El Evento Carrington de 1859 provocó una caída de 14 horas en la red de telégrafos de Europa y Estados Unidos.
Las estaciones de comunicaciones se quemaron y aparecieron auroras boreales extraordinarias en sitios poco comunes como Cuba y México.
El Centro de Predicción del Clima Espacial de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) de Estados Unidos ha emitido una alerta de tormenta geomagnética severa (G4), la segunda clasificación más peligrosa. La advertencia es la primera de este tipo que se pronuncia desde enero de 2005.
La NOAA detalló que se observaron al menos cinco eyecciones de masa coronal (CME, por sus siglas en inglés) dirigidas a la Tierra. El impacto se tiene previsto para el mediodía de este viernes 10 de mayo y los efectos se mantendrán hasta el próximo domingo. El evento se cataloga como uno inusual.
Las CME son explosiones de plasma y campos magnéticos de la corona solar. Cuando se dirigen a nuestro planeta provocan tormentas solares. Se consideran peligrosas para la vida en el planeta terrestre. Sin embargo, el globo cuenta con un escudo protector natural que es efectivo contra la actividad solar. El campo magnético y algunas características de la atmósfera desvían o contienen las partículas energéticas que llegan desde el espacio.
Los científicos de la NOAA detectaron una serie de erupciones solares y CME desde el 8 de mayo. Las llamaradas están asociadas con un grupo de manchas solares que tienen un tamaño equivalente a 16 veces el diámetro de la Tierra.
El Observatorio de Dinámica Solar (SDO) de la NASA ha registrado seis llamaradas solares potentes desde el pasado fin de semana. Fueron clasificadas en las categorías X1, X2 o X3: eventos generalmente moderados.
El campo magnético del Sol cambia cada 11 años. El polo norte y sur intercambia posición. La actividad del astro se modifica durante ese proceso. El ciclo actual está cerca de su pico de actividad. El llamado máximo solarinició en enero y se espera que concluya en octubre.
Una tormenta solar poderosa tiene la capacidad de poner en jaque a los sistemas de comunicaciones de todo el mundo. La interferencia electromagnética, la sobrecarga de redes eléctricas y la alteración de la ionósfera son algunas de las consecuencias inmediatas. Las comunicaciones, los sistemas de navegación, las operaciones de radio y satélites podrían registrar interferencias.
Los fenómenos de esta naturaleza favorecen la formación de auroras boreales. Las luces brillantes que aparecen en el cielo del polo norte, usualmente de color verde, se originan por la interacción de partículas cargadas del viento solar con la atmósfera terrestre. “Una tormenta geomagnética severa incluye la posibilidad de que se vean auroras tan al sur como Alabama y el norte de California”, explica la NOAA.
Calcular con exactitud la magnitud de estos efectos es complejo. Se tienen antecedentes de casos similares con importantes daños como el Evento Carrington de 1859 es la tormenta solar más intensa documentada hasta ahora. El fenómeno provocó una caída de 14 horas en la red de telégrafos de Europa y Estados Unidos. Las estaciones de comunicaciones se quemaron y aparecieron auroras boreales extraordinarias en sitios poco comunes como Cuba y México.
M°1
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