La lesión por rayo, como lo llamamos en medicina, es una descarga de una corriente eléctrica atmosférica en el contexto de una tormenta. Sus características son su rapidez, puesto que solo dura unos milisegundos, su potencia, de hasta 10 millones de voltios, y una temperatura muy alta, hasta 8.000 °C. Y estas características explican lo que encontramos en las personas a las que les alcanza. Lo primero que tengo que decirte es que puede producir muchas lesiones de distinta gravedad según la localización. Aunque también hay que aclarar que es una patología muy poco frecuente. Yo llevo más de 15 años en la UCI y solo lo he visto una vez. Es verdad que en algunos lugares la incidencia es superior, como, por ejemplo, en Estados Unidos, donde se producen unos 1.000 casos cada año (sobre todo en Florida), y también hay muchos casos en la India. Pero en Europa es muy infrecuente, unas 10 o 15 personas cada año.
En cuanto a las lesiones que se producen, lo primero es el impacto. La enorme potencia puede causar un traumatismo brutal. Este traumatismo puede producirse de dos formas: el rayo puede caer directamente sobre la persona o también puede caer en el suelo cerca de ella, y, en este caso, como el rayo entra por los pies, las lesiones se producen de abajo hacia arriba. Ese intenso golpe, venga por donde venga, lo primero que puede causar es un politraumatismo y podríamos encontrar fracturas en cualquiera de los huesos del cuerpo. Además, se producen también quemaduras. Aunque podríamos pensar que lo lógico es que encontráramos quemaduras profundas y muy graves, lo cierto es que no es así porque, aunque la temperatura es muy alta, el contacto del rayo con el cuerpo es tan breve que no da tiempo a que se produzcan quemaduras profundas (que solo vemos en un 5% de los pacientes). Lo habitual es que, si hay quemaduras, sean superficiales. Y esas quemaduras se producen justo en el sitio donde ha caído el rayo.
Otras de las lesiones habituales se producen por las metalizaciones. Si la persona alcanzada lleva cualquier objeto metálico como pendientes, anillos, pulseras, etc., el rayo hace que se incrusten en la piel. Y, por último, la parte más importante son las lesiones en los órganos. Entre un 25 y un 30% de las personas a las que les cae un rayo mueren en el momento porque se les para el corazón. Es interesante saber que, por ejemplo, en un triaje tras un accidente de avión, a las personas en parada cardiaca no se les practica reanimación cardiopulmonar porque sabes que no van a salir adelante (la parada se debe a graves lesiones internas traumáticas), pero, con una persona a la que le ha caído un rayo, es al revés. Cuando te encuentras una parada cardiaca por un rayo hay que reanimar y, además, durante más tiempo del habitual, que es en torno a 30 o 40 minutos. Lo que se ha visto es que estas personas tienen más probabilidad de salir adelante, porque, en realidad, la parada cardiaca no se ha debido a un fallo estructural del corazón, sino a la corriente eléctrica que lo ha parado.
La caída de un rayo también puede afectar al cerebro. Los pacientes a los que les ha pasado muchas veces llegan en coma y con alteraciones de la memoria que pueden permanecer durante muchos días. También se producen con frecuencia parálisis, pero son temporales porque tampoco se deben a fallos estructurales, sino al espasmo enorme de los músculos de las extremidades cuando el rayo alcanza al cuerpo. Ese espasmo muscular libera, además, ciertas sustancias que pueden acumularse en los riñones, por lo que también es frecuente ver en estos pacientes insuficiencia renal que se presenta a medio o largo plazo.
Y, por último, no debemos olvidar la afectación en los órganos de los sentidos. Es muy frecuente la rotura de los tímpanos, que sufre hasta un 80% de las personas a las que les ha caído un rayo. Y, a nivel oftálmico, hay que advertir a estos pacientes que tienen mucho riesgo de sufrir cataratas en sus ojos, aunque no en el momento del rayo, sino meses o incluso años después.
M°1
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