Buena parte del Estado de Veracruz está sedienta y no hay agua para calmar la sed.

El problema de la falta del líquido ya explotó en nuestras manos y nadie reacciona, ni autoridades para empezar a enfrentar la crisis ni la sociedad para exigir acciones y obras.

Y a la inacción debe agregarse el criterio tan estrecho de varios alcaldes (también de autoridades estatales y federales) a los que no les importa atender una de las principales demandas de sus representados.

Ya vimos que en Ixtaczoquitlán el presidente municipal le echó la policía a quienes protestaban por la falta de agua.

En Banderilla, en donde hace unos meses al edil le aventaron de huevos durante un bloqueo pues reclamaban por la escasez de agua, aseguran que ahora cobra venganza y el surtido del líquido es racionado en los sectores identificados como participantes en la protesta.

En Tuxpan, con calores agobiantes, pobladores están preocupados y sin saber qué hacer por este problema. Garrafones de agua casi no hay en el comercio y, en las casas, de las llaves y regaderas sale agua salada (¿de mar?) y ni modo así deben bañarse.

Tuxpeños se quejan amargamente porque la Comisión de Agua del Estado de Veracruz (CAEV) cobra muy bien, pero su servicio es pésimo. De la actual escasez sólo saben que supuestamente el río está azolvado y que ahora realizan trabajos para arreglar el problema.

Si es así ¿no pudieron hacer antes esa labor y evitarle el sufrimiento a la gente, que anda mendigando agua?

En Xalapa nos pusimos a temblar ahora que poblanos cerraron válvulas del acueducto Huitzilapan, que surte en mayor medida a los habitantes de la capital del Estado.

Que fue un delito el que cometieron, pues sí, el asunto es que pueden volver a hacerlo cuántas veces quieran, con razones válidas o sin ellas, ni modo que encarcelen a todo el pueblo.

El Pico de Orizaba está deshielado y por lo tanto el Jamapa seco, de ahí que cada vez más frecuentemente falte el agua en amplios sectores de la zona conurbada Veracruz -Boca del Río.

En Coatzacoalcos llevan años con el proyecto de construir unos pozos y otros planes y no avanzan nada, así que habitantes de la sierra de Soteapan cierran las válvulas del acueducto Yuribia cada vez que desean presionar para obtener alguna concesión.

Y eso es por cuanto al agua potable para los centros poblacionales, pero en el campo, para las siembras y el ganado, están igual o peor.

El campo veracruzano también tiene sed y como casi no hay infraestructura para almacenar y distribuir el agua, y como cada vez llueve menos y hay más calor, pues entonces la producción se ha reducido, los productos son de menor calidad y los ingresos de los agricultores y ganaderos también están a la baja.

Mientras tanto las autoridades han dejado de lado unas obras tan importantes como son las hidráulicas, por andar en todo menos en lo que reclama el pueblo.