía y se fue con más fuerza contra los delincuentes, lo que le ganó la admiración ciudadana y de su jefa Claudia Sheinbaum, que lo propuso a Andrés Manuel como candidato al gobierno de la CDMX por encima de su amiga de toda la vida Clara Brugada.
Andrés Manuel aceptó porque jamás imaginó que Omar ganaría en la elección interna de Morena. Pero hizo polvo a sus contrincantes principiando por Clara Brugada.
Esto enfureció al presidente que se negó en redondo a aceptar como Jefe de la ciudad más importante del país y la joya de su corona, a un individuo que jamás lo acompañó en una marcha o plantón y que lo único que tiene de moreno es el color de su piel.
Lo demás ya te lo sabes, lector. A regañadientes aceptó que le dieran una senaduría y luego la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana que ocupará a partir del 1 de octubre, en lugar de Rosa Icela Rodríguez que irá la secretaría de Gobernación por imposición de Andrés Manuel.
Por muy acotada que llegue Claudia a la presidencia (todos los gobernadores, senadores, diputados y alcaldes, le deben el puesto al presidente, lo mismo que la mayoría de los miembros del próximo gabinete) tendrá el apoyo del Ejército, la Marina y Omar García Harfuch.
A ver aprendiz de columnista, el próximo secretario de la Defensa y el de Marina también le deberán el puesto a Andrés Manuel porque es él y nadie más, quien los nombró para esos cargos. ¿De dónde sacas que serán leales a Claudia?
Así es y en efecto, estarán muy agradecidos con el tabasqueño. Pero su lealtad se la deberán al presidente (en este caso a la presidenta) porque para eso han sido educados. Y no a un expresidente por muy buena onda que haya sido con ellos.
Dicen que en tiempos del PRI, cuando el presidente se tomaba la primera foto con su gabinete en el patio central de Palacio Nacional se preguntaba, ¿a cual de estos sujetos le entregaré la banda presidencial en seis años?
Con Claudia Sheinbaum no sucederá así.
La presidenta tiene bien claro que por muchas escuelas, hospitales y carreteras que construya, por mucho empleo que promueva y por mucho que eleve el nivel de vida de sus gobernados, si no baja los índices de violencia su gobierno habrá fracasado.
Y el único capaz de lograr esta hazaña es Omar García Harfuch.
A él mirará en esa primera foto que se tome con su gabinete, porque es el único civil leal con que cuenta y el único capaz de mantener a raya a la delincuencia cuando la suceda en el cargo en el 2030.
¿Qué piensas lector? A pesar de que el 2030 está en la lejanía de seis años, ¿ves en la actualidad a alguien mejor que García Harfuch para ocupar la presidencia a partir de ese año?
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