A dos semanas de las votaciones lo que será el resultado de las elecciones pinta muy diferente a lo sucedido hace seis años.

En 2018, a nivel nacional, a estas alturas no había dudas de que el ganador sería López Obrador. En Veracruz era distinto, aunque terminó por imponerse la gran ola a favor de AMLO y éste arrastró favorablemente a infinidad candidatos de Morena.

El presidente Peña Nieto había defraudado a los mexicanos (con colaboradores y gobernadores corruptos y otros escándalos) que votaron por el regreso del PRI ante la ineficiencia en dos sexenios panistas.

En las votaciones le cobraron una gran factura, dándole su aval, la inmensa mayoría de los mexicanos, a López Obrador y a los morenistas postulados a las gubernaturas, diputaciones y senadurías. Se repitió lo que el pueblo sabio aplica desde el 2000 en las elecciones presidenciales: castiga a los malos gobernantes y les quita el poder.

¿Están dadas las condiciones para que se repita una votación tan copiosa a favor de todo lo que huela a Morena, como lo señalan algunas casas encuestadoras que le dan hasta 30 puntos de ventaja?, no lo veo así.

López Obrador no es el candidato, su candidata está muy lejos de tener su carisma; diversos sectores que hace seis años votaron por Morena ahora están decepcionados o de plano enojados, hay división en su interior, pesa negativamente el ejercicio del poder, los servicios de salud empeoraron, la corrupción no disminuyó y la inseguridad golpea sin freno.

Las clases medias, hace seis años a favor de AMLO, continuamente son insultadas por el Presidente. Lo mismo sucede con las madres buscadores, comunidad científica, movimientos de mujeres, médicos, deportistas y todos aquellos que no se alinean a lo que se dicta desde el Palacio Nacional.

La inconformidad se palpa en la Ciudad de México y las manifestaciones, sin acarreos, como las de ayer, son otra muestra que marca diferencia notable con lo que se veía venir en 2018.

En Veracruz sucede algo similar. Morena, de entrada, tiene un gran pasivo por el gobierno de Cuitláhuac García, con múltiples señalamientos y pocos resultados positivos. ¿Qué le deja el Gobernador a su tierra?, dos puentecitos mal hechos y la ampliación de la entrada y salida a la ciudad, obra que los xalapeños llevan padeciendo desde el año pasado.

A su candidata le pesan todas las acusaciones recibidas que la señalan de tener múltiples y costosas propiedades, como también le pesa ser de Zacatecas y que una de las obras magnas de la 4T, la refinería de Dos Bocas que estuvo a su cargo, ya lleve dos inauguraciones y como tres anuncios de que ahora sí la siguiente semana empezará a producir combustible.

Moren postuló (ahora sí pesa, no como en 2018) a malos candidatos, como la aspirante a senadora, Claudia Tello, que está perdida en su campaña, o Ana Míriam Ferráez, de la que a estas alturas no se sabe si sigue siendo candidata.

Con todo eso y más ¿están dadas las condiciones para que Rocío Nahle gane con veinte o treinta puntos de diferencia como aseguran ella y su gente o viene la derrota?