Ayer a las 20.24 horas cuando me asomé por primera vez al Programa de Resultados Preliminares (PREP), Pepe Yunes llevaba a su favor 284 votos contra 799 de Rocío Nahle. Eso no preocupó en el campamento del peroteño que hora y media antes en el salón Ghal de Xalapa y en un ambiente de fiesta había asegurado: “Con las actas en la mano hoy mismo confirmaré mi triunfo”.

Pero hoy a las 6 de la mañana y con el 90 por ciento de las actas computadas, la zacatecana llevaba una ventaja imposible de remontar: 1 millón 607 mil 382 sufragios por 903 mil 105 de Pepe.

Una diferencia de más de 700 mil sufragios que si bien despierta sospecha, al parecer ya no tiene remedio.

Aunque de tan abismal, la diferencia suena hasta irreal.

Se comprende que en 2018 Pepe haya perdido la gubernatura. Las pésimas administraciones de Fidel Herrera y Javier Duarte que dejaron en un suspiro a la entidad; los casos de corrupción del gobierno panista de Miguel Ángel Yunes Linares y el tsunami llamado Andrés Manuel López Obrador, incidieron negativamente en el peroteño que perdió por 500 mil sufragios.

¿Pero ahora?

Pepe compitió contra el gobierno estatal más incapaz e inútil de la historia. Un gobierno que deja una estela de muertos, desaparecidos y cercenados más grande que los gobiernos anteriores; un gobierno que dejó morir a niños con cáncer por falta de medicamentos y que deja una brutal tasa de desempleo. Un gobierno corrupto y corrompido que deja a Veracruz con más pobres y con más miedo.

Compitió además contra una mujer oriunda de Zacatecas acusada de enriquecimiento inexplicable, desvío de recursos, corrupción y con denuncias penales ante la FGR. Una mujer que a pesar de lo que digan sus jilgueros, es rechazada por la mayoría de los veracruzanos.

La mesa estaba puesta para la alternancia.

Pero aún con eso a su favor, el peroteño recorrió todo el estado aglutinando adeptos en una campaña propositiva que fue factor para que cientos de miles de jóvenes salieran a votar como nunca antes. Y sin embargo perdió. Y por una ventaja mayor que en 2018.

¿Qué fue lo que pasó?

Con sinceridad, no me lo explico, lector.

Cuesta trabajo creer que 1 millón 600 mil veracruzanos votaron por la continuidad; es decir, por más asesinatos y desapariciones; por más desabasto de medicamentos, por más desempleo, por más violencia y por más miedo.

Y cuesta más trabajo creer que sólo 900 mil sufragaron por un Veracruz mejor.

¿Que fue una elección de Estado? Claro que lo fue. ¿Que hubo transas a lo bárbaro? Claro que las hubo, pero será casi imposible probarlas.

Lo cierto es que algo no cuadra con el triunfo tan abrumador de Rocío. Como tampoco cuadra el hecho de que Américo Zúñiga Martínez, quien compite por la diputación federal del distrito de Xalapa, vaya (al cierre de esta columna) arriba de Ana Mirian Ferráez por apenas cinco votos de diferencia, cuando el ex alcalde de Xalapa no compitió contra una adversaria política, sino contra un fantasma porque la campaña de la señora jamás se vio.

Y quizá lo que menos cuadra y más sorprende en esta tragedia shakespereana a los seguidores de Pepe Yunes, es darse cuenta que el amor y orgullo que por siglos han tenido los veracruzanos por su terruño, al parecer lo echaron por el caño.

bernardogup@nullhotmail.com