En estos últimos días se ha venido manejando en medios de opinión y redes sociales la idea de que en México está de regreso el régimen de partido único o partido hegemónico. Me parece que es algo que no corresponde a la realidad y que confunde a las y los ciudadanos.

El hecho de que un partido, en este caso Morena, haya tenido una victoria aplastante a nivel nacional o de que vaya a tener mayorías muy “cómodas” en el Congreso de la Unión, no significa que hayamos retrocedido a un régimen semi autoritario de partido único o hegemónico. Sólo habría que observar bien la pluralidad que existen en nuestro país para desmentir esa idea.

Efectivamente Morena y sus aliados gobernarán 24 de las 32 entidades del país, y tendrá el control de la mayoría de los congresos. Ello no significa un retroceso democrático. Tanto el PRI como el PAN han llegado a tener esas mayorías ya en la etapa moderna de nuestra democracia.

En México desde por lo menos 1997, cuando la oposición al PRI ganó por primera vez la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión quitándole la mayoría al Presidente (aunque luego el PAN se alió legislativamente al PRI y se perdió esa mayoría opositora), inició una contante que no ha parado desde entonces: gobiernos divididos donde el Ejecutivo federal o los estatales no han tenido mayorías en sus congresos; alternancia en el poder en todos los niveles de gobierno; y gobiernos de diferentes colores en los municipios y capitales de las entidades federativas. Y estas elecciones de 2024 no fueron la excepción a esa tendencia.

El conjunto del país, de los estados y, sobre todo, de los municipios del país goza de una pluralidad política muy diversa que nos demuestran que en México seguimos viviendo en una democracia pluripartidista, y en el nivel local municipal existe una rica diversidad que reflejan la fuerza plural de la sociedad. Además, esa pluralidad al nivel municipal refleja la vitalidad del nivel más directo de gobierno con los ciudadanos porque es donde están los problemas y/o soluciones cotidianas a las problemáticas de donde vivimos.

Lo anterior se demuestra contundentemente con los datos a nivel local. A partir de 2024 Morena gobernará 240 municipios, el PRI 218, el PAN 185, el Partido Verde 108 y Movimiento Ciudadano 108. Por Alianzas, PAN-PRI-PRD gobernarán en 147 municipios, Morena-PT en 67 y PRI-PRD en 65. El resto de los municipios, casi 50, son gobernados por usos y costumbres. ¿Cuál régimen de partido único?

En cuanto a las capitales de los estados también se verifica la pluralidad partidista: Morena gobernará 12, la Alianza PAN-PRI-PRD 8, PAN 3, MC 2, PAN-PRI 2, PAN-PRD 1, PRI-PRD 1 y Partido Verde 1. ¿Cuál partido hegemónico?

En cuanto a los 15 municipios con mayores ingresos y poder adquisitivo igualmente se observa la pluralidad: Morena 7, PAN 5, MC 3. ¿Cuál partido único pues?

Ni a nivel nacional, ni local ni municipal se verifica o demuestra el juicio de que México regresó a un régimen de partido único o hegemónico.

Efectivamente la nueva Presidenta de la República tendrá una cómoda mayoría en el Congreso de la Unión, y al parecer contará con mayoría califica con sus aliados en la Cámara de Diputados y casi en el Senado. Pero ello no significa que hemos regresado a un régimen de partido único y quien diga lo contrario no sabe nada de ciencia política.

En el mundo y en los países con democracias consolidadas la constante es que el ejecutivo cuente con las mayorías en el Legislativo. En los sistemas parlamentarios es prácticamente la regla y en los presidenciales no es la regla, pero es lo más común. Ello no significa que cuando no hay gobiernos divididos haya automáticamente un gobierno autoritario.

Con el proceso electoral de 2024 se demuestra que en México son los ciudadanos y ciudadanas los que premian o castigan, los que piden y califican la rendición de cuentas. Además de los contrapoderes constitucionales de rendición de cuentas, de pesos y contrapesos, el voto electoral del pueblo, de las y los ciudadanos, sigue siendo el gran factor calificador y nivelador, el ejercicio del voto es el momento más decisivo para decidir quién gobierna.

Por eso, las malas intenciones de crear una opinión en la que se esté diciendo de antemano que hemos vuelto a un régimen semi autoritario de partido único, es una falacia. Pero hay que tener cuidado con lo que creamos con el lenguaje.

Lo que toca ahora, y deben hacer los partidos políticos, es un análisis serio del contexto y lo que pueden y deben hacer en adelante, y, en ese proceso, quitarse las rémoras que tanto daño les hacen como, por ejemplo, los Yunes (“azules”) al PAN.

Recientemente comentaba con amigos que tengo la impresión de que si el PAN hubiera ido solo en las elecciones se hubiera podido consolidar, junto con MC, como la oposición real de México. PRI y PRD al parecer son ya parte de la historia. Pero le toca al PAN reconfigurarse y a MC rediseñarse sin los personajes ilustres que los han manipulado por muchos años, ellos sí familias y linajes de la realeza política mexicana y del privilegio electoral plurinominal.

Por último, me parece que es a nivel social y civil que está el mayor reto para el crecimiento de la cultura política de nuestro país. Una cosa es los resultados electorales que quedan, digamos, permanentes por tres o seis años, hasta la siguiente elección, pero otra cosa es la participación ciudadana de todo tipo, tanto de rendición de cuentas como en la diversidad social y cultural de nuestros estados y municipios. Principalmente el diálogo y la conversación que tendríamos que tener entre ciudadanos y ciudadanas sin la descalificación y discriminación como la que se ha llegado a tener últimamente lo que sí puede matar nuestra pluralidad y democracia.