Desde la noche del domingo, conocidos los resultados de la jornada electoral, corrieron cientos de análisis sobre las razones que llevaron a los mexicanos –y en particular a los veracruzanos- a dar un apoyo incondicional al régimen y sus candidatas, superior incluso que al propio López Obrador en 2018. Todos coincidieron en lo sorpresivo del resultado.
Las lecturas fueron muchas para intentar explicarlo. Fue el dinero de los programas sociales y el temor a perderlos; fue la elección de estado; fue el hartazgo en contra los candidatos de los partidos tradicionales. Cada uno tiene su verdad.
Lo cierto es que fue una jornada absolutamente pacífica que contrastó frente a las semanas previas que convirtieron este proceso en el más violento de la historia.
Entonces, ¿qué fue lo que sucedió el domingo que aceleró el camino de regreso al partido de Estado? Lo que sucedió es que México está en un proceso de reconfiguración de su sistema político, más allá de la explicación simplista de que los programas sociales decidieron la elección.
Lo que en realidad pasó es que los partidos políticos se dieron cuenta que las coaliciones no bastan, generan confusión y conflicto de intereses -la muestra es la voracidad de los tres líderes nacionales-; las militancias se tropiezan entre sí, sin identidad, porque tienen candidatos que antes fueron adversarios.
Xóchitl Gálvez y Pepe Yunes fueron candidatos de todos y terminaron siendo de ninguno.
Un segundo aspecto es que la polarización promovida por el Presidente quedará en eso, en un modelo de izquierda y de derecha, como los gringos. Y será Morena -como lo fue el PRI en su momento- quien se chingue a Morena, lo que podría ocurrir al menos una década. El ganso de la 4T no perdió ni una pluma en seis años.
Y tercero. El país camina al bipartidismo representado por un lado con el viejo PRI hoy convertido en Morena, vinculado ideológicamente a la izquierda que se reconoce en la revolución mexicana, Y en la acera de enfrente, una derecha convencional que se ha desdibujado a partir de fallidas alianzas. El PAN dejó de ser lo que era.
En cambio, con la elección de este domingo, el PRI ha vuelto al poder más fuerte que nunca. Pero no el PRI tecnócrata que se empoderó en los noventas, sino del PRI convertido en partido de estado de los 70’s. Ahí donde están sus figuras de siempre: AMLO, Bartlett, Monreal, Ebrard, Moctezuma, Durazo, Gómez Urrutia.
De hecho, la mitad de los actuales gobernadores de Morena militaron en el PRI
Ha vuelto el PRI hegemónico que logró engañar a todos convirtiéndose en PRD y luego en Morena a partir de su ADN: la figura de un caudillo. Ha vuelto el PRI con otro nombre. Con la astucia de engañar a millones que creyendo desaparecerlo, lo han vuelto a entronizar en lo que podría ser un nuevo maximato.
La fórmula de la polarización, cultivada con esmero por más de veinte años, fue perfecta: “dividamos a este país entre ricos y pobres y destinemos nuestro discurso y dinero a los pobres, que son muchos la gran mayoría”. Y así lo hicieron.
López Obrador entendió, después de perder un par de elecciones presidenciales, que la clase media vale madres; en su arrogancia creen que no necesitan al gobierno y desisten de elegirlo, dejándole la decisión a la clientela electoral del partido en el poder.
Eso es lo que pudo suceder el domingo. Así de fácil. Así de trágico.
Agotado el sistema de partidos –con PRI y PRD en vías de extinción-, el camino a seguir en México será el bipartidismo. Sólo un partido fuerte de derecha, que no necesariamente sería el PAN, podrá confrontar al legitimado populismo morenista que se ha enraizado en la conciencia de millones de mexicanos.
La política, como la materia, no se crea ni se destruye, sólo se transforma…
Mercado y dólar castigan voto por Morena
Este lunes, los mercados bursátiles recibieron el triunfo de Claudia Sheinbaum con un lunes negro. Los inversionistas reaccionaron de inmediato al resultado electoral con algo que muchos consideraron una tragedia: el peso tuvo su peor caída frente al dólar en 4 años.
Al cierre de la jornada, el peso mexicano cayó 4.40%; no había tenido una caída tan precipitada desde marzo de 2020, cuando comenzaron las restricciones por la pandemia. Pero no todo paró ahí.
¿La razón? Su implicación a futuro sobre posibles modificaciones a la Constitución, lo que atrajo sentimiento de cautela internacional en una semana donde destacará la cifra de inflación de México. Pero en algunos casos, la cautela empieza a convertirse en pánico.
Este lunes, los bancos en Texas estuvieron saturados de llamadas de mexicanos preguntando por opciones para llevarse su lana a aquél estado. Esperan allá un alud de transferencias de divisas de mexicanos.
La bolsa hizo lo mismo. El pánico inundó el ánimo de los inversionistas un día después de la jornada electoral en la que México eligió a Sheinbaum Pardo como la próxima presidenta. Al cierre de la sesión del 3 de junio, el S&P/BMV IPC de la Bolsa Mexicana de Valores cerró con una caída de 6.01%, su mayor pérdida desde el 9 de marzo de 2020, al inicio de la pandemia por Covid-19.
Es decir, al menos en términos financieros, el triunfo de Morena ha sido tan malo como la propia pandemia. Los mercados temen que las amenazas de López Obrador, contenidas mediante un Congreso de mayoría simple y un Senado opositor, ahora sí se cumplan.
La resaca de las elecciones del domingo
Indira Rosales y Américo Zúñiga, los últimos mohicanos. Resulta que el tsunami morenista llegó hasta el absurdo. En el caso de Xalapa, el ex alcalde Américo Zúñiga hizo una campaña realmente intensa frente a una candidata morenista, Ana Miriam Ferráez, presa de su ignorancia, incapacidad y adicciones, que estuvo a punto de caer de la candidatura en la víspera de la elección.
Ana Mirian fue la misma que propuso toque de queda para mujeres en Xalapa. Hoy ambos personajes, diametralmente distintos en capacidades y experiencia, se encuentran peleando palmo a palmo cada voto para llegar al Congreso federal. Una es tan mala, que sería la única candidata perdedora y viceversa, Américo resultó tan competitivo que sería el único triunfo de la alianza opositora.
En el caso de Indira Rosales, su triunfo se daba por cantado en la zona de influencia del panismo veracruzano. Sin embargo, pago caro su pobre desempeño como senadora y por poco y pierde la elección. De algún modo, el paso factura la escasa intervención de los Yunes del estero en el proceso electoral.
No será fácil para Miguel Ángel, Chiquiyunes, conservar el gobierno del puerto de Veracruz.
¡Para Ripley! A pesar de la tragedia de Otis en Acapulco y el co gobierno del crimen organizado, Morena ganó la alcaldía de Acapulco con de Abelina López Rodríguez por segunda ocasión consecutiva. De acuerdo con los resultados del Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) que opera el Instituto Electoral y de Participación Ciudadana, durante la primera hora de este lunes Abelina López contaba con 53.87% de los votos a su favor.
¿Qué debe pasar para que uno de los peores gobiernos municipales del país y el desinterés del Presidente por ayudar a los damnificados haga que los votantes los cambien? ¿Es acaso el crimen organizado quien ahora decide quien gobierna en algunos territorios del país? ¿Nuevamente se portaron requetebién?
En su desconfianza, los panistas siempre desconfiaron del priismo de Pepe Yunes. Suponían que, a pesar del gobierno de coalición y las posiciones negociadas, sacar al PRI en el 2030 sería muy difícil. No tienen idea de lo complicado que resultará sacar a Morena de palacio de gobierno.
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